Ciudad Victoria.- En estos días es frecuente leer opiniones exageradas sobre las fortalezas y debilidades de Acción Nacional. La prensa local sigue una línea demasiado encantadora al respecto. Por otro lado, los adversarios todo lo ven mal. En esta encrucijada, ¿a quién creerle? A riesgo de meternos un balazo en el pie, les aconsejamos lo siguiente: no le crean a ninguno. A pesar de ello, solicitamos un voto de confianza porque hemos omitido una tercera opción: revisar los datos. Es ahí, amigos lectores, donde podremos obtener una mejor respuesta.
Por no revisar dichos datos, por cerrar los ojos a la realidad, se acumulan alabanzas sobre alabanzas al PAN en esta etapa de la elección 2022; son tantas las opiniones al respecto que se creería que el partido ocupa la Presidencia de la República. Pero los hechos, la historia, acaban por imponerse a un millón de lambiscones que elevan su voz para impresionar, no para convencer.
Los números todos, los propios y ajenos, indican que Acción Nacional está devaluado y que ha perdido casi todo el capital político desde el año 2000, cuando logró la alternancia en el Poder Ejecutivo. Ya no es un es marca competitiva, ganadora ni interesante. Si lo fuera, no andaría buscando alianzas con el PRI y el PRD.
Todavía lo creían así en 2021. En los comicios municipales y de diputados locales, se interrogó varias veces a Luis Cantú, dirigente panista en la entidad, si el albiazul acudiría en coalición con otros partidos. Irónicamente, el PRI no descartaba ni negaba la posibilidad, como si tentara la idea. Pero el “Cachorro” (con razón le prendaron ese apodo) descalificó la mencionada alternativa y aseguró que Acción Nacional no necesitaba esa fórmula para ganar. Pero estaba engañado: el PAN perdió Nuevo Laredo, Reynosa, Ciudad Victoria y Altamira, y cayó a segunda fuerza en el Congreso Local.
Decíamos arriba que los números propios de Acción Nacional lo destinan a perder en este año. ¿Es acaso un mal augurio de Morena, del MC o de personas resentidas con el partido? En absoluto: es el pronóstico de Marko Cortés, presidente nacional de este instituto. De los seis estados donde habrá elecciones en 2022, el panista le niega la victoria a su insignia en cinco. Descuidado, lo grabaron mientras expresaba estos tristes presagios a un correligionario, a quien le confió que solo había posibilidad de ganar Aguascalientes. Burlonamente, Mario Delgado le respondió en Twitter, y le dio la razón en casi todo, excepto que no debía guardarse ni siquiera Aguascalientes; para el morenista, lo perderían absolutamente todo.
Los temores de Cortés son tan ciertos que respaldó la alianza con el PRI y PRD en tres de los seis estados para poder competir con Morena, el favorito en las encuestas. Y esos estados fueron Durango, Hidalgo y Tamaulipas.
Lo que la mayoría de la gente no alcanza a ver es que estas asociaciones insólitas y desesperadas son el reflejo de una crisis aguda en el PAN y su aprobación en la sociedad. Acción Nacional, hasta hace poco, fue una maquinaria de triunfos electorales y un verdadero líder político. En 2012, contaba con un millón 800 mil afiliados en el país; luego, vinieron las olas de violencia y desaparecidos de Felipe Calderón, los arreglos con Enrique Peña y el PRI para desarticular el pacto social, y la corrupción de cuello blanco que los involucraba a ambos. Entonces, los militantes huyeron literalmente del PAN. En 2021, solo le quedaban 270 mil afiliados en sus registros oficiales.
El panismo ha quedado huérfano, desorientado y solo. Se le agotaron las ideas para recuperar a las mayorías que antes lo respaldaban. Hasta pareciera que cada año lo hace peor y se apaga más y más. En 2021, de 15 elecciones estatales, solo ganó Baja California Sur, Chihuahua y Querétaro.
Por si no fuera suficiente, en Tamaulipas el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca persigue y reprime a los panistas, lo que aumenta el descontento hacia el partido. Sus víctimas, hasta ahora, han sido Lety Salazar, Carlos Canturrosas, Maki Ortiz y Habiel Medina Flores. De los cuatro, tres ya están en Morena.
Este caldo de roces y luchas ha configurado una tendencia política favorable a Morena en la entidad. En la encuesta publicada en diciembre del año pasado, la empresa Massive Caller le asignaba 53 por ciento de las preferencias a Movimiento de Regeneración Nacional, frente al 25 por ciento para el PAN.
Con las ruinas que le restan, se prepara ahora a buscar la gubernatura de Tamaulipas con ayuda del ingeniero César Verástegui Ostos. La jugada perversa consiste en fiar en la buena estrella del Truco para ganar la elección, porque la gente ya no tolera ni los colores ni las letras del partido. Solo oír “PAN” le quita puntos en las preferencias. En realidad, es el ingeniero quien echará sobre sus hombros el éxito de la campaña, no la marca ni la historia de Acción Nacional.
Quizás le habría convenido a César Verástegui registrarse como candidato independiente en vez de vincularse con el mismo partido de Cabeza de Vaca. Porque esa es otra de las sombras repelentes que ahuyentan el respaldo ciudadano: la mala imagen del gobernador y de su gobierno.
Más que un voto contra el ingeniero, la gente le dará un voto de castigo a Cabeza de Vaca.