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Cabeza de Vaca le declara la guerra a los tamaulipecos;Por:Mauricio Fernández Díaz


Ciudad Victoria.- Por más que el ingeniero César Verástegui y Chucho Nader se esfuercen en levantar la imagen del PAN, por más trabajos que emprendan para despertar el entusiasmo de su partido, ahora perdido, todos los intentos chocan y se rompen con la misma pared: Francisco García Cabeza de Vaca.

Es un caso realmente alarmante, casi de locura clínica. En vez de ofrecer un trato respetuoso, si no fraterno, ante el mar de pleitos que sostiene con Morena, el gobernador ha decidido meterse con los ciudadanos y negarles recursos para sus necesidades. Esta invitaciones a la enemistad las ha lanzado a Ciudad Victoria y Matamoros.

Con razón, Alejandro Ceniceros, líder estatal del PT, ha calificado la actitud del mandatario de “irracional y de odio”.

Muchos historiadores han documentado los desatinos que mostraban los emperadores romanos cuando subían al poder. Se convertían prácticamente en seres infrahumanos, déspotas y pervertidos. Como pequeña muestra citemos a Suetonio y su retrato de Nerón: “Desengañado de esta esperanza, empobrecido y agotados sus recursos hasta el punto de retrasar la paga de los soldados y las pensiones de los veteranos, recurrió a las rapiñas y a las falsas acusaciones”. ¿Será posible que un gobernante tamaulipeco repita los mismos vicios que hace 2000 años?

En el caso de Cabeza de Vaca, su furor lo descarga de manera selectiva, ya que no todos lo sufren. Sus víctimas son las ciudades gobernadas por Morena, particularmente dos: Ciudad Victoria y Matamoros. Para ellos no hay consideración, tolerancia ni ‘gobierno del pueblo y para el pueblo’.

Si conoce usted Ciudad Victoria, sabrá de las carencias que viven sus habitantes para satisfacer hasta las necesidades más elementales, como el agua. Nosotros agregaríamos otro: recursos económicos, ya que sin esto o en cantidades insuficientes cualquier problema, por pequeño que sea, se transforma en un asunto serio.

Los victorenses sufren el racionamiento del vital líquido; les llega solo por unas horas o algunos días de la semana, y en algunos sectores nunca llega. Las calles parecen el escenario de una ciudad bombardeada en la Segunda Guerra Mundial de lo destrozadas que están. Para colmo, le debe 90 millones de pesos a la Comisión Federal de Electricidad por un adeudo de la empresa potabilizadora, Comapa. Los años venideros encienden ideas pesimistas en la gente.

Con el cambio de legislatura en el Congreso Local, ahora dominado por Morena, los victorenses recuperaron el optimismo y esperaron conseguir más recursos para su municipio. El hecho de que también el nuevo alcalde, Lalo Gattás, viniera del morenismo, aumentaba sus expectativas. En fin, los astros se alinearon y la mayoría de los diputados aprobó una iniciativa que cumplía con los más sentidos deseos de Ciudad Victoria: crear un fondo de capitalidad, una partida extra para darle mantenimiento a su terruño.

Pero, vino la reacción del gobernador, reacción insensible y totalmente antipática con los victorenses: emitió un decreto para vetar el fondo de capitalidad. Ni un centavo más a Ciudad Victoria por más que se muera de sed, se rompan sus calles y cargue con el quiebre financiero de la Comapa, mismo que, en parte, se originó en la administración panista de Xicoténcatl González y Pilar Gómez, prima de Cabeza de Vaca. Nada de dinero extra; esa era su voluntad.

En Matamoros encaran una crisis parecida, si no más grave, por la escasez de agua. Algunos sectores de este municipio, como el Campestre Río 2, llevan veinte años con problemas de drenaje sanitario sin resolver. Acá los conflictos son más radicales: no existe empresa administrada por el municipio sino una Junta Local de Aguas, bajo dominio del Gobierno del Estado. Y como Morena dirige la ciudad, Cabeza de Vaca ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos a los matamorenses. Él pudiera enviar a un director preparado y experto en temas hidráulicos para corregir las fallas de la heroica ciudad. Claro que pudiera, pero ha preferido nombrar a Rodolfo Simón Hernández Piña, un burócrata sin perfil en estos temas.

Tales fueron las reacciones de Cabeza de Vaca a las necesidades de estos ciudadanos: darles la espalda deliberadamente. El gobernador nunca se imaginó lo que esto provocaría o, si lo hizo, tampoco le importó.

En Ciudad Victoria, los regidores llamaron a los ciudadanos a iniciar actos de resistencia civil en contra del Gobierno del Estado. Pidieron suspender el pago de impuestos estatales, el de nómina y de hospedaje, así como derechos. Campañas y eventos promovidos por Cabeza de Vaca sufrirían también el boicot.

En Matamoros, más de 200 personas, entre funcionarios y vecinos, marcharon en protesta por la designación de burócratas sin capacidad ni experiencia en la dirección de la Junta de Aguas. También exigieron la renuncia del gerente técnico, quien ha estado ahí desde hace décadas sin mejorar nada ni proponer ninguna solución.

Los ciudadanos, entrones, respondieron a la afrenta de Cabeza de Vaca. No lo quieren a él, a su gabinete ni a sus representantes. Sin romper el orden constitucional, se le rebelaron.

A esto llevó la actitud del Gobernador de Tamaulipas, calificada justamente de “irracional y de odio”.

Por desgracia, nos parece que es solo el principio.

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