EL DEDO DEL DIPUTADO
A fuerza de insistencia ciudadana, la gestión legislativa se reactiva y quedan pocos diputados que se dedican a dormir en las sesiones o a “levantar el dedo” para votaciones y vivir la vida cómoda sin obligaciones, los entes de transparencia les obligan hasta pasar asistencia y el escrutinio público los tiene siempre en la mira. Sin embargo, seguimos viendo a hombres en tribuna, que no tienen el menor recato en sublevar a la mujer, sin que nada haga nada.
“Congreso criminaliza derecho a decidir de las mujeres” difunde la nota CIMAC que informa con pulcritud sobre el debate legislativo en Aguascalientes, donde la semana pasada se modificó su constitución para “reconocer el derecho a la vida desde la concepción”, la iniciativa provocó una acalorada discusión que incluyó argumentos misóginos, sexistas y vulgares de varios diputados, para las mujeres.
El prosaico argumento machista que se aventó el diputado Cesar Augusto López, del partido Verde, que rápidamente se volvió viral y se replicó en los medios electrónicos, no lo voy a reproducir aquí, pero en resumen narraba su dedo en metido en el cuerpo de otra persona y hacía una seña obscena, y toda su comunicación no verbal iba acompañada una verborrea soez, propia de quien no puede sincronizar la lengua con el pensamiento.
La anécdota majadera, no quedo ahí, también les dijo a las mujeres que los preservativos sirven para que “luego no anden haciendo marchas desnudas, pidiendo legalizar la muerte de uno que no tiene la culpa de su descontrolada calentura”.
El partido Verde que llevó a tribuna a ese legislador, se limitó a emitir un comunicado donde se le conmina a pedir disculpas públicas, y al hacerlas él “muy macho” no se retractó y se enredó más, acusó a los medios de sacar de contexto sus expresiones y tomar a mal el chistecito. Pero si se le sujetara a la ley 3 de 3 de violencia contra la mujer, ya no tendríamos por qué verlo ejercer su misógina desde el poder que le otorga un cargo de elección popular y ya sin fuero, podría ser juzgado, más allá de lo público.
Pero lamentablemente, este es uno más de los políticos que no asumen la nueva realidad de las mexicanas, los que se niegan a reconocerles sus derechos como humanas, que no las quieren en política, ni en la vida pública o privada.
Son hombres hechos y chuecos en el patriarcado, ostentando el privilegio de representar a muchos más y ninguneando a muchas más.
No es un mal endémico de Aguascalientes o Guerrero con el caso de Félix Salgado, no son hechos aislados, las ofensas de palabra, obra y omisión de los malos servidores públicos de la nación en contra las mujeres están marcando nuestra historia, desde el que nos dijo “lavadora de dos patas”, “la señora de la casa” o el ejemplo actual presidencial de “ellas son cuidadoras” que se encarguen de las familias fraternas.
Son hombres, falsamente empoderados, que se resisten a entender que el mundo ya cambio, lo cambiaron las mujeres, que no es permisible que acosen, hostiguen, violen y continúen utilizando su prosaico léxico y demás formas mezquinas de hacer política para denigrar a la mujer. Somos más de la mitad del padrón electoral, lo deben tomar muy en cuenta.