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La fábula del tipo con suerte o Erasmo González Robledo Por:Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Erasmo González Robledo nunca estuvo a la altura del cambio ofrecido por Morena a los ciudadanos, sintetizado en el famoso mandamiento: “No mentir, no robar no traicionar”.

Originario de Ciudad Madero, se formó en la cultura piista del amiguismo, el compadrazgo y la grilla, de la que se consiguen puestos, pero no liderazgo.

Buscando puestos ha andado desde 2005, cuando obtuvo su primera oportunidad gracias a las influencias de su padre, don Erasmo González Martínez, ex alcalde de la urbe petrolera de 1981 a 1983.

Inexperto en el servicio público, debió comenzar como comisario del Sistema DIF Municipal, en aquel 2005. Recomendado por su papá ante el alcalde de entonces, Guadalupe González Galván, Erasmo, en solo dos años, pasó de comisario a Contralor y de ahí a presidente municipal, cargo que ejerció por un año.

Ese que nunca había ocupado un puesto en el sector público se convertía en la máxima autoridad municipal en solo 24 meses.

A partir de ahí, Erasmo dio muestras de desubicación, delirios y fatuidad, metido en una burbuja de mimos y privilegios que le hicieron ver la vida fácil, la política, un juego de niños, el destino, un sirviente bajo sus órdenes.

Siempre en el PRI, donde los favores rigen el ascenso al poder, se convirtió en delegado del Instituto de la Vivienda y el Urbanismo, de 2011 a 2013.

En ninguno de los puestos tuvo un logro o éxito destacado que reflejara su interés en la gente o en su municipio. Ni uno solo. Era un burócrata, cumplía sus horarios, y en su tiempo libre se dedicaba a la grilla para dar el siguiente salto.

En 2013 fue a parar al Congreso local como diputado del PRI, y de nuevo se dedicó a servir al poder, esta vez al gobernador Egidio Torre, con la intención de autopromoverse y escalar más arriba.

Pero, en 2016 Egidio le entregó el estado al PAN, y llegó Francisco García Cabeza de Vaca como gobernador. El PRI, como fuerza política, prácticamente se extinguió, y Erasmo olfateó que era el momento de brincar a otro partido.

En 2018 la figura política más influyente del país era López Obrador, y era cuestión de dejar correr las cosas para que ganara la elección presidencial. Yendo con la corriente, Erasmo se introdujo a Morena, se convirtió en candidato a diputado federal por el distrito 7, y llegó al Congreso de la Unión en ese año.

Ahí, repitió su método de siempre, servir a la jerarquía, y lo reeligieron en 2021 por la vía plurinominal. Erasmo alcanzó la presidencia de la poderosa Comisión de Presupuesto del Congreso de la Unión, pero nunca se interesó en acercarse a los ciudadanos ni mezclarse con la gente, ni siquiera de su municipio.

Con la mirada clavada en las oportunidades, apoyó a Mario Delgado en la elección de presidente nacional de Morena, y acertó. Fue cuestión de unos cuántos encuentros para que Erasmo acercara a Sergio Carmona a Mario Delgado y a la dirigencia morenista.

Carmona dispensó fiestas, regalos, vehículos y hasta avionetas a Erasmo, a Olga Sosa, a Maki Ortiz, a Américo Villarreal y a la cúpula del partido. El 22 de noviembre de 2021, moría ejecutado en Nuevo León.

Erasmo González y Mario Delgado fueron acusados de vender las candidaturas de 2021 al mejor postor. Rafael Osorio, aspirante en el municipio de González, los señaló directamente en un video que aún circula en Internet (https://bit.ly/3thvwyC).

Desde que Mario se dejó engatusar por Erasmo y sus tranzas, todo ha sido escándalos, riñas internas y problemas para Morena Tamaulipas. La razón es transparente como el agua: Erasmo jala con priistas y panistas, como Carmona, con gente adinerada, no con la militancia de Morena.

Hace pocos años, un periódico recogió la opinión de Erasmo sobre el presidente López Obrador: “AMLO representa un peligro para México”. Hoy trabaja para él, pero quizás en el fondo de su alma sigue pensando lo mismo. Por sus acciones, nos queda clara una cosa: “Erasmo González es un peligro para Tamaulipas”.

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