Política

Morena Tamaulipas ya tiene candidato; Le falta liderazgo y unidad
Por: Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- A la hora de defender el método de las encuestas para seleccionar a candidatos de Morena, el Presidente López Obrador no puede evitar caer en imprecisiones. Asegura que por medio de estas “el pueblo se expresa”; es posible, pero el pueblo también se puede expresar por medio del voto directo, en una elección abierta a los ciudadanos o reservada a la militancia. De esta modalidad, claramente más democrática, Morena prefiere desentenderse. Con las encuestas se presenta la desventaja de que solo se habla de cifras, de equis número de consultados, pero nadie los ha visto ni los identifica. Finalmente, los competidores firman un compromiso de no apelar el resultado de unas estadísticas y datos demasiado impersonales.

El método de encuestas es válido y lo aceptan las autoridades del INE, a pesar de las inconformidades que suscita. Tendrá validez, pero eso no resarce el daño que causa a la unidad, a la confianza y a la estabilidad de la Cuarta Transformación.

Tal daño se refleja ya en cuatro de los seis estados donde Morena aplicó sus encuestas para seleccionar al abanderado. En el colmo de la contradicción, incluso le negó la candidatura a uno de los que salieron votados con la mayor preferencia.

Morena debe pulsar muy bien el ambiente social si no quiere perder elecciones aparentemente ganadas. 2021 no es 2022. Un alto porcentaje de la población mantuvo su lealtad al movimiento el año pasado, pero los problemas económicos, la inflación y hasta la inseguridad, que traen una tendencia alcista en 2022, podrían menoscabar ese apoyo. Si a esto se le suman divisiones y enfrenamientos al interior de la 4T, el pronóstico es aún más pesimista.

En Oaxaca, la senadora Susana Harp encabezaba las preferencias externas para ser la candidata de Morena a la gubernatura. Sin embargo, las encuestas finales favorecieron a Salomón Jara, también senador. Harp había sido la segunda mujer mejor evaluada del partido a nivel nacional, y pensó que eso le aseguraba un puesto por paridad de género, pero se equivocó. Actualmente, la filántropa y activista mantiene un recurso de inconformidad ante la Comisión de Honor y Justicia. “No me voy de Morena, pero no validaré una farsa”, dijo. Oaxaca, por cierto, es el estado con la mayor tasa de intenciones de voto para el morenismo.

A Ramón Enríquez le fue aún peor. Él ganó la encuesta a todos sus rivales en Durango para ser seleccionado como candidato a la gubernatura. Pero, de nada le sirvió. En una jugada absurda (por la poca claridad y la falta de certeza), Morena designó en su lugar a Marina Vitela, apelando a la regla de paridad. Poco faltó para que Enríquez no enloqueciera ante la ocurrencia arbitraria del partido. ¿Por qué no le advirtieron a él y a los demás que en Durango seleccionarían a una mujer? Es uno más de los misterios de este movimiento. Enríquez se sintió, por lógica, timado y ofendido. Ante esto, el martes 4 de enero, inició una caravana “de la Justicia”, integrada por varios vehículos y simpatizantes, con destino a la Ciudad de México para exigir la limpieza del proceso en Durango. Son decenas de personas las que lo acompañan, pues atestiguaron que la primera condición para ser candidato, que era ganar la encuesta, la cumplía Enríquez.

En Quintana Roo, Marybel Villegas, otra senadora de Morena, amenazó con renunciar a la bancada y al partido a consecuencia del resultado en esta entidad, ya que dieron la victoria a Mara Lezama, alcaldesa de Cancún, en un proceso, a su juicio, saturado de deficiencias. Villegas tachó las encuestas de estar “sesgadas y hechas a modo”, lo mismo que han sostenido varios militantes y figuras del partido, excepto la élite que controla a Morena. Ella anunció que en los primeros días de este año tomará una decisión sobre su futuro, ya que se le han abierto dos caminos: pelear por la vía legal en contra del método del instituto, o postularse por alguno de los partidos que la han invitado a contender como su candidata en Quintana Roo.

La otra entidad sacudida por el método de las encuestas, desde luego, es Tamaulipas. El 27 de diciembre, Maki Ortiz se fue directamente al Tribunal Federal Electoral a impugnar el resultado que declaró ganador a Américo Villarreal. Como en los otros estados, la reynosense tildó el proceso de pura “simulación”. Sin embargo, la excalaldesa se precipitó, y el tribunal desechó su recurso el 29 de diciembre por improcedente, ya que solo podía exigir justicia ante el órgano superior después “de haber agotado el recurso partidista”. Ella debió comenzar su inconformidad al interior de Morena. Se quedó, entonces, en el punto de partida, sin candidatura y casi sin partido. Pero no lo hizo sin remover todo a su paso. Maki puso en evidencia la manipulación del proceso para designar a Américo Villarreal, atrajo el apoyo de numerosos morenistas que han sido ignorados, y dejó una mancha en la imagen de honestidad del candidato.

El hecho de que tantos estados presenten conflictos a Morena debería probar que las elecciones de 2021 y 2022 son completamente diferentes y carecen de un lazo de continuidad. Como dice el refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Aún hay tiempo para concertar con las diversas corrientes y liderazgos en Tamaulipas para formar una verdadera candidatura de unidad. Mal que bien, el PAN está armando la suya con apoyo del PRI y el PRD, y la ventaja de gobernar el estado.

Si Morena o Américo Villarreal creen que la contemplación de una encuesta les dará el triunfo el 5 de junio, podrían llevarse la sorpresa de su vida.

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