Política

El fin del 2021, tamaulipeco

José Ángel Solorio Martínez

Para efectos, de análisis del sistema político tamaulipeco, el año del 2021, inició el 13 de septiembre del 2020 –fecha en que se dio el banderazo para el año electoral de la entidad–. De tal manera, que para quienes desempeñan una actividad política-administrativa en la región los festejos –o lamentos– de año nuevo debieron ser aquel día de septiembre del año pasado; obviamente: el fin del año electoral 2021, será indudablemente el día de la elección: el 6 de junio del 2021. En suma: para los militantes del PAN, MORENA y PRI, los reales y festivos festejos del fin del 2020 –de ganar, se infiere–, serán cuando concluya la elección de junio. ¿Pero cómo está el escenario sociopolítico tamaulipeco a unas semanas de que se definan los nombres de quiénes serán los candidatos a diputados federales, alcaldes y diputados locales? Tamaulipas es gobernado por el PAN desde el 2016. Y estará al frente de la administración estatal hasta el 2022. A dos años de dejar el poder del gobierno estatal, el albiazul y su gobernador –Francisco García Cabeza de Vaca– viven un marcado y evidente descenso de los consensos ciudadanos. Ese fenómeno, es en parte por la errática forma de gobernar y más posteriormente por los señalamientos del juicio de Odebrech y las irregularidades de la Reforma Energética, que ponen en uno de los primeros planos de cuestionamiento al Ejecutivo estatal tamaulipeco. Estas circunstancias, hace presumir que en los próximos meses, menguará todavía más la debilitada figura política del gobernador Cabeza de Vaca y por consiguiente la potencia de su partido. A ese acomodo, hay que adicionar la resistencia de los azules de configurar el PRIAN en la región: no aceptaron ir en coalición con el institucional, que potenciaría sus posibilidades en al menos una docena de plazas y distritos tamaulipecos. Prefirieron la alianza de facto, y no de jure. Y lo más agobiante: los más recientes sondeos dan como el partido en punta para la elección del 2021 en la región, a MORENA. EL PRI, al igual que el gobernador, suma a sus adversidades –perdió la gubernatura y no ganó uno solo de los 43 Ayuntamientos de Tamaulipas. Los agobios del tricolor, son aún mayores: en los últimos meses, cinco ex dirigentes estatales (Eliseo Castillo, Jaime Rodríguez, Enrique Rodríguez, Felipe Garza y Enrique Cárdenas del Avellano) han abandonado a su organización política para buscar nuevos horizontes. (La mayoría de ellos, ha hecho acercamientos con el lopezobradorismo). A ese paisaje trágico se adhiere al tricolor, la sonada y publicitada salida de la es dirigente estatal, Yalhel Abdalá. MORENA existe en Tamaulipas, por el impulso del trabajo gubernamental del Presidente Andrés Manuel López Obrador. Estructuralmente es casi inexistente: no operan los Comités Municipales y el Comité Estatal es una agrupación de improvisados parches y sin brújula. MORENA tiene 10 diputados locales, uno de Mayoría y 9 de Representación Proporcional. Son un grupo dividido –existen dos coordinadoras parlamentarias; una es seguida por 7 diputados, la otra por 3–. Suman a esa debilidad, la poca pericia para estructurar una agenda parlamentaria afín a la IV T. Aquel ambiente de polarización –pugna entre dos: PAN contra MORENA– favorece al lopezobradorismo. Igual la fractura del PRI en la región; la mayoría de militantes y de dirigentes tricolores están optando por tocar las puertas de MORENA. (He aquí, una tarea de suma importancia para MORENA: procesar, sin perder identidad y potencia propias, a los núcleos de priistas que buscan cobijo en las filas de la IV T). La morralla, es irrelevante. PT, PVEM, MC y demás, son como caca de perico: ni apestan ni hieden. Grandes tareas, tiene frente a si, el PAN y MORENA. El planteamiento y la concreción más certera de ellas, le dará perfil a este 2021 y en mucho, delineará lo que será el toral año 2022 en Tamaulipas.

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