Política

Arturo González Salazar y la injusticia laboral

Por Oscar Díaz Salazar

En el manual de la cortesía política, – jamás escrito, pero muy sabido por quienes se dedican a esa actividad -, hay una regla que indica la pertinencia de presentar la renuncia en forma inmediata y solidaria, en cuanto le es solicitada al jefe que te invitó a trabajar.

Esa regla de irse con el que te metió a chambear, fue ignorada olímpicamente por el subsecretario de trabajo y conciliación, de la Secretaría del Trabajo del Gobierno de Tamaulipas, Arturo González Salazar, quien se ha aferrado al cargo con todas las uñas, que sus malquerientes afirman ser más de veinte, pues el funcionario priista desarrolló varias bajo el sobaco.

Arturo González Salazar, priísta recalcitrante, hasta el momento de ingresar al gobierno de Cabeza de Vaca, fue invitado a trabajar como subsecretario del trabajo por su amigo y posteriormente socio en ese bisnes, Víctor Sáenz, apodado el Mandados Cortos y ex jefe de la Oficina del Gobernador, hoy caído en desgracia, apestado y señalado de trampa por los personajes más picudos del gobierno de Cabeza.

Arturo González no presentó la renuncia al cargo, cuando su padrino el Mandados Cortos salió por la puerta de atrás del palacio de gobierno. Tampoco lo hizo cuando le dieron las gracias a la licenciada Estela Chavira, titular de la Secretaría del Trabajo en la primera mitad del sexenio.

Faltar a la cortesía política es «pecata minuta», es un simple detalle en la actuación de González Salazar, quien ha aprovechado al máximo las oportunidades que le ofrece una dependencia confiada a neófitos en la materia, una oficina en la que se cumple eso de que «en tierra de ciegos, el tuerto es rey», y lo digo porque a pesar de no ser una eminencia en el Derecho del trabajo, ha podido hacer y deshacer a su antojo, pues sus jefes, ignorantes del tema, lo han permitido.

Un grupo de abogados de Reynosa, que litigan asuntos laborales, me buscaron para referirme los abusos en los que incurre una especie de mafia comandada por González Salazar e integrada por president@s de las Juntas del Conciliación y Arbitraje y un selecto número de abogados, cuyos asuntos son los únicos que se resuelven a su favor y en forma expedita.

Al saber la identidad de los miembros de esa cofradía de abogados laboralistas que siempre ganan sus asuntos, que reciben respuesta en forma ágil, que son atendidos en forma diligente por el personal de las Juntas de conciliación y arbitraje, comprendí la extraña y repentina mutación de sus convicciones y afinidades políticas. La clicka de los abogados laboralistas comandada por González Salazar, solía ser priista. Participaban en política, ocuparon cargos administrativos y de elección popular, pero repentinamente vieron, supieron y creyeron en las bondades del panismo y de su adalid en Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca. Su conversión al panismo coincide con el principio de su racha de éxitos como litigantes.

Las maniobras de González Salazar incluyen la participación de una presidenta (y un presidente) de la junta de Conciliación y Arbitraje de Reynosa, la separación formal (y simulada) de una de las Socias de su Despacho, la participación de una oficina de abogados de la pareja sentimental de su socia, la contratación de cursos de actualización de un consultor que representa los intereses y negocios de González Salazar.

Los abogados de Reynosa ya no soportan a González Salazar, pues desde que lo encumbraron como máxima autoridad en el tema de la justicia laboral, – los secretarios han sido de ornato -, sus asuntos no avanzan, las sentencias se emiten, pero no se ejecutan, las resoluciones se demoran y los fallos son invariablemente favorables para los clientes de un grupo de abogados que no llega a la decena.

El temor de resultar aún más perjudicados, les ha impedido acusar públicamente a Arturo González Salazar, a quien señalan de ser el causante de la peor circunstancia que ha tenido el tema del Derecho laboral en Reynosa, en la historia reciente. Ver menos

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