Sección 36 Por Oscar Díaz Salazar
El caso del trabajador petrolero de Reynosa, Armando Castillo Alarcon, jubilado contra su voluntad por Petróleos Mexicanos, a petición de los «líderes» de la Sección 36 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, es un vivo ejemplo de los vicios que aún persisten en el sindicalismo mexicano, en PEMEX, en la política y en la justicia laboral.
Con cincuenta años de vida y alrededor de treinta de servicio en PEMEX, Armando Castillo fue notificado de la jubilación que en forma unilateral decidió la paraestatal en contubernio con la mafia sindical de la Sección 36, precisamente como represalia por su participación en la política gremial, en un grupo contrario al que encabeza el dueño del STPRM en Reynosa y la región, Moisés Balderas Castillo.
Con más de una década de controlar en forma absoluta las desiciones, los bienes y el patrimonio del sindicato petrolero, Moisés Balderas se conduce como dueño, como amo absoluto del sindicato, y lo hace porque tiene compradas a las autoridades de la Secretaria del Trabajo, que desde el principio de su reinado, en la accidentada asamblea que fue dispersada con gas lacrimógeno, y que realmente no fue instalada ni se llevó a cabo en términos legales ni reales, desde esa ocasión las autoridades de la STyPS, le permitieron imponer su voluntad y mantenerse en el mando a cualquier precio y a costa de lo que fuera.
Moisés Balderas maneja el sindicato a capricho. Dos periodos ocupa la Secretaria General y un período le permite a su marioneta, a su testaferro, a su hombre de paja, a su monigote de apellido Young, que simule ser el dirigente sindical.
Esta década de reinado de Moisés Balderas, ha sido de ruina para los trabajadores petroleros, pero de bonanza para el individuo que inició su «liderazgo» traicionando a quien lo encumbró, Jorge Pulido, el anterior dirigente del gremio. Traicionando inició su reinado y traicionando a los trabajadores ha transitado estos años en los que pudo amasar una cuantiosa fortuna personal.
En el camino, Moisés Balderas ha permitido, tolerado o decidido el deterioro de los activos sindicales, la destrucción del Cinema 70, la privatización del complejo deportivo y social ubicado en la colonia Aztlan, el cierre del Campestre, el deterioro del recinto donde funcionaban las tiendas, la ruina de los barrios donde viven los trabajadores petroleros, la pérdida de prestaciones, etc., etc.
En vísperas de la renovación del liderazgo en la Sección 36, con la posibilidad de relevar al monigote Young y regresar por otros dos periodos al máximo cargo Seccional, Moisés Balderas se vuelve a aparecer por Reynosa, para prometer la entrega de plantas, fichas, contratos y promociones, a cambio del voto que lo mantenga como usufructuario principal de los múltiples negocios, que además de las millonarias cuotas, ha venido manejando desde el mal día en que Jorge Pulido confió en el sujeto este, Moisés Balderas, campeón de la deslealtad.