Sergio Carmona puede ser el Carlos Ahumada de Morena Tamaulipas
Ciudad Victoria.-Al abrirse a toda la sociedad, a militantes de todas las corrientes y todos los partidos, Morena se desentendió de formar una estructura de personas verdaderamente comprometidas con las ideas y valores de la izquierda; quizás, esperaba que los asumieran por el solo hecho de pertenecer al partido, como quien cambia de uniforme y comienza a comportarse de manera diferente de un día para otro. Pero, eso no ocurrió.
Panistas de cuño ultraconservador, priistas jurásicos, aventureros de la política, de todo acogió Morena en su casa con tal de formar un frente numeroso con capacidad de ganar elecciones. La doctrina y las convicciones socialistas las sacrificó en aras de un pragmatismo que le diera votos.
Todos estos personajes son fieles a su origen y no necesitan cambiar, pues el partido solo les exige electores, no ideología. ¿Se acuerdan de la fábula de la rana y el alacrán que citamos en este espacio a propósito de Maki Ortiz? Sucede lo mismo con los aludidos. A nadie debe extrañar que repitan los malos hábitos que los caracterizan, porque son priistas o panistas invadiendo terrenos de la izquierda, no políticos forjados en la lucha social. Esto aplica ahora para Erasmo González Robledo, el hombre que está a punto de causarle una herida mortal a Morena Tamaulipas.
Erasmo se formó en la cultura de la tranza, el influyentismo y los privilegios del PRI, partido que suele recompensar con obras y contratos a los particulares que financian sus campañas.
Ahora que ha ingresado a Morena, ha sostenido el mismo tren de prácticas y antivalores que le enseñaron en la escuela priista, a pesar de los llamados del presidente a llevar una vista austera, sin pompa ni lujos. ¿O es austeridad una camioneta blindada de un millón y medio de pesos, aunque sea prestada? Y si es prestada, el delito es peor: ningún funcionario público, por ley, puede aceptar regalos costosos de otra persona, ni siquiera de otros servidores públicos, representantes diplomáticos o jefes de estado de otro país. La prohibición es total: ni a préstamo ni a perpetuidad.
El diputado federal Erasmo González Robledo conoce esta condicionante, pero decidió ignorarla y aceptar los obsequios a pesar de hacerlos notorios y visibles. ¿Habrá sido capaz de tomar otra clase de prebendas si las hubiera podido ocultar o mantenerlas en secreto?; ¿se negaría el gusto de coger algunas donaciones de alto valor, por ejemplo, de dinero, cuando nadie lo observaba?
En realidad, Erasmo no ha hecho nada contrario a las andanzas conocidas de priistas en la misma situación. Él actúa de la única manera que sabe. Es Morena el responsable de haberle cedido un amplio espacio de poder y decisión. Y si Erasmo ha llevado a Sergio Carmona Angulo, un contratista que ha hecho negocios a la sombra del poder, al seno mismo de la Cuarta Transformación, es lógico que Morena pague las facturas políticas que esta maligna influencia ha ejercido en ella. El empresario entró como Caballo de Troya, con la apariencia de un bien maravilloso, que solo ha causado ruina y destrucción.
Así es exactamente como se urdió el plan para descarrillar la campaña de Andrés Manuel López Obrador en 2006, y que tuvo éxito: los videoescándalos de sus colaboradores cercanos René Bejarano y Carlos Ímaz, primer esposo de Claudia Sheinbaum, en la orgía de recoger y guardarse fajos de billetes en todas las bolsas habidas de sus ropas.
Todavía causa asombro la perfección de la trampa que le tendieron a los amigos más queridos del tabasqueño para perjudicar su carrera presidencial. Porque nadie puede negar que les dio resultado, y marcó un antes y un después en la historia política del país, así fuera por la peor y más deleznable de las artes: la del soborno y la corrupción.
Cómo no habría de desgarrar la fortaleza de aquel primer movimiento político si precisamente ya enarbolaba la lucha contra “la mafia del poder”, y se proponía acabar con los privilegios. La exhibición de ese material demostró que López Obrador podrá ser un hombre limpio, ajeno a favorecer a las élites a cambio de dinero, pero sus equipos todavía podían cometer los mismos vicios y delitos que decían erradicar. Se intentó, en aquel momento, darle un toque de justicia, y procesaron a los inculpados, pero el daño era ya irreversible. La segunda parte consistió en presionar por diversos frentes al candidato de izquierda, incluso desde el interior del Instituto Federal Electoral, y finalmente se consumó la derrota de López Obrador.
El cerebro de los videoescándalos fue el empresario argentino Carlos Ahumada, otro contratista de gobierno, amigo, compadre y hasta amante de personas cercanas a Andrés Manuel.
Ahora, Morena Tamaulipas enfrenta el desafío de atravesar el pantano del caso Carmona sin mancharse el plumaje. El caudal de fotografías de este personaje con figuras como Erasmo González, Mario Delgado, Olga Sosa, Américo Villarreal son abundantes; la relación existe, y le han aceptado ellos mismos. ¿Cuál era la finalidad de este empresario reynosense al mezclarse con los líderes morenistas del estado? ¿La amistad? ¿Simple diversión? Mientras se dilucida este punto, quedan patentes los regalos y fiestas que solía dispensarles.
Américo Villarreal ha dicho que no hay nada ilícito ni indebido en la actividad de Sergio Carmona Angulo en México. Si esto es así, ¿por qué murió ejecutado el 22 de noviembre de 2021?
Pronto seremos testigos si Morena Tamaulipas ha tenido su propio “Carlos Ahumada”, y si conducirá sus aspiraciones de gobernar la entidad a un trágico final.