Política

Los PRIs tamaulipecos y el 2022

El Fogón

José Ángel Solorio Martínez

Desde hace años, en Tamaulipas han operado dos PRIs. Uno, en franco apego a la sombra del gobierno estatal -o lo que es lo mismo: bajo la noble paz del presupuesto-; el otro, soslayado de las mieles del erario y de la cortesía política azul. El primero, optó por abiertamente echarse en brazos del blanquiazul y servirle con candidatos en algunos municipios y distritos -Yalheel Abdala y Oscar Almaraz, los más emblemáticos-; el segundo, con una ahogada rebeldía, apenas ha balbuceado diferencias con el PAN de la región. De ser cierto, lo que se ha anunciado el IETAM, -que el PRI obtuvo otra diputación plurinominal- el tricolor obsequioso gana terreno al interior del institucional de la comarca. Serán tres los integrantes del grupo parlamentario del ex-invencible: Edgar Melhem Salinas, Alejandra Cárdenas y el mantense, Alejandro Guevara Cobos. Melhem y Guevara, traen un arsenal parlamentario dignamente potente: ambos, han sido diputados federales y saben lo que es la contienda parlamentaria.El riobravense, se ha mantenido distante de la administración estatal. Y más, cuando de una forma inexplicable, el azul decidió ir solo en la contienda de junio pasado. La militancia, y sus liderazgos, sintieron esa postura como humillante y degradante. Al mantense, no le afectó. Por una razón: es parte importante hoy, del grupo de César Verástegui -fuerte aspirante a la candidatura panista para la gubernatura-. En otras palabras: Guevara, forma parte del priismo que está en consonancia y en los mismos meridianos sociopolíticos del PAN. Desde hace tiempo, su voz ha estado sonando a favor de una coalición PRI-PAN antes, incluso, de que hablara el líder Edgar. Melhem, ve con reticencia al PAN tamaulipeco. E igual: el PAN tamaulipeco, lo ve a él con recelo. Es probable, que el diferendo entre Edgar y Alejandro, lo resuelva el CEN del PRI. Efectivamente: donde manda capitán, no gobierna marinero. O lo que es lo mismo: ni Guevara ni Melhem, decidirán si van o no con el azul en alianza en el 2022. El problema que tendrán los dos PRIs tamaulipecos, es la construcción de una narrativa política para su militancia -y para la ciudadanía- que explique y esclarezca por qué irán en unidad con el PAN. Si no se ofrece los por qué de esa estrategia, los escurrimientos podrían ser desastrosos para los coaligantes: habría escurrimientos muy profusos de tricolores hacia otros partidos y el PAN y su membresía se incomodarían ante la posibilidad de achicar sus espacios de gobierno en una administración donde tricolores y perredistas estarían representados. No falta mucho tiempo, para conocer de qué lado irá el PRI el próximo año. En los primeros escarceos parlamentarios, cada quien mostrará sus dientes. No tendremos que esperar el 2022, para observar la praxis vigente del institucional. Ya otros priistas han enseñado sus colmillos en el parlamento que se va: Tino Sáenz, se ha transmutado hasta la repugnancia en el más panista de los panistas. Hay que aclarar: no es repugnante, ser panista; lo deleznable es cambiar de camiseta a mitad del partido. Algunos diputados priistas, sin pudor, defienden más el proyecto parlamentario azul que el tricolor. ¿Habrá ruptura en el PRI, el 2022? Muy probablemente, sí. A diferencia de aquel cisma generado por los portesgilistas en 1932 en el Partido Nacional Revolucionario (PNR) -en desacato, postularon a Emilio Portes Gil a la gubernatura-, en el 2022 tamaulipeco veremos un resquebrajamiento silencioso, pero devastador, del PRI tamaulipeco. No se irán los dirigentes, ni las cúpulas. Se marcharán, con los dientes y los puños apretados, los priistas lastimados en sus mentalidades o en sus intereses por gobiernos como el de Pilar y Xico, que burlaron a la ciudadanía con un cinismo y una mala fe que serán recordadas por varias generaciones de victorenses. Sólo bastará, contabilizar los votos del 2022. Entonces, cada quien tendrá sus dosis de éxitos o de fracasos…

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