Política

Ni PAN ni Morena irán en unidad en elección de Tamaulipas Por Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Morena y el PAN, los dos principales adversarios de la elección de 2022 en Tamaulipas, viven actualmente el mismo revés: un profundo malestar al interior de su militancia debido a la imposición de candidatos.

Le toca el turno a Acción Nacional de atender a los aspirantes y sus grupos que quedaron inconformes por la designación de César Verástegui Ostos. Queremos advertir que aún no es oficial la candidatura del ingeniero porque apenas transcurre la etapa de precampañas; pero todo está configurado para que el exsecretario General de Gobierno se erija en el abanderado de la derecha cuando aún no se reúne el CDE para deliberar ni discutir sobre su representante.

En realidad, no hace falta abrir ningún expediente ni revisar nada. Desde que el PAN consintió la creación de una agrupación de “amigos”, que más bien eran empleados de gobierno, para promover la candidatura del Truco, el sentido de la equidad se deshizo en perjuicio de los otros aspirantes y ya nada hizo pensar en otra propuesta que la del ingeniero.

Fue inútil la alta aprobación de Chucho Nader Nasrrallah, uno de los mejores alcaldes del país según Consulta Mitofsky, y aspirante también a esta candidatura. Fue inútil para Gerardo Peña y para Ismael, el hermano del gobernador, aunque realmente sean dos perdedores históricos de elecciones. El panismo de Cabeza de Vaca es un régimen de tendencia autoritaria que desconfía de procesos demasiado abiertos o fuera de su control.

Incluso, Luis Cantú Galván, presidente estatal del PAN, ha confirmado que el ingeniero es “el mejor perfil” cuando el proceso de preregistro acaba de empezar y cierra el 10 de febrero. Este no es un gazapo más del inmaduro Cantú Galván, quien justificó el uso de siete guardaespaldas porque se siente inseguro en la entidad que ellos mismos gobiernan. Podría pasar como una indiscreción automática impulsada por la emoción. Pero, en el fondo, es evidencia de un plan orquestado para instalar al ingeniero en la elección de gobernador. De hecho, debido a que el único preregistro es el del Truco, el líder del PAN dijo que eso era “ejemplo de la unidad” que se vive al interior del partido.

Unidad es la principal carencia que presenta la unción de Verástegui Ostos; ha trascendido la decepción del equipo de Chucho Nader por el proceso arreglado para favorecer al ingeniero. Es justo decir que el exsecretario es un verdadero líder social, un hombre cercano a los segmentos humildes y marginados; popularidad y apoyo, los tiene. Pero Acción Nacional ha intentado jugar a la “unidad” de la militancia para fortalecer el proyecto del ingeniero. Creemos que no lo necesita. Si ha recurrido a la obsoleta táctica del “todos unidos”, es más bien para mejorar la percepción del partido, que ha sido castigado por los ciudadanos en las recientes elecciones y anda urgido de aprobación y simpatizantes, así sean ficticios o simulados.

En política, la unidad es un bien muy escaso cuando se consigue genuinamente. Por lo general, se trata de personajes con una reputación muy alta como servidores públicos y sociales, a veces como perseguidos políticos. Se requieren muchos años para construir una imagen así. En México, el último que ha logrado esta categoría es Andrés Manuel López Obrador, y eso explica la elevada aprobación que aún recibe después de tres años en la presidencia y de diversos problemas económicos y de seguridad en el país.

Por lo tanto, en la unidad de Luis Cantú y de Cabeza de Vaca solo hay palabras sin sustento ni realismo. La ventaja que utiliza Acción Nacional para imponer su voluntad es que ejerce el Poder Ejecutivo, y es bien sabido que la ejecución de obras y el financiamiento a los municipios depende, en gran medida, de una buena relación con el gobernador. ¿Quién se va a oponer a los deseos del mandatario cuando eso significaría escasez de recursos y quizás carpetas de investigación en la Contraloría Estatal o en la Fiscalía Anticorrupción? De aquí proviene la mentada unidad, de la real politik, no del pueblo.

Caso muy diferente es el de Morena Tamaulipas, que necesitaba de acuerdos de honestidad y transparencia para lograr una verdadera candidatura de unidad. Porque aquí la dirigencia estatal no llega ni a sombra: nadie la obedece. Ni aún Erasmo González con su protagonismo como presidente de la Comisión de Presupuesto del Congreso de la Unión ejerce autoridad sobre nadie. Podría pensarse, entonces, en el delegado nacional, pero fuera de un círculo cerrado es casi un desconocido. Por increíble que parezca, Movimiento de Regeneración Nacional no tiene una voz de mando que alinee a sus miembros.

Morena Tamaulipas debía confiar en un proceso de selección impecable y limpio para que todos los aspirantes se unieran al vencedor. Sin embargo, eso fue justamente lo que no ocurrió. Américo Villarreal Anaya fue anunciado como ganador de las encuestas con gran beneplácito de Mario Delgado y no más: el resto de los contendientes salió resignado. Maki Ortiz, de hecho, inició una lucha en tribunales para invalidar el nombramiento y casi se ha convertido en su razón de vivir. Adrián Oseguera, por otro lado, se ha aislado en su municipio y no quiere volver a oír de procesos internos en Morena. La unidad del partido, en consecuencia, está rota, y se perciben dificultades para que los diferentes grupos trabajen en el proyecto del doctor Villarreal.

A pesar de estos conflictos, el PAN y Morena insisten en presumir “unidad” y en declararse con la fuerza suficiente para ganar la gubernatura de Tamaulipas. Será un duelo de estrategias, de maniobras y de astucias la que sostendrán para salir vencedores. Quien tenga los mejores operadores podrá celebrar la noche del 5 de junio.

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