La Comuna
Ética congresal
José Ángel Solorio Martínez
La traición es inseparable pieza de las contiendas políticas. Unos actores sociopolíticos, declinan de sus proyectos por dinero; otros por mejores futuros, los menos por premios diversos. Esa censurable conducta, se agranda cuando se concreta en una lucha polarizada donde es oro molido, una definición, un voto.
Los legisladores, en primer término, representan a ciudadanos; en segundo plano, a partidos ante los cuales juraron respetar y militar hasta el cansancio.
Cuando en la praxis, los parlamentarios no encarnan los derechos ciudadanos y se distancian de las ideologías del partido que los llevó al Congreso, algo huele mal. En cierta forma, se convierten en unos bastardos: no los cobija ni su partido, ni les aplauden sus representados.
No hay actividad política más nítida para visualizar posiciones de índole ético y político que en los parlamentos; en estos espacios, los Judas se evidencian con un ejercicio obligado en esas honorables cámaras: la hora de votar.
Al momento de expresar su apoyo o rechazo a las iniciativas, se acomodan en la trinchera que más les simpatiza; ya sea por motivos ideológicos, ya sea por motivos pecuniarios.
En esos meridianos de reputación descalabrada, están los diputados de MORENA, Marco Gallegos y el legislador del MC, Gustavo Cárdenas Gutiérrez.
Gallegos, es el más raspado: votó en contra de la iniciativa de su propio partido; Cárdenas, hizo lo de siempre: midió la coyuntura y se negoció al momento de mayor precio de la boleta parlamentaria.
Una forma eufemística de llamarle a la traición, es “cambio de compañeros de viaje”. Seguramente tanto el reynosense como el matamorense, argumentarán que optaron por mejores aires y más dignos aliados.
Gustavo, hizo un trabajo excepcional…
…para sus cajas registradoras.
Veremos lo de siempre: descongelamiento de la clientela de sus restaurantes y hoteles, activación en la membresía de proveedores de la administración estatal y demás canonjías.
Marco, con mayor candidez, se dice que recibió sólo unos miles de pesos para echar la maroma ideológica.
Cómo vería la ciudadanía la pirueta del diputado reynosense, que hasta el alcalde Makyito salió de inmediato a censurar el hecho deleznable. La ingenuidad del makyiavelito, se iguala a la de Gallegos; aquel, denunció que el enfado del parlamentario se generó porque él no le dio los espacios que requería en el Ayuntamiento a éste.
Es tiempo de que MORENA actué.
Esas acciones, no se deben dejar pasar.
La degradación de los representantes parlamentarios morenistas, es un puyazo envenenado para la gobernabilidad y la ética partidistas. Es mejor tomar distancia de sujetos como Gallegos, que mantenerlo como un falso activo en el Congreso y en el partido.
Cárdenas Gutiérrez, está en libertad de seguir actuando con el tranchete escondido bajo la cobija; cuando se creía que cerraba filas con las fuerzas progresistas, torció el camino y se afilió a tantos y tantos bandoleros de la política tamaulipeca.
Aplica a la perfección, la metáfora-verso de Hugo Ramos Domínguez:
–Los traidores, no tendrán sepulcro digno.