PolíticaPrincipal

La violencia y el silencio de los candidatos

Por: Mauricio Fernández Díaz

Amenaza violencia electoral a ciudadanos de Tamaulipas

Ciudad Victoria.- En una entidad exhausta de violencia, como Tamaulipas, la gente busca ir donde se sienta más segura o acompañarse de personas pacíficas y agradables. Se han vivido ya demasiados feminicidios, masacres y desapariciones como para que alguien esté interesado en compartir su vida con individuos agresivos.

Por lo anterior, también los electores buscan señales de moderación en las palabras de los candidatos. Un lenguaje violento solo puede desanimar o alejar a los ciudadanos de los políticos; las campañas proselitistas no son el contexto idóneo para utilizar expresiones vulgares porque se necesita justamente lo contrario: dar la impresión de autocontrol, de integridad, de virtud. Los ciudadanos quieren a los mejores hombres y mujeres para gobernar, no a los peores.

Los candidatos a la gubernatura pueden ser valientes y hasta temerarios sin recurrir a mensajes soeces. Recordemos que existe una sabiduría popular, un conocimiento humano que hace imposible engañar al hombre común. Entonces, las groserías no impresionan a nadie por mucho que se exclamen. Como dice el refrán, perro que ladra no muerde.

Si un político recurre a la violencia verbal desde la etapa proselitista, si muestra rudeza cuando las presiones del cargo aún no lo atenazan, ¿de qué será capaz cuando tenga el poder?

Esos discursos bravucones, pendencieros, corrientes, asustan a los ciudadanos y suelen ser un recurso teatral para simular igualdad o sencillez. En otros casos, corresponden al perfil de los fascistas, los autócratas, los tiranos, que gustan de ejercer un control sobre la vida y las costumbres de los gobernados.

La aparición de groserías en el mensaje de los aspirantes marca un precedente funesto en la elección 2022 de gobernador porque normaliza la violencia y la consiente. Esto es inadmisible, repetimos, en un estado como Tamaulipas. Aunque se hable de ella en sentido figurado, una campaña electoral no es una guerra, y un rival político tampoco es un enemigo mortal. Por menos que eso estuvimos cerca de una matanza bárbara entre aficionados de Querétaro y Guadalajara en un estadio de futbol.

Hecha la observación, conviene agregar ahora algunos mensajes dichos por los aspirantes, como al paso y sin énfasis, durante su registro como candidatos ante el Instituto Electoral de Tamaulipas. Se pueden percibir en ellos pequeñas semillas de preocupación sobre el presente proceso.

Por ejemplo, a Américo Villarreal Anaya, precandidato de Morena-PT y Partido Verde, la legalidad de la elección es un tema de primer orden. Al entregar su documentación al Instituto Electoral, el doctor Villarreal recordó que él, como legislador en la Cámara Alta, en su papel de redactor de leyes, tiene el deber también de respetarlas. “Hemos buscado tener en todo este proceso electoral… un respeto irrestricto a lo que marca nuestro instituto electoral”.

Y ahí, en su cara, exhortó a los funcionarios del IETAM a respetar también dichas leyes. “Estamos esperando que ese apego sea también de nuestras autoridades electorales para llevar y conducir un proceso democrático, justo y libre”. En pocas palabras, le exigió al árbitro de la contienda “¡sé imparcial!”.

Por su parte, César Verástegui Ostos, el “Truko”, de la alianza PAN-PRI-PRD, tuvo mensajes diferenciados para los partidos que lo acompañan y para la gente que lo escucha. A los primeros, los llamó a mantenerse unidos, pues a eso fía el posible triunfo electoral. “¡Ahora hace falta unidad!… veo a gente del PAN, a gente del PRI a gente del PRD, a gente del Verde, del MC y también a morenos, que se dieron cuenta que ya no hay futuro”.

A los ciudadanos, el ingeniero Verástegui trató de elevarles la moral y su sentido de dignidad para no dejarse manipular con dádivas, quizás pensando en los programas federales que suelen usarse con fines políticos. “Llamo a la conciencia de un pueblo libre, de un pueblo honesto… que no quiere regresar al pasado. Tenemos que enfrentar los retos con conciencia y valentía”.

Ni Villarreal ni Verástegui se extendieron de más en sus mensajes del domingo ya que aún esperan la constancia oficial como candidatos. Pero han dejado entrever, nos parece, algunas de sus inquietudes respecto a la suerte de cada uno en la elección del 5 de junio. Ellos son los principales contendientes y los de mayores seguidores en el estado.

Arturo Díez Gutiérrez, de Movimiento Ciudadano, es la tercera opción para gobernar a Tamaulipas. Este partido, por lo general, impulsa a figuras famosas o de gran presencia en redes sociales, pero esta vez se salió de la regla. Díez Gutiérrez es un hombre insípido y aburrido, y su trabajo como alcalde de Ciudad Victoria, hace 15 años, solo causó vergüenza.

Es poco lo que dijo cuando solicitó su registro al IETAM, el domingo pasado, o quizás ha dicho todo lo que piensa. No preparó un discurso cuando se dirigió a sus 100 seguidores. “Comenzamos un camino, que considero es el más importante que hemos tomado como partido”.

A los consejeros electorales solo les dedicó una escueta despedida. “Me comprometo a llevar una campaña de respeto. Gracias y que Dios los bendiga”.

En las circunstancias actuales, de polarización y calumnias, de amenazas y agresiones, era deseable un pronunciamiento de los tres contendientes a favor de campañas limpias, de altura, y un enérgico “no a la violencia” de cualquier tipo.

Pero se fue el domingo, y no pudieron (o no quisieron) ponerse de acuerdo.

Notas relacionadas

Botón volver arriba