Ciudad Victoria.- En Tamaulipas se ha vuelto frecuente que dos personas cercanas, incluso familiares, discutan por temas políticos; a veces son más, a veces son muchas. Esta escena se repite en cafés, plazas y lugares públicos. Parece que les va la vida en defender su postura, en derrotar a su adversario. En cambio, los poderosos de quienes hablan pasan su tiempo en asuntos serios y evitan desperdiciarlo en chácharas inútiles.
Por ejemplo, la vista de Rodolfo González Valderrama al Palacio de Gobierno, el sábado pasado, desató una ola de conjeturas entre fanáticos e interesados. Cada quien buscaba un signo que le revelara cuál sería el futuro del estado, hacia dónde apuntarían los partidos en la sucesión del 2022.
El apego a un aspirante o a un grupo llevó a algunos a declarar descartado al doctor González Valderrama en este proceso. Son los apresuramientos naturales de aquellos que desean llegar al poder. Deben leerse con tranquilidad, incluso con humor, como pasatiempo inofensivo mientras llegan los hechos de verdadera transcendencia. ¿Qué son esos comentarios de que González Valderrama fue a entregarse a Cabeza de Vaca, de que confabula contra Morena y de que puede ser hasta candidato del PAN? ¿Qué son sino ocurrencias pagadas por gente de Américo Villarreal, Héctor Garza y el propio García Cabeza de Vaca? Estimados lectores: conforme se acerque la campaña, aumentarán los desatinos disfrazados de información con la consabida fórmula “una fuente muy cercana”, “me lo confesó su equipo” y “dicen en México”.
Hablamos de Rodolfo González Valderrama, sociólogo, maestro y candidato a doctor, ex jefe de la delegación Cuauhtémoc y amigo de Andrés Manuel López Obrador en la universidad. Hablamos de un especialista, no de un amateur. Su presencia en el Palacio de Gobierno fue una decisión razonada, prevista, calculada. Sabía que los periodistas lo verían y sabía que tendría difusión. Nadie lo sorprendió o descubrió en flagrancia de ningún delito.
La enorme polarización política, incluso dentro de Morena, provoca posiciones radicales ante el mínimo acontecimiento, como el encuentro del delgado de Programas Federales en Tamaulipas y el Gobernador del Estado. No comprenden que Rodolfo pueda saludar y hablar con García Cabeza de Vaca, el enemigo más odiado de los morenistas locales. Sabio y astuto, González Valderrama no acudió a la cita a encararse agriamente con el mandatario, sino a someterlo a un reto, a comprometerlo con actividades favorables a las causas presidenciales y la Cuarta Transformación. Esa es la transcendencia de la reunión; ese, el propósito velado que tenía el tampiqueño de estar ahí. Varios antecedentes prepararon la cita de estos personajes en un momento áspero en las relaciones de Acción Nacional y el movimiento obradorista.
Comenzaron el año pasado. El país estaba paralizado por la pandemia del coronavirus, y todos los trabajos se habían reducido a lo esencial; también se prohibió la concentración de gente y se ordenaron medidas sanitarias para evitar contagios.
Más que en ningún otro momento, los ancianos y abuelos sin protección social ni ingresos necesitaban la ayuda del Gobierno Federal para enfrentar la crisis. Esta vendría directamente del Programa Pensión para Adultos Mayores, por medio de la Secretaría del Bienestar y los coordinadores de los Programas Federales en los estados. Eran más de 209 mil personas en Tamaulipas que dependían de ese dinero, 2,700 pesos bimestrales en 2020, para alimentarse y subsistir.
En la entidad, además, se vivía en crispación por la actitud retadora del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca hacia las políticas del Presidente López Obrador, sobre todo en lo relacionado con el pacto fiscal y el reparto de recursos a los estados. Se suponía que el reynosense solo quería marcar su postura y motivar la controversia; la grilla, pues.
Pero García Cabeza de Vaca rebasó la línea de las diferencias políticas y perjudicó a los más desprotegidos.
El 2 de abril de 2020, en San Fernando, personal de Bienestar organizó la entrega de recursos a adultos mayores en los ejidos Alfredo V. Bonfil, La Lomita y Francisco González, donde eligieron terrenos abiertos. Los beneficiados se formaron en fila, con una separación de un metro y medio entre uno y otro; al llegar a la mesa de registro, se les entregaba alcohol en gel. Todos usaban cubrebocas. Pero ninguna de esas prevenciones les valió. Funcionarios de la Comisión Estatal contra Riesgos Sanitarios clausuraron los tres puntos utilizados para el pago de las pensiones. Violación a las reglas anticovid, argumentaron.
Después se presentaron dificultades para obtener el permiso de utilizar escuelas públicas, principalmente primarias, para facilitar las entregas. Se alegaban decenas de pretextos para ocultar el rechazo o suspenderlo. Fue la perseverancia del personal de la Secretaría del Bienestar, coordinada con José Ramón Gómez, superdelegado de entonces, la responsable de continuar con el pago de pensiones sin afectar a la población protegida.
Ahora, como nuevo coordinador de programas federales en Tamaulipas, Rodolfo González Valderrama busca ir un paso adelante de estos incidentes. Ha interrogado al gobernador, en su propio despacho, si está dispuesto a colaborar con el funcionamiento de estas ayudas. Quizás, también, le entregó un escrito. Finalmente, es un derecho humano el acceso a la seguridad social y a una vida digna. ¿Se atreverá Cabeza de Vaca a oponerse a esto?