Altamira: el efecto Carmona
José Ángel Solorio Martínez
¿Para quién trabaja el alcalde de Altamira, Tamaulipas, -presuntamente militante de MORENA-Armando Martínez Manriquez?
Todos los indicios, revelan que es un socio y simpatizante del PRIAN.
Insiste en mantener vínculos con Juvenal Hernández -operador del precandidato panista, Truco Verástegui en el sur del estado- y ha incumplido compromisos con las bases del lopezobradorismo que lo llevaron a la alcaldía.
La prueba más contundente de su práctica panista, es la instalación del ex candidato azul en la Dirección de Bienestar -una de las instituciones de mayor valor político-electoral- a Daniel Marín.
El asunto no llegaría a mayores especulaciones, pero la cercanía de Marín con el cacique pueblerino panista, Juvenal, delata la proclividad de Martínez Manriquez en favor del PRIAN en esta importante coyuntura estatal.
La ubicación del panista en el manejo de la más amplia estructura política municipal, deja en estado de indefensión al precandidato de MORENA, Américo Villarreal Anaya. El hecho, se agranda, toda vez que la red partidista guinda, es prácticamente inexistente en este municipio.
Los morenistas de viejo cuño, vislumbran con suspicacia el arribo a cargos vitales para la política municipal, a convencidos panistas.
Otro elemento que tiene fastidiados a los morenistas, es el abierto nepotismo que priva en el ayuntamiento. La hermana del alcalde y su esposa, son los factores más influyentes en la presidencia: pocos asuntos se mueven sin su consentimiento al tiempo que han colocado en trabajos claves a sus íntimos y familiares.
Para el jefe edilicio y su familia, no existe la austeridad. Utilizan vehículos de lujo -al menos dos camionetas fueron identificadas como proporcionadas por los guachicoleros hermanos Carmona-, reciben compensaciones envidiables y salarios más que decorosos.
El asunto del relleno sanitario, es otro acontecimiento que liga a Armando, con el PRIAN: no ha movido un solo dedo ante el Congreso para denunciar el irregular funcionamiento de la empresa que opera ese servicio: TECMED.
Esa franquicia -en el sur de Tamaulipas, está en manos del priista, Enrique Cárdenas del Avellano-cobra más de 600 millones de pesos al año a los Ayuntamientos de Tampico, Madero y Altamira.
Probablemente, el alcalde Martínez Manriquez, no hace olas por un dato que se maneja en corrillos: cobra 13 millones de pesos al año, mediante una cuota para el Ayuntamiento que fue establecida en el convenio con la TECMED. Esa cantidad, se colige se la embolsa el jefe edilicio altamirense, porque no aparece en la Ley de Ingresos del municipio.
¿Y la IV T, dónde quedó?
¿Y la campaña de Américo en Altamira?
Estamos ante el impacto más denigrante del efecto Carmona: el encarmonado amor de los alcaldes guachicoleros, por el dinero fácil.