José Ángel Solorio Martínez
El Fiscal Federal Electoral, Agustín Ortiz Pinchetti, palabras más palabras menos, ha dicho que la difusión de dinero oscuro a las campañas electorales, se despliega con mayor intensidad una semana antes del día de la elección. ¿Por qué? Sencillo: en esos últimos ocho días del año electoral, se realizan los movimientos más esenciales e importantes –y costosos; financiados o por dinero público, o por billete negro– de la jornada cívica: movilización de representantes de casilla, cierres de campaña, y organización de grupos sociales para llevarlos a las urnas; obvio: esas asignaciones, demandan recursos económicos para cubrir esas exigencias.
¿Y eso, qué tiene que ver con Tamaulipas?
Mucho.
En parte, porque unos días antes del seis de junio, se concretará el dictamen del pleno de la Cámara de diputados que establecerá la procedencia –o no– del desafuero del Ejecutivo estatal de Tamaulipas.
(Los apostadores, están 80 a favor del desafuero; el restante 20, se divide en 5 que se separaría del cargo para enfrentar las acusaciones en tanto otro 5, a que esperará a que los legisladores decidan y finamente un 10 por ciento considera que no pasará nada, que ya se ha negociado una salida absolutoria).
Si se toma, para el análisis, la cifra abrumadoramente mayoritaria, ¿qué pasaría en Tamaulipas?
1.- El desafuero sería el acto de campaña de MORENA más contundente y eficaz contra un panismo que desde ya, va a la baja en las preferencias ciudadanas. Es decir: se desfondará moralmente el tejido de candidatos azules en los 9 distritos federales, los 22 distritos locales y las 43 alcaldías.
2.- Se achicaría, el dinero de procedencia gubernamental y el alejamiento de financiadores privados que por lo reglar invierten para ganar; en otras palabras: los inversores electorales, apoyarán a candidatos con potencia ganadora, no al contrario. Se entiende: ningún empresario, invierte para perder.
3.- Potenciaría, las campañas de MORENA. Esto se percibirá con mayor claridad en los municipios en donde la pugna por la autoridad está más cerrada, competida. En este caso, están los Ayuntamientos de Río Bravo, San Fernando, Altamira, González y otros. (Hablando, sólo de los más importantes de la entidad).
4.- Transformaría en abismal la diferencia entre MORENA y el PAN, en los municipios en donde tienen los correligionarios de López Obrador, ventaja incuestionable: Madero, Matamoros, Victoria, Nuevo Laredo y Reynosa.
5.- Abarataría el costo del voto a MORENA. Es una ecuación simple: si al PAN se le encarece el voto, a sus adversarios –entre ellos a los lopezobadoristas– se les abarata.
6.- El Ejecutivo estatal sustituto, entraría en una situación de debilidad tal ante las instancias e instituciones del centro que apenas estaría sentándose cuando tendría el día de la elección encima. (Y no sólo eso: tendría aparte, los ojos de la federación puestos en sus manos).
7.- Convertiría las fracturas y riñas internas de MORENA, en asunto menor. El vuelco en el escenario regional, sería tan diametral que los vientos de la Federación minimizaría las reyertas internas en municipios como Reynosa, Nuevo Laredo y González.
8.- Pondría ante la mayor expectativa opositora –en su historia– para imprimir un notable avance en el proceso democrático de la entidad: la conversión de MORENA en mayoría en el Congreso Local. Esa posibilidad, enfilaría al gobierno tamaulipeco, en la ruta de una auténtica separación de Poderes. Proceso, que sin duda será largo y sinuoso: los candidatos a diputados locales morenistas que están destinados a ganar poseen un bajo perfil para ese proyecto. Sin pedir, peras al olmo, habrá que esperar que hagan su mejor esfuerzo.
Inobjetablemente: el final del año electoral tamaulipeco, será tan impactante en la estructura sociopolítica, como aquella derrota de Emilio Portes Gil en 1932 –avasallado por la fuerza del PNR, es decir: del centro– o la sorprendente desaparición de Poderes del gobierno tamaulipeco, encabezado por Hugo Pedro González en 1947.
