Política

Lo que no le dijeron al presidente, de Maki.

Por Oscar Díaz Salazar

Si gana Carlos Peña Ortiz la presidencia municipal de Reynosa, gana el grupo que le ayudó a su madre a saquear la administración municipal, gana una fracción del PAN, gana un reducido número de constructores, proveedores y prestadores de servicios.

Si gana Makito, no gana MORENA, no se va a gobernar con los programas y la filosofía del partido, no ganaran los «cuadros» que esperan una oportunidad de trabajar en la administración pública y no ganaran los ciudadanos que quieren un gobierno diferente, con otras prioridades, con otro enfoque, un gobierno que traduzca en acciones, obras e inversiones el slogan que señala: «por el bien de todos, primero los pobres».

Si el candidato de Morena es el junior de la actual alcaldesa panista, el Partido Movimiento de Regeneración Nacional, perderá hasta el atractivo de ser, a los ojos de los reynosenses, una opción de buen gobierno, un partido limpio, integrado por gente buena y de buenas intenciones.

La candidatura del hijo de Maki Ortiz, apodado el Makito por su «insana» dependencia, en la vida pública, de su madre, por su carencia total de identidad propia como político, es producto de un brutal pragmatismo en el que seguramente se «omitió» información a quien tiene la última palabra en materia de candidaturas, de manera especial la reseña de los vínculos de Maki Ortiz con el matrimonio de Margarita Zavala y Felipe Calderón Hinojosa.

Regidor en el Ayuntamiento de Reynosa, fue la primera incursión en política de la Doctora Maki Ortiz, a los pocos años de residir en Reynosa – Mission, ciudad a la que llegó para establecerse con su esposo, luego de estudiar y vivir en Monterrey, y antes en su ciudad natal, Chihuahua.

A mitad del periodo para el que fue electa, por la vía plurinominal, como regidora, se le presenta la oportunidad de ser candidata a diputada federal. La elección la gana con el apoyo de varios grupos de poder del entonces partido dominante, PRI, a quienes no les convenció la identidad del candidato de su propio partido.

Esa diputación federal marcó el destino de Maki Ortiz, la puso en contacto con varios personajes, que a los pocos años ocuparon cargos relevantes en la política del país y le abrieron las puertas, a la propia Maki, a los primeros niveles de la política, a las oficinas de los poderosos y a los puestos que ha desempeñado.

La curul que ocupaba Maki Ortiz en el salón de sesiones del Palacio Legislativo de San Lázaro, dentro del área destinada a la fracción parlamentaria del PAN, colindaba con la que pertenecía a la diputada Margarita Zavala de Calderón, y por otro lado, con la destinada a la diputada, también panista, Tatiana Clouthier.

De esa coincidencia en la fracción parlamentaria del PAN, en la misma legislatura y con espacios vecinos (curules), surgió una amistad muy sólida, que han fortalecido los intereses, las complicidades y las afinidades políticas.

Dos soportes ha tenido Maki en su carrera política, uno de ellos han sido los Calderón -Zavala y otro Cabeza de Vaca. A Maki Ortiz le encargan, los Calderón – Zavala, la operación política para la elección interna para elegir el candidato a la presidencia de la república que se disputaron Felipe Calderon y Santiago Creel, como propuesta del presidente Fox.

Luego de semblantear la correlación de fuerzas al interior del PAN, Cabeza de Vaca decide cambiar de caballo y abandonar el proyecto de Santiago Creel, para apoyar con todo, – un todo que significa recursos, propaganda, logística, difusión, dinero y operación política- a Felipe Calderón. Maki Ortiz, siempre solitaria, sin grupo, sin equipo y muy tímida para gastar su dinero, se cuelga del esfuerzo, gasto y trabajo de Cabeza de Vaca y se adjudica el mérito de los buenos resultados de la elección que hace a Felipe Calderón candidato a presidente de la república. La maniobra de saludar con sombrero ajeno, de presumir méritos de otros, la repite Maki Ortiz con la elección constitucional.

La estrecha cercanía y el gran afecto que existe entre Maki Ortiz y Margarita Zavala, se puede comprender mejor al recordar que durante el periodo de transición que va del triunfo electoral a la toma de posesión como presidente de Felipe Calderón, durante todo ese tiempo, Maki Ortiz se hospedó en la casa familiar de los Calderón Zavala, y aquí me refiero a la vivienda de clase media que tenían los Calderones, antes de residir en «Los Pinos».

Por recomendación de quien compartía sabanas con el presidente Calderón, de Margarita Zavala, la doctora Maki Esther Ortiz Domínguez, fue Sub secretaria de salud en el gobierno federal, durante el periodo en el que dejaron sembrados, por todo el territorio nacional, más de un centenar de «obras negras», que en su momento se proyectaron como hospitales.

Maki Ortiz no cumplió el sexenio como Sub secretaria de salud, porque sus patrocinadores la enviaron como candidata a senadora por el Estado de Tamaulipas, como compañera de fórmula de Francisco García Cabeza de Vaca, que también en esta ocasión se encargó de hacer el gasto, el recorrido, la operación política, el trabajo de campo, el reparto y colocación de propaganda etc.. Una vez más se repite la fórmula: los Calderones la hacen candidata y Cabeza de Vaca le hace y paga la campaña.

Como senadora de la república, la intervención más relevante de Maki Ortiz fue un lacrimoso discurso para hacer el recuento de sus dolencias y enfermedades, con el propósito de justificar su larga e irresponsable ausencia por cerca de un año, en el que dejó a Tamaulipas sin representación en el Senado, pues nunca pidió licencia ni propicio el llamado de su suplente.

Por lo demás, Maki Ortiz votó a favor de todas las reformas que propuso el PRIAN y que ha sido repetidamente esgrimidas para validar o reprobar la calidad moral de los actores políticos que pretenden acercarse al hoy partido dominante. Maki Ortiz votó a favor de la reforma energética, de la reforma educativa y como subsecretaria aplicó la política de privatización silenciosa, parcial y sistemática de los servicios de salud.

«Margarita necesitaba una cabeza de playa para su proyecto en Tamaulipas» es la explicación de Maki Ortiz sobre su candidatura a la presidencia municipal de Reynosa, grabada en un audio que circuló durante la campaña y en la que endilgaba los peores adjetivos a quien también hacía campaña, por la gubernatura de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, que en esa oportunidad aportó financiamiento, operación política, propaganda, presencia, cuidado de las casillas etc. La fórmula se repite a favor de Maki: los Calderón la hacen candidata y Cabeza de Vaca le hace la campaña.

Hago el recuento de estas historias del pasado reciente, historias sabidas por los que se han interesado en la vida pública de Tamaulipas y por los personajes que están haciendo dicha historia, porque me da la impresión de que no le informaron al presidente de estas conexiones, estos vínculos, estos vasos comunicantes entre Maki Ortiz y el Comandante Borolas, enemigo público de la 4T y detractor del presidente, rival íntimo de López Obrador, ladrón que lo despojó de la presidencia, – en la versión y narrativa de los MORENOS – personificación del mal y de los males del neoliberalismo, icono de la derecha doméstica, responsable del baño de sangre que hemos padecido los mexicanos a partir de su declaratoria de guerra a los cárteles de la droga, comandante que decidió sacar a los militares a las calles, saqueador de nuestros recursos naturales, responsable de la entrega de nuestro petróleo al extranjero, protector y cómplice de Genaro García Luna y traidor a la patria.

Abrirle las puertas a Maki Ortz y hacer candidato a su Junior a la presidencia municipal de Reynosa, es abrir, de par en par, las puertas de Morena a los Calderones, es franquearle el paso al Comandante Borolas, por más que Tatiana Clouthier (proveedor del gobierno de Reynosa), Mario Delgado y Erasmo González quieran minimizar u omitir estos vínculos.

En este caso no es válida la sentencia esa que señala «el enemigo(Maki) de mi enemigo (Cabeza de Vaca) es mi amigo», porque resulta que esa «amiga» y su vástago, son amiguísimos de mi peor enemigo (Calderón).

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