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Américo gana… ¿Tamaulipas pierde?

Por Mauricio Fernández Díaz

Un método sin certeza ni credibilidad favorece a Américo

Ciudad Victoria.- Dicho sin mala fe, Morena es una fuerza callejera, una corriente genuinamente popular en la que millones de personas expresan su hartazgo al régimen del PRI y el PAN. Esta multitud ha decidido quitarle el monopolio del poder a ambos partidos por las muchas injusticias y desigualdades sufridas. Esta es la principal virtud de la Cuarta Transformación.

En asuntos de organización, de procesos electorales y de selección de candidatos, en lo relativo propiamente a la vida institucional, Morena es un partido atrasado, falto de transparencia y de cultura democrática.

Para ser de izquierda, recurre a prácticas informales y grotescas, como tómbolas y sorteos, para designar candidatos o para dirimir disputas. Parece temer importunar a los aspirantes, causarles un malestar, y prefiere jugar al azar, casi a los dados, para repartir las nominaciones.

Agobiado quizás por las burlas, Morena se deshizo de las tómbolas, pero las sustituyó por un método tan cuestionable como esos lances de la suerte: las encuestas.

En las democracias modernas, con un alto nivel cívico y democrático, los países organizan elecciones primarias para seleccionar a su mejor candidato o candidata. En las llamadas ‘primarias abiertas’ pueden votar todos los ciudadanos sin importar su afiliación partidista. Posteriormente, el ganador de esta ronda se convierte en el candidato para la elección general.

En Italia, Francia y España, por ejemplo, se utilizan elecciones primarias por el grado de confiabilidad del resultado. Estos ejercicios están a cargo de los institutos electorales con personal capacitado, autónomo y profesional, y se apegan a principios constitucionales. En caso de inconformidad puede acudirse al poder judicial a presentar una demanda.

Habla mal de Morena su resistencia a utilizar métodos más actualizados y transparentes, más objetivos y justos.

Porque las encuestas, como sustituto de las personas, no pertenecen al mundo del derecho. Pertenecen al de la mercadotecnia, al del comercio y al de la popularidad. Y las encuestas políticas, como afirman los mismos publicistas, son de quien las paga.

Como método para la designación de candidatos no hay otro más oscuro, deficiente y antidemocrático. Las aplican empresas contratadas por funcionarios del partido, y estos funcionarios tienen sus precandidatos favoritos. Además, no hay manera de corroborar la identidad de los participantes. Se presumen como investigaciones de campo, y es difícil impugnarlas en tribunales.

Reiteramos: se trata de encuestas para elegir a un candidato entre varios aspirantes, no de encuestas de salida o de conteo rápido, que emplean una metodología verificada y sometida a pruebas.

Una de estas encuestas deliberadas, parciales y polémicas acaban de perfilar a Américo Villarreal Anaya como el candidato de Morena a la gubernatura de Tamaulipas. Si bien es un médico de conocida trayectoria y se desempeña como senador, hay datos que causan sospechas e incredulidad en este ejercicio. Américo difícilmente ha recorrido 30 de los 43 municipios de la entidad y ha resultado el más mencionado y conocido. Rodolfo González Valderrama y Juan Ramón Gómez han cubierto una mayor extensión del territorio, y terminaron detrás. Ellos, como coordinadores de Programas Federas, han tenido contacto directo con más personas, cara a cara y mano a mano, que el doctor Villarreal. Por eso resulta inexplicable que los califiquen de menos reconocibles.

En el levantamiento aplicado en Tamaulipas, se aplicaron 1,250 encuestas telefónicas para calificar a los aspirantes. Si ya resulta un método poco confiable por su propia naturaleza, el de tipo telefónico deja aún más interrogaciones y dudas. Las encuestas más objetivas y verosímiles son las entrevistas directas, de persona a persona, pero los funcionarios de Morena, por razones desconocidas, dejaron a la tierra del Filósofo de Güémez sin esta modalidad. En todos los demás estados recogieron encuestas directas.

Todavía falta para declarar a Américo Villarreal Anaya como candidato oficial pero el momento está muy cerca. Maki Ortiz Domínguez, desertora del PAN, ha resultado la mujer mejor calificada, pero su pasado conservador y su dedicación a la derecha por décadas la dejan prácticamente eliminada.

El doctor Villarreal Anaya, repetimos, es un profesional de la salud con buena reputación, que solo desde el año 2018 se ha interesado en los más pobres y en los principios de la Cuarta Transformación. No le creemos: ese no es él. De sus 35 años en la política, 32 los ha ofrecido al PRI y a los gobiernos corruptos de Eugenio Hernández Flores y Egidio Torre Cantú, entre otros. Les debe a los peores personajes de la política estatal sus mejores oportunidades.

“Muéstrame con quién andas y te diré quién eres”, dicta un famoso refrán. Para saber de qué lado se inclina Américo, observe en los próximos días qué personas se congratulan de su nominación o quiénes lo acompañan.

De consumarse la designación, vendrá la etapa más delicada y difícil de Morena para conservar las oportunidades de triunfo en 2022: la operación cicatriz. Los actores de esta interna no se resignarán como niños maltratados. En el siguiente comentario vamos a detallar el rumbo que puede tomar el proceso en Morena. Apenas viene lo mejor.

Agárrese. Le prometemos muchas sorpresas.

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