Columnas

LOBOS CON PIEL DE OVEJA

 GUADALUPE ESCOBEDO CONDE

Las crisis sociales sacan lo mejor o peor de nuestra sociedad, ahora que la emergencia nacional nos llaman a unirnos por los derechos humanos de las mujeres, se fragmentan los grupos de apoyo y en contra, por una parte el presidente que cree que todo lo que no es su idea va contra él y por otra parte los falsos feministas, que se suben al barco como lobos con piel de oveja.

Los detonadores del hartazgo femenino a nivel mundial han sido los casos emblemáticos de acoso y abuso sexual por parte de figuras poderosas, el más emblemático Harvey Weistein formalmente juzgado por dos de los más de 20 casos por los que fue acusado. Y el de Placido Domingo, que ayer mismo reconocía su culpabilidad expresando sólo disculpas públicas. En México como sabemos, el detonante mayor ha sido el incremento de los feminicidios y la impunidad en torno a los casos que si se denuncian. Aquí se intentó el movimiento MeToo contra periodistas, músicos, escritores y académicos pero se diluyo con el tiempo.

Sin embargo, sobre las denuncias públicas de estos movimientos prevalece el registro de los hombres de poder, hombres públicos que tienen alguna relevancia social y su nombre llega hasta las primeras planas de los periódicos, creando presión para la atención jurídica.

Los hombres comunes, los de los entornos cercanos, no se tocan.

Aunque los sonados casos están cayendo, de a poco, y aunque en las calles está el alboroto para detener las violencias de género, hombres y mujeres nos mantenemos como espectadores en nuestros círculos primarios, sabemos y bien que sabemos quién es el acosador de la oficina y no le tocamos un pelo, sabemos sobre la relación tóxica de nuestra amiga y consideramos que es ella quien debe atreverse a resolverla sola; conocemos al machito de la familia y no le ponemos un alto. Nos enteramos de casos cercanos de abuso físico, pero nos quedamos igual, inmóviles al no saber cómo actuar.

Entonces lo que tenemos enfrente es una oportunidad para informarnos, documentarnos y comenzar a resolver lo nuestro, fijarnos bien en las conductas antisociales de los hombres y mujeres que nos rodean e intervenir, sin miedo, si con cautela y educación, pero es necesario abonar para formar nuevos pensamientos que nos lleven a mejorar las relaciones humanas, en lo laboral, lo domestico y lo público.

No basta pedirle al presidente su cambio de paradigma para que deje se ser machista, debemos actuar en coherencia con este momento, en corto. ¿A ti, cuántos lobos con piel de oveja te acechan?

Fuente: Expreso.press

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