Mi esposo se cree gallina
Por Catóndomingo, 26 de septiembre de 2021 · 08:09
“Panza llena, corazón ¿qué hacemos?”. Así decía una expresión vulgar de los pasados tiempos. Un tipo casado embarazó a una chica soltera de su pueblo. Le dio dinero para que fuera a “aliviarse” a la ciudad, de modo de no causar escándalo en el lugarejo. Le indicó: “Si tienes niña pónme un mensaje por WhatsApp que diga: ‘Pizza’. Si es niño pon ‘Espagueti’”. A los pocos meses recibió el mensaje. Decía: “Dos pizzas y dos espaguetis”… El padre Arsilio estaba oficiando el matrimonio de una pareja. Le preguntó al novio: “¿Prometes amar y respetar a tu mujer todos los días de tu vida; cuidar de que nada falte en tu hogar; serle fiel a tu esposa siempre…”. La novia lo interrumpió: “Por favor, padre, no me lo desanime”… “¡Son las 5:00 de la mañana, y qué! -gritó el marido-. ¡Vengo borracho, y qué y qué! ¡Traigo manchas de lápiz labial en la camisa, y qué y qué y qué!”. Tras proferir esa serie de gritos destemplados el tipo exhaló un suspiro de satisfacción y se dijo a sí mismo: “¡Qué bonito es cuando tu mujer salió de viaje y estás solo en la casa!”… Una señora abordó en la fiesta al doctor Duerf, psiquiatra, y le comentó: “Mi esposo sufre un raro desorden mental. Se cree gallina. Camina como gallina. Rasca la tierra del jardín y se come los gusanitos, igual que las gallinas. En vez de hablar, cacarea como gallina”. “Llévelo a mi consultorio -le pidió el célebre analista-. Estoy seguro de que puedo curarlo”. “¡Oh no, doctor! -se alarmó la mujer-. ¡Nos hacen mucha falta los huevos!”. (Y tan caros que están ahora)… Se llama Meñico Maldotado, y es un joven varón con quien la naturaleza se mostró tacaña al repartir los dones de entrepierna. Aun así Meñico no se acongoja por su minusvalía. La otra noche estuvo con una linda chica. Lo vio ella al natural y le preguntó en tono desabrido: “¿A quién crees que vas a satisfacer con eso?”. Respondió Maldotado con una gran sonrisa: “A mí”… Pirulina, muchacha pizpireta, buscó en la sacristía de la iglesia al padre Arsilio. “Necesito su ayuda, señor cura -le pidió-. Soy de carácter débil, y nunca puedo decirle que no a un hombre. Después la conciencia me remuerde mucho”. Le indicó el buen sacerdote: “En mi calidad de director espiritual te diré cómo puedes fortalecer tu carácter”. “No, padre -opuso Pirulina-. Más bien dígame cómo puedo debilitar mi conciencia”… La mujer de la Edad de Piedra entró muy garbosa en la cueva donde se reunían a charlar las trogloditas. Iba luciendo una elegante piel de tigre sable. “¡Felicítenme, chicas! -les dijo alegremente a sus amigas-. ¡Acabo de inventar la profesión más antigua del mundo!”… Don Emerenciano se consiguió seis gotas -sólo seis, fíjense bien- de las miríficas aguas de Saltillo, las cuales gozan de fama universal por su capacidad potenciadora del varón. Su esposa le ofreció: “Te prepararé tu desayuno favorito”. Replicó don Emerenciano: “Después, después. Ahora no tengo hambre”. Al mediodía la señora le anunció: “Te haré para la comida algo sabroso”. “De momento no se me antoja nada -repitió el señor-. Espera”. Llegó la noche, y dijo la mujer: “Voy a cocinar tu platillo preferido para que cenes”. “No, no -rechazó de nueva cuenta don Emerenciano-. Quiero seguir aquí”. “Está bien -accedió la esposa-. Pero entonces ya quítateme de encima. Llevo día y medio sin comer nada” (Nota. La señora debió haber llevado consigo al lecho un itacate, o varios tupperwares con alimentos y agua, pues ya se sabe que los efectos de aquellas taumatúrgicas linfas duran días, así de fuertes son. Por vía de experimentación se administró un centilitro de esas aguas a la momia de un faraón en el Museo de Abu Rimpel, y al punto cobró vida. Huyeron espantados los guardias y guardianas del museo, y el que la llevó fue el director del mismo, sir Highrump Lowprick, quien actualmente desvía de inmediato la conversación cuando se toca el tema en su club de Londres.)… FIN.
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