Es mediocre darle exagerada importancia a Maki
Ciudad Victoria.- Con el avance del proceso electoral, comienzan a darse cambios de políticos que se alinean con un precandidato u otro según las circunstancias, los acuerdos y las coincidencias. Es una etapa interesante previa al choque de fuerzas de la campaña constitucional. A veces, los nuevos tutores aumentan las posibilidades de triunfo. Sin embargo, lo contrario también sucede.
De la rotación de figuras en las últimas horas la más sonada ha sido la de Maki Ortiz; otra vez anda en boca de todos la exalcaldesa de Reynosa, exaspirante a la candidatura de Morena y exsimpatizante de López Obrador (su interés parece ahora debilitado). La historia de esta experimentada política amerita un espacio propio, donde se miren reposadamente sus virtudes y, sobre todo, sus defectos, para bien tasar la tendencia de sus actos y no atribuirle falsas hazañas ni poderes únicos.
No ha dejado de ser noticia desde 2020, cuando preparaba su salida del municipio, hasta la elección de 2021, donde apoyó a su hijo, Carlos Peña, candidato de Morena, para sucederla en la alcaldía de Reynosa. Es la ciudad más grande de Tamaulipas, con una población de 704 mil 767 habitantes, más otras 400 mil personas en tránsito. Este gran conjunto humano es el verdadero poder de esta localidad, no Maki.
Las mayorías de Reynosa (no la totalidad) la han apoyado en sus campañas, y la han elegido dos veces como presidenta municipal. Anteriormente, la ascendieron a diputada federal. Ha sabido conectar, pues, con el electorado, con la aspiración general. Pero las conexiones, en democracia, dependen del humor de la gente, de los valores de la época, así como de las crisis del momento. Cuando cambian, las conexiones mudan también. La gente no le pertenece a los gobernantes; o bien, la gente está con el gobernante mientras el humor social y la época lo consienten.
Ahora que Maki Ortiz está en guerra con Morena por el método de selección del candidato (donde quedó descartada), ha surgido la posibilidad de que vuelva a trabajar para el PAN, partido que verdaderamente la llena. Nada más oírse esta posibilidad atronaron en el ambiente festejos anticipados en favor de la derecha. ¡La elección está resuelta!
La versión ni siquiera ha salido del cuartel de Acción Nacional; fue una simple conjetura de la prensa después de observar que Maki insiste en confrontarse con Morena y en desacreditar sus procesos.
Como decíamos anteriormente, no se ha quedado callada, y publica mensajes en sus redes con indirectas a sus antiguos aliados. “Sabes a ciencia cierta que me fallaste, que lo que prometiste se te olvidó”, posteó la semana pasada, parafraseando la canción Échame a mí la culpa. Y dejó sentir la rabia que carga hacia Morena.
Si tiene sed de venganza, argumentó la prensa, debería volver al PAN. Los más inescrupulosos aseguraron que ya había “reuniones secretas” con ella para reintegrarla a la causa. Eran más presiones periodísticas que políticas.
Y llevaron esas presiones ante el mismo César Verástegui, el precandidato único de la alianza PAN-PRI-PRD. Su respuesta fue la de un caballero, no la de los zalameros que quieren a fuerza ver una pelea entre Maki y Américo, como dos luchadores en el ring.
Ante la cuestión, el ingeniero dijo que le agradaría hablar con ella. “Tengo un interés considerable en todo tamaulipeco. Ella es un activo importantes como tamaulipeca, y vale la pena”.
Verástegui tomó sin alegría ni disgusto la pregunta, y continuó: “La verdad, nadie sobra. Creo que se puede venir a integrar y a hacer más fuerte este grupo”. En ningún momento la trató como un personaje sagrado o como el premio mayor de la lotería; la respetó y la reconoció, pero le dio el mismo valor que a “todo tamaulipeco”, y que en los menesteres de la política, “nadie” sobra. Y nadie incluye al obrero, al anciano o al millonario, a todos.
Se trata, pues, de un globo inflado por algunos opinadores y medios electrónicos para aumentar la intensidad de la contienda. Pero Maki ya no puede hacer eso; ha quedado huérfana de partido y ha perdido toda credibilidad entre panistas y morenistas, a quienes ama u odia según las circunstancias. Tiene a su hijo de su lado, el alcalde de Reynosa, pero necesita apoyo eficaz y fluido para gobernar la ciudad, y solo lo conseguirá del Gobierno Federal. Maki terminará sola o buscará refugio en Movimiento Ciudadano, pero con la mente puesta en el futuro. Morena y el PAN, en el fondo, saben que no la necesitan en este momento.
Otros pronunciamientos fueron los del priista Óscar Luebbert y el panista Sergio Salazar, quienes apoyan ahora a Américo Villarreal. Esto tampoco es un cheque para ganar la gubernatura de Tamaulipas ni da millones de votos a Morena. Los equipos lo aprovechan para reflejar cierto crecimiento en la campaña, pero todo es relativo y tiene limitaciones concretas que no pueden cambiarse simplemente con palabras. Américo lleva una carrera de tortuga, a paso perezoso y mustio, mientras la crisis de salud y la económica sigue oprimiendo a los ciudadanos. Si no reconoce eso y se despabila, la ventaja que se le adjudica hoy podría hacerse agua muy pronto.
Esto aún no comienza, pero ya se mueve.