Ciudad Victoria.- Desde el proceso de selección del candidato, Morena ha padecido muchos dolores de cabeza, cambios que han agraviado a sus grupos, y todavía no se asienta la agitación de aquella etapa. La inconformidad por la designación de Américo Villarreal Anaya va en aumento debido al pésimo actuar del pre candidato quien ha profundizado la herida conformando un bloque de priistas encabezados por los carmonizados Erasmo González, Olga Sosa, Armando Martínez y ahora se suman a esta invasión Oscar Luebbert, El betico Valdez Richaud, Garza Barrios, Ramiro Ramos y se espera la llegada de Edgar Melhem y una decena más de priistas que ocuparán puestos de primer nivel en la organización del equipo de campaña y de ahí, si ganan, irían directos al gabinete.
Por su parte, los grupos – poderosos y con gran peso político – de Alejandro Rojas, Rodolfo González, Mario López, Maki Ortiz y muchos más esperan ver una señal de que serán incluidos en el gran proyecto de la izquierda para Tamaulipas.
Este proyecto no le pertenece al doctor Villarreal: es un esfuerzo colectivo, la suma de miles de voluntades construida a lo largo de los años en la lucha política y social, en la que se reconoce el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, más no el de Américo Villarreal.
Los auténticos morenistas comparten con AMLO la tarea de crear una sociedad sin privilegios, y para ello es necesario vencer al PAN y al PRI, responsables de esas injusticias.
Y desafortunadamente, no se ve como, con un ejército de priistas que vienen hambrientos de poder y de dinero, se pueda lograr esta transformación.
Tamaulipas se encamina a dar este salto transformador, y los grupos ya se preparan para hacerlo realidad el 5 de junio pero sin luderazgo, sin proyectos, sin cuafros, sin partido organizado y sin sólidas estructuras, no se ve como puedan lograrlo.
Los viejos compañeros de viaje del doctor Villarreal, la clase priista que dirigió Tamaulipas de 1999 a 2010, intenta subirse al proyecto morenista y tomar las riendas. Son los mismos que congeniaban con la derecha de Vicente Fox y con los gobiernos destructivos de Tomás Yarrington y Eugenio Hernández; los mismos, también, que conspiraron contra López Obrador en su primer campaña a la Presidencia. Esos, pues, se aprestan a ocupar los lugares principales en el equipo de Américo.
Un proyecto transformador no merece tal nombre si lo encabezan los priistas de siempre. Un proyecto electorero, de propósitos pragmáticos y sin altura de miras, tampoco es lo que buscan los tamaulipecos en los próximos años.
La oferta de Óscar Luebbert al proyecto de Américo es de este tipo: vengo a ayudarte a ganar, pero no apoyaré a Morena ni a la Cuarta Transformación. Para los oídos del doctor Villarreal, suena muy bien porque el ex senador del PRI es un hombre persuasivo, con discurso, y puede convencer a otros de sumarse a su carrera. Pero, para Movimiento de Regeneración Nacional es otro desertor del priismo que busca reacomodo con sus antiguas amistades y no muestra ningún interés en el proceso de cambios políticos que el Presidente impulsa desde 2018. Estos personajes aspiran a un eventual gobierno de “cuates” para asegurar su futuro político y el de los suyos.
Con las razones de Luebbert para abominar de la alianza del PRI con el PAN podemos tener fuertes coincidencias y sentirnos inclinados a darle la razón (la persecución hacia priistas, la cancelación de apoyos por motivos políticos, las humillaciones y maltratos del PAN). Pero esto no lo convierte de la noche a la mañana en un líder social o en un promotor de las causas populares, que serían los perfiles más representativos en Morena. La motivación de Luebbert es simplemente revanchista, y a eso apostaría su colaboración en el equipo de Américo. En su círculo cercano de empresarios, líderes de clase media y profesionistas, Luebbert puede convocar a un voto de castigo al PAN y al PRI; al primero, por los agravios recibidos y sus pésimos resultados; al segundo, por rebajarse a servir de pelele en una elección fundamental para el estado. Estos servicios los concluiría con los consabidos espacios de poder para él y sus allegados. Entre él y Américo sobran los puentes de entendimiento y los contactos para trabajar en equipo.
El error de esta fórmula es injertar al PRI en un proyecto pensado y formado cien por ciento por morenistas. La actual estructura de promoción que ya trabaja para el doctor la integran jóvenes y operadores que llevan tres años de labor política en cada ranchería, población y ciudad de Tamaulipas. Américo nada tuvo que ver en su formación; la supervisan desde Morena México, y está bajo coordinación de José Ramón Leal, el JR. Para toda esta gente, así como para los diversos grupos que todavía no llegan a acuerdos con el precandidato a gobernador, la invasión de personajes del PRI resulta incómoda y odiosa. Más aún, si se mira en profundidad, resulta innecesaria.
El otro oficioso es Humberto Valdez Richaud, el Betico, también ex alcalde de Reynosa, quien repite simplemente la oferta de Óscar Luebbert al proyecto de izquierda: voto por Américo, pero no apoyo a Morena. El Betico está semi retirado de la política, de la reflexión de los temas estatales y de casi toda actividad pública, y su influencia no rebasa los límites de su ciudad natal. Pero aún puede agitar algunas conciencias entre los reynosenses.
El carro de Morena está completo, y estos señores solo pueden ir de “aventón” si los miembros del partido lo permiten. Muchos de sus integrantes han acompañado a López Obrador desde 2014, cuando fundaron un nuevo instituto de izquierda, uno verdaderamente autónomo de los poderes fácticos y económicos. Han batallado desde entonces, han sufrido hostigamiento, amenazas, a veces cárcel. Los verdaderos morenistas son personas de acción, de territorio, no de café ni de grillas palaciegas. Están preparados para llevar a Morena a la gubernatura de Tamaulipas en 2022 y hacer historia en el estado. Hay también liderazgos que aportan experiencia, conocimientos y relaciones. A estos debería Américo acudir de inmediato para asegurar el triunfo en la elección del 5 de junio, no a priistas semi retirados de la política y vinculados a intereses poco transparentes.
Óscar Luebbert y el Betico llegan con un retraso de siete años a Morena.
Américo, Erasmo y sus carmonizados están convirtiendo a MORENA en un barco pintado de guinda con capitanes y tripulación tricolor.