Ciudad Victoria.- Inseguros de sus propias posibilidades, algunos aspirantes a la candidatura de Morena para la elección de 2022 esperan con ansias la renuncia de sus rivales este 31 de octubre, particularmente la de Rodolfo González Valderrama, a quien consideran una amenaza para sus proyectos personales.
En eso aciertan: el coordinador estatal de Programas Federales en Tamaulipas es el único amigo del presidente López Obrador desde la época universitaria, el operador de la campaña de 2018, y el mejor posicionado en los sondeos.
Por desgaste, Américo Villarreal, Maki Ortiz y Héctor Garza ‘El Guasón’ han comenzado a perder puntos y a causar hartazgo. Ya se conocen sus perfiles y capacidades desde hace tiempo, y no dan para más.
Ellos, precisamente, vigilan los movimientos del doctor González Valderrama y han soltado la especie de que no le alcanzará con un mes de trabajo en la Secretaría de Bienestar para figurar políticamente. Recordemos que el tampiqueño asumió la coordinación de Programas Federales el 1 de octubre.
De renunciar el próximo 31, especulan, Rodolfo González se quedará corto en la imagen de la gente. Si no lo hace, y continúa en el cargo, estaría descartado automáticamente para registrarse en el proceso interno de Morena.
Como se ve, solo piensan en eliminar al doctor González Valderrama de la contienda con cualquiera de las dos posibilidades. Es entendible porque se trata del aspirante más fuerte, el más aventajado y el de mejor perfil para la candidatura a gobernador. A uno sin apoyo ni virtudes no le pondrían esa atención.
Él, en cambio, permanece callado, recorre la entidad y cumple una agenda de trabajo intenso para llevar los programas de ayuda a los grupos más necesitados. A nadie le dice si ya redactó su renuncia para entregarla a fin de mes. Lo que sí reconoce es que buscará la candidatura de Morena para la elección del año entrante.
¿Están obligados legalmente él y los demás funcionarios y servidores públicos a renunciar el 31 de octubre si quieren ser candidatos? Legalmente, no.
Ni siquiera se trata de un ordenamiento de Morena o de sus procesos internos, ya que todavía no se publica la convocatoria respectiva.
Esto deriva de un sobreentendido aunque pudiera, a estas alturas, ser un malentendido. Sucedió en septiembre de 2020; el presidente López Obrador dijo que los funcionarios interesados en una candidatura debían renunciar a más tardar el 31 de octubre. Sí, pero se refería en concreto al proceso electoral de 2021, que hace tiempo terminó.
No era ni una resolución de la dirigencia de Morena o un pacto entre aspirantes. Fue un consejo del Presidente como líder histórico del movimiento. Con ello quería evitar el uso de la infraestructura gubernamental y sus recursos para la promoción política de algún aspirante.
Pero, más que convertirla en regla general, López Obrador reaccionó así a unas denuncias fundadas en contra de Pablo Amílcar Sandoval, superdelegado federal en Guerrero en 2020, quien usaba las acciones oficiales para posicionarse como candidato de Morena en aquel estado.
En los decálogos del partido, pues, no figura tampoco ese requisito para validar una candidatura.
Más bien, el Presidente quería enviar en ese entonces otro mensaje: voy a ser guardián de las elecciones (2021). Su objetivo era amarrarles las manos a los gobernadores para que no influyeran en el proceso electoral, ya que estaba en juego la Cámara Baja del Congreso de la Unión, donde la coalición de izquierda era mayoría. Representaba el primer desafío para la Cuarta Transformación, ya que se unieron en su contra prácticamente todos los partidos grandes con el fin de arrebatarle el Poder Legislativo.
En eso estaba pensando esencialmente López Obrador cuando aconsejó a los funcionarios morenistas renunciar con tanto tiempo de anticipación para concurrir a las campañas. Ni pidió reformas legales para hacerlo obligatorio ni lo extendió al 2022 ni a ningún otro año. Es más, no ha vuelto a referirse al tema en este 2021.
El plazo de ley para dejar el cargo público, de acuerdo con la Constitución Local, es 120 días antes de los comicios. Por lo tanto, pueden los funcionarios seguir en él hasta febrero del año próximo sin ningún obstáculo.
Pero los Américos, Makis y Guasones quieren descartar ya el doctor González Valderrama porque solo así sienten que pudieran elegirlos. La realidad es que, de todos los aspirantes, el único que mantiene la calma, se expresa con prudencia y sabe por dentro que tiene el poder de influir políticamente es el coordinador de Programas Federales en Tamaulipas. Es politólogo, es de Tampico y respalda el ideario de Morena desde su fundación: por el bien de México, primero los pobres. ¿Alguno de los otros participantes ha hecho labor social por los desfavorecidos o ha militado en las causas que combatían la concentración de la riqueza, el neoliberalismo y el fraude electoral?
Si se creen dignos de la candidatura, primero que se midan con eso.