Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Morena Tamaulipas parece manejar sus procesos internos con la misma oscuridad que sus recursos financieros. Es el único partido sin comité estatal ni delegaciones municipales con el presupuesto más alto del estado, 60 millones de pesos para sus gustos y necesidades. ¿A dónde van a parar si carece de oficinas, personal y servicios?
Por esa misma conducción ambigua, sin reglas claras, de acuerdos desconocidos, la precampaña del doctor Américo Villarreal Anaya ha tenido que soportar conflictos injustos. Por que las impugnaciones sobre su designación no lo cuestionan a él en lo particular sino a los métodos internos del partido y su legalidad. Puede afirmarse que Morena Tamaulipas no solo le falla a los aspirantes inconformes sino también a su principal figura. Una raya más al tigre llamado Mario Delgado.
Podrá gustar o no, pero Maki Ortiz Domínguez está exigiendo su derecho a participar políticamente dentro del marco jurídico que rige a todos los mexicanos, pues sostiene que Morena Tamaulipas se lo ha negado. La más reciente sentencia del Tribunal Estatal Electoral valida ese derecho reclamado por Maki, ya que no da por resuelta la designación del doctor Villarreal, sino que ordena a la Comisión de Honor y Justicia del partido que responda exhaustivamente las objeciones de la aspirante. El plazo vence este lunes.
Hay bronca para rato, pues; Maki puede apelar otra vez la decisión del CEN de Morena tanto en el Tribunal Estatal como en el Tribunal Federal, ya que el caso no recibe aún sentencia definitiva. Esta aventura jurídica solo traerá desgaste a la imagen del morenismo, de por sí manchado por la cercanía de Mario Delgado y Erasmo González con un proveedor del gobierno lopezobradorista, asesinado en noviembre de 2021.
Si los historiadores políticos quieren saber el origen de estos enredos y caídas solo necesitan revisar en manos de quien está realmente Morena Tamaulipas, qué relaciones tienden con otros personajes y cuáles son sus estrategias para ganar elecciones en escenarios complejos, donde deben quitar del poder a su más odiado rival. Si alguien atribuye a “la democracia” estos movimientos, entonces no conoce a Mario Delgado ni a Erasmo González.
Morena Tamaulipas se desgarró desde el proceso electoral 2021. Entre Delgado y Erasmo urdieron un plan para ganar la mayor cantidad de alcaldías e, impulsadas por estos mismos votos, de diputaciones. Con ese propósito postularon a priistas y panistas, gente con popularidad ganada y hasta con cierto capital. A los fundadores y militantes morenistas de más trayectoria los nulificaron y les cerraron el camino; ninguno de ellos fue candidato.
Entonces, si alguien ha roto la unidad del partido no han sido los militantes, ni los reventadores foráneos ni el PAN; han sido Delgado, Erasmo y Ernesto Palacios, el delegado nacional. Después de las bases, no hubo ningún intento de reconciliación ni de ofrecimiento. A falta de cicatrización, esas heridas siguen abiertas.
En cambio, lo que les negaban a los miembros originales se lo prodigaban a priistas y panistas invitados, a quienes entregaron las candidaturas. Prácticamente ningún activista o fundador del movimiento compitió por un cargo en las principales ciudades del estado en 2021.
Delgado, Erasmo y Palacios impulsaron las campañas de ese año con ayuda de operadores externos, con quienes tuvieron que sostener negociaciones para convencerlos de trabajar. Como siempre, nadie sabe qué acordaron o qué compromisos asumieron, pero los hubo. Los morenistas oficiales volvieron a ser ignorados; ni siquiera los integraron en los equipos de promoción.
Maki Ortiz fue una de las invitadas a trabajar en las campañas de Morena en 2021. Aunque Carlos Peña, su hijo, recibió la candidatura y ganó la alcaldía de Reynosa, la exsenadora empeñó su imagen, su liderazgo y sus recursos en favor de la Cuarta Transformación. La postulación del hijo no significaba de ninguna manera la compensación a lo que hacía. Esa campaña le costó mucho más a la familia que al partido, incluidos los roces siempre desagradables con el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, y las amenazas de la delincuencia.
Ahora, Morena no sabe cómo apaciguar a Maki en el conflicto que sostienen por la selección del precandidato en Tamaulipas. Todo indica que la estafaron o que la embaucaron con falsas promesas. La postura asumida hasta hoy, con arreglo de Mario Delgado, es de indiferencia y sordera a las demandas de Ortiz Domínguez; dejan que el proceso siga su curso, que otros funcionarios -no ellos- decidan. Ni siquiera tienen la cortesía de presentar argumentos a sus decisiones, algo que también les han exigido los magistrados. Pareciera que apuestan al cansancio de la aspirante para que el enfrentamiento termine.
Pero ella no es como los militantes y seguidores del movimiento, marginados por estos dirigentes; ella sabe luchar por las buenas, que es la vía legal, y por honor, que es cumplir las promesas, algo que Mario Delgado y sus socios parecen desacostumbrar.
La víctima de estos desaciertos solo puede ser la marca Morena y sus posibilidades de ganar la elección en Tamaulipas, a pesar del esfuerzo y la dedicación del doctor Américo Villarreal. Cuando él tira hacia adelante, Delgado y sus cómplices tiran hacia atrás.
Hipócritamente, han lanzado la versión de hay un truco detrás de estos conflictos y tropiezos. Si alguien quiere señalar una “mano negra”, búsquenla sin vacilar en Mario Delgado.