Política

Cabeza de Vaca; De como destruyó al PAN en sólo 5 años.

Por:Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- En algún momento del año 2000, cuando la paciencia a los gobiernos del PRI y su cultura antidemocrática se acababa, pudo la gente sentir una sincera confianza en el conservadurismo político y su principal instituto, el Partido Acción Nacional, ansiosa de lograr el cambio que el país reclamaba. Hoy, de aquel entusiasmo, solo quedan cenizas.

Mientras duró, Tamaulipas fue uno de los estados donde se vivió con más fervor la militancia panista. Históricamente, la derecha ha encontrado tierra fértil en el estado: después de la fundación del partido en 1939, el primer comité municipal en todo el país se abrió en Tampico. Desde el puerto, el panismo se extendió a todas las localidades hasta bordear la frontera con Estados Unidos; sus mejores tiempos, pues, estaban por venir.

En ciudades como Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo, Tampico y Victoria, donde se promueven los valores del trabajo, la familia y la religión, el panismo encontró fácilmente simpatizantes por millares y sentó sus plazas de poder; en éstas, supo mantener la unidad de sus integrantes de forma natural, ya que giraba en torno a una figura de la comunidad, que solía representar las cualidades de esa sociedad. Más que un panismo estatal, había grupos panistas en cada municipio, unidos en un mismo fin pero diferenciados por las circunstancias de su lugar de origen. Desde finales del siglo pasado, estos panistas abanderaron la democracia y el Estado de Derecho como propuesta política frente a la corrupción del PRI.

El activismo político de Acción Nacional fue recompensado en los años 2000 y 2006 con la presidencia de la república y, a nivel estatal, con senadurías, diputaciones federales y locales y alcaldías. En Tampico, sin embargo, sus victorias se remontan a 1991. Esto fue consecuencia de la credibilidad que tenía el partido entre la gente.

Y así como la fiebre del oro atrajo a vagabundos a California, así llegaron al PAN algunos aventureros, deseosos de ganancias rápidas y desinteresados en el activismo democrático.

A partir de 2005, el panismo tamaulipeco sufrió un vuelco que lo alejaría de sus propósitos originales y corrompería sus principales virtudes: la unidad y la lucha por la democracia.

Una relatoría año por año de los procesos del PAN alargaría innecesariamente este comentario cuando se busca, en realidad, tocar los puntos claves de la historia. Y el de este asunto es 2015, año previo a la elección de gobernador en Tamaulipas.

Acción Nacional era, por mucho, favorito para ganar los comicios del año siguiente. Gobernaba en Nuevo Laredo, con Carlos Canturosas; en Matamoros, con Leticia Salazar y, aunque Reynosa le pertenecía al PRI, la influencia de la senadora Maki Ortiz era sensible. Contaba con respaldo ciudadano y habían hecho un buen trabajo político en esas regiones. El ‘valor de marca’ del PAN podría pesar en las preferencias, pero el trabajo de estos alcaldes, a pie y de frente a los habitantes, ya había construido una estructura ganadora.

Como es natural, esto los convirtió en aspirantes a la candidatura de Acción Nacional al gobierno de Tamaulipas. La popularidad de Canturrosas y Salazar, de hecho, traspasaba sus municipios. Confiados en su fortaleza y en el respaldo popular, pidieron al Comité Ejecutivo Nacional del PAN un método transparente y democrático para nombrar al abanderado. Porque, desde luego, tenía que abrirse a la gente o, al menos, a la militancia: era lo que defendía el partido, la democracia. Entonces, apareció el senador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, cuarto en discordia, y el panismo comenzó a dividirse.

Desde que llegó a la interna, las diferencias con él se hicieron cada vez más grandes. Nos ahorraremos las interpretaciones para citar textualmente a los involucrados en la disputa. “Lo he visto declarar contra el alcalde Canturosas, contra Lety Salazar, contra otros panistas distinguidos y ahora referirse en estos términos a mí” (José Julián Sacramento, 1 de octubre de 2015). “No somos aliados de Cabeza de Vaca en cuanto al mismo fin de lo que perseguimos. Somos aliados sólo en cuestiones partidistas (Carlos Canturosas, 29 de octubre de 2015). Aunque callada, Leticia Salazar dejaba crecer una encuesta que la ubicaba en primer lugar, con 41.9 por ciento de las preferencias, contra 38.3 de García Cabeza de Vaca (diciembre de 2015).

Al final, sus ruegos de una elección democrática fueron inútiles: el CEN aprobó el método de designación directa, y eligió a Francisco García Cabeza de Vaca en enero de 2016. Cinco meses después, se convertiría en gobernador del estado.

Sin imaginar que iniciaba la destrucción del PAN en Tamaulipas, emprendió con tesón una cacería contra los líderes de esos grupos: a Lety Salazar le quitó a su más cercano colaborador, Alfredo Biasi, a quien metió en la cárcel, mientras a ella la investigaba por un faltante de 300 millones de pesos; a Carlos Canturosas le endosaron tres órdenes de aprehensión por desvío de recursos, y a Maki Ortiz, primero, la intimidaron con procesar a su esposo, Carlo Luis Peña Garza, por el delito de trata de personas y, después, la acusaron de malversar 176 millones de pesos según la Auditoría Superior del Estado.

Eliminados los líderes naturales de Acción Nacional, el partido quedó huérfano de figuras en estas regiones. En una decisión insensata para los panistas tradicionales, designaron a candidatas débiles y ajenas a sus valores, como las priistas Yalheel Abdalá a la alcaldía de Nuevo Laredo, y Mónica González a la diputación federal por el distrito 6 de Matamoros. Junto a ellas, competía también Pilar Gómez, prima del gobernador, por la alcaldía de Victoria. Las tres perdieron.

El panismo, que alguna vez circuló por Tamaulipas entre 2000 y 2018, ha desaparecido; sus cuadros, también, se vaciaron. Queda una agrupación, amorfa y sin espíritu, mal llamada ‘cabecismo’, que no promueve ni la democracia ni el estado de derecho de sus primeras luchas.

Quizás la lección de esta derrota sea la siguiente: ningún partido se sostiene sobre los hombros de una sola persona; su soporte es la gente.

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