El dilema de Andrés:Por Oscar Díaz Salazar
Integrante de una familia de recursos económicos modestos, una familia de clase media baja, tenía sin embargo grandes aspiraciones y no pocos talentos, entre estos, ser muy tesonero, muy trabajador, con mucha constancia y muy fuerte voluntad de superarse.
Partió de un pueblo de Tabasco a estudiar (y conquistar) la capital de la república, el conglomerado humano que por un tiempo fue el más grande del mundo.
Estudió Ciencias Políticas, regresó a la capital de su Estado, dirigió el partido que monopolizaba la vida política del país, aceptó un empleo que lo puso en contacto con la población indígena, esto es con los más marginados. Por su experiencia estudiantil y por el contacto con los actores políticos que protagonizaron la escisión que precedió a la elección del 88 y la creación del PRD, se vinculó a esa corriente política que tres décadas después lo llevó a la presidencia de la república.
Fue presidente del PRD, gobernó la Ciudad de México y fue tres veces candidato a la presidencia de la República.
Comparto con ustedes esta apretada biografía de López Obrador, para decirles que en ese largo recorrido que hoy lo tiene viviendo y laborando en Palacio Nacional, estuvo acompañado de un grupo de individuos, que en algún momento fueron simpatizantes, colaboradores, aliados, socios, ayudantes o simples compañeros de ruta.
Quiero hacer una comparación un tanto (o un mucho) arbitraria y pedirles que imaginen que al muchacho López Obrador lo acompañó una jovencita que estuvo con él en la larga lucha para alcanzar el éxito. Hubo una compañera que también fue aporreada en la clausura simbólica de los pozos petroleros de Tabasco; que también estuvo en las visitas agotadoras a todos los municipios del país; que sufrió el acoso de las policías del viejo régimen; que lloró por los fracasos y los fraudes en las elecciones; que paladeó el amargo sabor de las derrotas.
Evidentemente que en ese ejercicio imaginario que les pido realicen, la jovencita que ofreció su compañía y solidaridad al muchacho tabasqueño, ya no es una jovencita, es un adulto hecho y derecho.
Les pido que me sigan acompañando un poco más con su imaginación y que visualicen la escena típica de una telenovela en la que se aparece otra mujer, muy atractiva y muy ambiciosa, a la que indudablemente le resulta muy atractivo el Andrés maduro, triunfador, exitoso, solvente económicamente, propietario de negocios, con empleo bien remunerado, con casa propia, con prestigio etc., etc.
Parafraseando a Enrique Peña Nieto les pregunto ¿ustedes qué harían? o ¿ustedes qué pensarían?. Seguir con la ya no muchacha que estuvo contigo en las duras y en las maduras, en las buenas y en las malas, o disfrutar la grata y novedosa compañía de una muchacha de hoy.
El tema más que visualizarlo en su sentido literal, quisiera que lo analizarán conmigo en sentido figurado y en vez de sopesar entre la compañera de muchos años o la que se apareció con el éxito, hicieran una reflexión para ver quién tiene más méritos o derechos para ser los candidatos a los cargos de elección popular, y para ir precisando, lo podemos poner en quien debe ser el candidato a gobernador de Tamaulipas.
Visualizo como aliados de muchos años, de probada lealtad y fidelidad al proyecto, a la persona y al ideal, a los políticos tamaulipecos siguientes: Rodolfo González Valderrama, Héctor Garza González, Adrián Oseguera Kernion
De los tiempos de bonanza: los otros ocho aspirantes… más los que se acumulen esta semana