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González Valderrama; nunca más un gobierno rico con un pueblo pobre

Por:Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Todos los hombres son iguales, reza la Declaración Universal de los Derechos Humanos: estamos de acuerdo, pero no todas las historias son iguales. Y esto es particularmente cierto en el caso de los candidatos a un cargo público.

Podemos colocar una al lado de la otra la vida de los contendientes políticos, como una baraja de naipes, para darnos cuenta de que, a distancia, parecen iguales, pero de cerca saltan las diferencias. Hagamos ese ejercicio con uno de los aspirantes de Morena al gobierno del estado, Rodolfo González Valderrama.

Nació en Tampico, en 1956. Su padre era obrero y su madre, ama de casa. Eran cinco hermanos; una mujer y cuatro hombres. La infancia de Rodolfo transcurrió en la colonia Tamaulipas, un sector característico de clase trabajadora.

A los 16 años, Rodolfo entró a trabajar en Petróleos Mexicanos, donde laboraba su padre. Vistió, pues, el traje caqui y las botas de tractor. En su colonia lo recordarían por mucho tiempo con esa imagen.

Las distracciones del joven Rodolfo eran ir a la playa, jugar al futbol y pasear con los amigos. Para cada una de esas actividades se desplazaba en tranvía, el transporte proletario por excelencia de Tampico y Ciudad Madero, verdadero vehículo de aventuras y emociones. Los tranvías se convirtieron después en el símbolo de la época romántica del puerto.

Rodolfo creció, maduró y se desarrolló en un ambiente popular, al lado de la gente sencilla y honrada, la que piensa en sacar adelante a su familia, en conservar su trabajo y en poder envejecer, esos que a veces llegan a la quincena, y a veces no, pero nunca se rinden.

Si tomamos como referencia que el 69.5 por ciento de los mexicanos vivía en condiciones de pobreza en 1963 (según Hernández-Laos), podemos imaginar la escasez de oportunidades que enfrentó González Valderrama y otros jóvenes de su generación para superar obstáculos. Lo corriente era quedarse de obrero o empleado para siempre.

Rodolfo era buen estudiante, y su padre avizoró para él un futuro como médico. Muy lentamente, el país iba cambiando aún con todos sus rezagos. El grueso de la gente tenía poca preparación: en 1960, el promedio de estudios era de 2.8 años; para 1970, había aumentado a 3.7 años. Es decir, ni siquiera terminaban la primaria.

Con la idea de estudiar medicina más adelante, Rodolfo comenzó la preparatoria en el Instituto Cultural Tampico. En esta etapa hubo un vuelco en su manera de entender y de ver la vida: se interesó en los problemas sociales, en la desigualdad y la pobreza; entendió que no eran fatalidades del destino sino el resultado de las estructuras económicas y sociales. Estas enseñanzas las tomó de los jesuitas y jamás lo abandonarían. Rodolfo quería mejorar la vida de los mexicanos, sí, pero no a través de las ciencias de la salud, sino a través de las ciencias sociales y de la administración pública. Había encontrado su verdadera vocación.

Rodolfo González Valderrama se fue a la Ciudad de México a seguir sus sueños, y egresó de la carrera de Sociología en 1982, en la UNAM.

Ha trabajado en la Presidencia de la República, en el consulado de México en Dallas, Texas; en las negociaciones de paz en Chiapas, en el Gobierno de Zacatecas, en la delegación Cuauhtémoc, y en la dirección de RTC, como titular. También ha sido consultor de diversas legislaturas y administraciones públicas estatales.

Ha publicado artículos académicos en las revistas Debate Ideológico y Universidad Nacional. Es autor de los ensayos «La cultura política en la frontera norte de México» y «Mexico and Northamerican Press», publicados en los libros México, los años de la crisis y The United States: Perspective and Balance, respectivamente.

González Valderrama ha ofrecido varias entrevistas este año a raíz de su intención de buscar la candidatura de Morena para la elección en Tamaulipas. Al preguntarle sobre los cambios que haría de llegar a la gubernatura, Rodolfo ha dejado constancia de su compromiso con la eficiencia y la lucha contra la corrupción. Lo ha explicado en dos partes:

–Uno, la separación del poder político del poder económico, que quien llegue a la gubernatura llegue a servir, no a servirse –ha respondido sin titubeos–. Y dos, la austeridad republicana, que implica comprometerse a proponer una Ley Estatal de Austeridad donde ningún funcionario del poder estatal, el municipal, pero además el Judicial y el Legislativo, que ninguno de ellos gane más que el Presidente de la República.

También, sacaría a la venta aviones, helicópteros y naves para uso personal del mandatario. La Casa de Gobierno, cuyo costo de mantenimiento calcula en un millón de pesos diarios, dejaría de usarse.

Culto, estudioso y actualizado en los temas del presente, Rodolfo González Valderrama advirtió desde 2018 del engaño que pueden provocar el mal uso de las redes sociales y las plataformas digitales. Justamente, la lluvia de lodo, de falsedades, con que ahora quieren detenerlo.

–La economía se está moviendo de la manufactura a la mentefactura; la sociedad de la masificación, a la viralizacicón, y la vida pública se mueve de la verdad factual a la postverdad, a veces con consecuencias y efectos no deseados.

Este es Rodolfo González Valderrama, el as de la baraja política de Morena. ¿Quién se atreve a comparársele?

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