Se hunde en incongruencias Morena Tamaulipas
Ciudad Victoria.- El doble discurso es el contraste entre los hechos y las palabras, entre las acciones y los mensajes. Quizás no exista un motivo más importante de disgusto y rechazo de parte de la sociedad que descubrir en dirigentes y representantes del poder esta falta de congruencia. También ha sido la causa principal por la que los ciudadanos castigan a los partidos, y en esta situación se encuentra ya Morena Tamaulipas.
Mario Delgado, el dirigente nacional, acaba de admitir en público que el empresario Sergio Carmona se acercó al partido con la intención de financiar las campañas de Tamaulipas. ¿Qué otro asunto querría el señor Carmona tratar ahí o con qué propósitos buscaría a los candidatos de Morena si no fuera para patrocinarlos, para costear su promoción? Él se dedicaba a los negocios, no a la política.
En efecto, Delgado reconoció que Carmona tenía esos planes, pero que el partido no los aceptó porque ellos organizan “campañas austeras”. Estamos aquí ante un claro ejemplo de doble discurso; por un lado, Morena siempre ha sostenido que su movimiento busca transformar la política, la moral y la vida pública del país después de los gobiernos del PRI y el PAN, que incrementaron la desigualdad y la corrupción. Ellos se caracterizaron por subordinar el interés público a los intereses empresariales. Ahora, con la relación de los hermanos Carmona y Mario Delgado, Morena Tamaulipas abriría estas mismas posibilidades sin que nadie lo notará.
Si llegó o no a financiar estas campañas quedará por investigarse y por demostrarse. Sin embargo, algunos políticos morenistas ya instalados en cargos públicos recibieron apoyos en especie de este empresario cuando cumplían sus campañas. Todo esto saldrá a la luz tarde o temprano, y la gente valorará la honestidad y la congruencia asumida por Morena en Tamaulipas. ¿Son, en verdad, diferentes al PAN y al PRI? ¿No reciben dinero a escondidas, no conceden privilegios a particulares, no mienten a la sociedad? Lo que se ve hasta ahora no muestra ninguna diferencia con respecto a panistas y priistas; son los mismos defectos, las mismas prevaricaciones y los mismos desvíos.
Sentimos que tanto los ciudadanos como los simpatizantes pronto descubrirán que el proyecto de Américo Villarreal, integrado por Erasmo González, Olga Sosa y el propio Mario Delgado, no representan una propuesta de cambio para el estado. Peor aún, algunos grupos dentro de Morena están a punto de elevar la rebelión contra ellos. No atraviesa por su mejor etapa la campaña del doctor Villarreal y sus acompañantes porque ya, al interior del movimiento, se percibe que Américo es punta de lanza de una cofradía con intereses ajenos a la Cuarta Transformación. Porque ni Erasmo González, Olga Sosa ni Mario Delgado saben nada de cambio social, justicia distributiva y transparencia. Justamente, los tres fueron las personas más cercanas al empresario asesinado en San Pedro Garza García, en noviembre de 2021. Esto tendrá repercusiones en la imagen y en la campaña de Américo Villarreal.
En tanto, en el otro extremo, César Verástegui, como candidato de la alianza PAN-PRI-PRD, ha preferido acercarse a las bases, visitar poblados, comunidades apartadas y las ciudades principales, recorrerlas a pie, hablar cara a cara con las personas y pedirles: “Este soy yo; conózcanme”. El ingeniero no quiere el apoyo basado en la militancia o la ideología de un instituto. “No voy a obligarlos a seguir a un partido determinado o una forma de pensar: los invito a esta causa por el hombre que yo soy, por las cualidades que me representan”. Este es el mensaje esencial de la gira y los discursos de César Verástegui por Tamaulipas, y que ha sido bien aceptado por los ciudadanos.
Desde noviembre del año pasado, con esta estrategia sencilla pero directa, el ingeniero Verástegui ha logrado diferenciarse de Morena y su candidato y llama más la atención de la gente.
A estas alturas, ya resulta evidente el uso de los jóvenes Siervos de la Nación, que son empleados de la Secretaría de Bienestar, así como de los favorecidos de los programas federales, para animar los eventos de Américo Villarreal, quien no mueve un dedo para atraer a los electores y deja que otros se encarguen del trabajo pesado. Esa es la estrategia simplista y autoritaria de sus coordinadores Enrique Palacios, Mario Delgado y Erasmo González.
Como una sombra amenazante planea el recuerdo de Sergio Carmona sobre Mario Delgado y Américo Villarreal, las dos figuras responsables de consolidar a la Cuarta Transformación en Tamaulipas. Pero las mentiras, la simulación y el doble discurso que reflejan ambos ya comienza a causar decepción y resistencias en la militancia, y más aún en los simpatizantes, a quienes se les ha ofrecido un cambio político que el candidato y sus impulsores son incapaces de cumplir.
A consecuencia de ese juego de engaños y trampas, un grupo de morenistas de la frontera dará un paso al frente para oponerse a la candidatura del doctor Villarreal y nombrar, en su lugar, a Alejandro Díaz Durán como candidato legítimo a la gubernatura de Tamaulipas. El éxito de esta aventura es irrelevante; lo fundamental será ganar el debate público, la opinión del electorado sobre las prácticas democráticas e igualitarias que rigen al partido. Ahí estaría la principal conquista de Díaz Durán y sus seguidores: convencer a la gente de que a Morena lo ha secuestrado una mafia desinteresada en las causas sociales y los problemas de los tamaulipecos, ya que su único propósito es darle poder a individuos como Erasmo González, Olga Sosa, Américo Villarreal y el propio Mario González, sin calidad moral ni compromiso.
Si este discurso encuentra terreno fértil en las personas, si los tamaulipecos comienzan a desconfiar de Américo Villarreal y sus acompañantes, la suerte de Morena en el estado se hará pedazos ante el entusiasmo del ingeniero Verástegui y su deseo de incluir a todos en su proyecto.