Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Una lección valiosa podrán sacar los políticos que dejan sus partidos para entrar a Morena en busca de un ideal, una oportunidad o simplemente por negocio.
A Maki Ortiz Domínguez la tentaron, cedió a abandonar el PAN por alguna oferta, sin duda muy importante; ella accedió y les ayudó a ganar Reynosa para su hijo. Cumplió su parte, pero se siente engañada y traicionada.
La exalcaldesa creyó realmente que podía competir en la interna morenista para la candidatura de Tamaulipas. Jamás habría perdido tiempo y dinero en una campaña de autopromoción si no hubiera estado convencida de la imparcialidad del proceso. También confió en la palabra de los líderes de Morena, y por eso se alejó de Acción Nacional en 2021.
A pesar de toda su experiencia, Morena la ‘chamaqueó’.
Se quedó con las ganas, aunque su hijo despacha en palacio municipal de Reynosa, las promesas abarcaban mucho mas.
Maki quedó eliminada del proceso de selección del candidato por unas encuestas dudosas que nadie ha visto ni revisado. Descubrió la traición que le tendieron. Ahora lucha en tribunales para exigir que se respeten los principios de equidad y legalidad para invalidar el resultado.
Esos principios, de acuerdo con Maki y un documento publicado en Internet, se violaron deliberadamente para favorecer a Américo Villarreal Anaya, a quien entregaron finalmente la precandidatura.
¿Por qué ha emprendido la reynosense una lucha contra el partido que postuló a su hijo como alcalde de Reynosa y donde fue vencedor? Porque se siente despojada, porque piensa haber dado más de lo que recibió, un sentimiento, por cierto, que comparte con otros aspirantes de Morena de otros estados, donde tampoco hubo elecciones internas confiables.
Quizás los jerarcas del movimiento crean que se ha saldado la deuda a Maki con la alcaldía de Reynosa para su hijo, Carlos Peña Ortiz, pero la señora no comparte esta opinión.
Este sábado 26 de febrero, el Tribunal Electoral de Tamaulipas (Trieltam) declaró infundada una queja de Ortiz Domínguez contra el proceso interno de Morena, que derivó en la nominación de Américo como precandidato único. Pero la guerra no termina aquí, ni ella está dispuesta a claudicar.
Maki promueve otra impugnación en el mismo tribunal, ahora como juicio para la protección de derechos político-electorales en contra del registro de Villarreal Anaya como único precandidato.
Si los magistrados locales desechan estos recursos, está preparada para exigir justicia ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. En su interpretación, Morena ha elegido ilícitamente a Américo Villarreal como su precandidato y ha roto las reglas democráticas y las leyes electorales del país. Todo.
Ella ha demostrado poder y don de mando en Reynosa, y Morena se ha servido de eso para ganar la plaza. Con Maki, el movimiento obtuvo el 43.2 por ciento de los votos contra 31.30 del PAN. Si a ella le correspondía asegurar el triunfo en esta ciudad, la más grande del estado, cumplió su parte.
Quienes no han cumplido la suya son los líderes que negociaron con Ortiz Domínguez su apoyo a cambio de oportunidades. Estos líderes no pueden ser otros que Mario Delgado y Erasmo González.
De estos dos personajes hay toda una historia negra de corrupción y desprestigio circulando en redes sociales. Los más atrevidos hablan de millones de pesos pagados por Maki en la compra de la candidatura de su hijo. Se los pinta como traficantes de cargos y como vendedores de la marca “Morena” al mejor postor. Nada de esto viene respaldado de pruebas. Quizás debamos usar aquel refrán: “Cuando el río suena es porque agua lleva”.
Pero quienes enderezan las críticas más duras hacia Mario y Erasmo son los propios morenistas, como la ex diputada Edna Rivera, el dirigente estatal Enrique Torres y fundadores como Angélica Sevilla Castañeda, Leoncio Leyva Ruiz, María de Jesús Nuño Tejeda, Camilo Pérez Marthos, Carlos Rogelio Camacho, Jorge Díaz, Felipe Rangel Vázquez, Eduardo Montes, Refugio Mireles, Anastasio Rivera, Imelda Rodríguez y Juanita San Martín. Les ha quedado claro que Mario Delgado y Erasmo González se han dedicado a explotar el nombre de López Obrador y de Morena para reclutar a panistas y priistas adinerados, a empresarios con grandes recursos económicos, a quienes les conceden influencia y espacios en el partido para desplazar a los verdaderos militantes. En Tamaulipas, el movimiento es una agrupación de personas venidas de otros institutos y de los peores gobiernos del PAN y el PRI, donde prácticamente los morenistas son minoría.
Sin duda, Mario Delgado y Erasmo González se creen muy astutos, y se ríen a espaldas de la gente cuando arman sus negociaciones y venta de candidaturas, como la que compró Maki y la de Américo Villarreal Anaya designado en el simulacro de consulta ciudadana.
Pero Maki Ortiz no tan fácilmente dejará que se salgan con la suya, así como así, sin antes reclamar lo propio. ¿En qué consiste ese reclamo? Ellos lo sabrán. Después de todo, López Obrador nombrará embajador de México en España al priista Quirino Ordaz, ex gobernador de Sinaloa, y ha invitado a las también priistas Claudia Pavlovich y Carlos Aysa a otras representaciones. Algo le puede ofrecer a ella también.
Porque, hasta ahora, solo se han utilizado en perjuicio de la 4T.