Cascabel
José Ángel Solorio Martínez
(Próximamente)
(Mijito, está parado en medio de una iluminación que expulsa todo indicio de penumbra. Tiene el sombrero texano caído, tapándole los ojos. Viste camisa a cuadros azules y rojos, pantalón de mezclilla y cinto piteado. Habla con una voz muy serena, con tono impersonal. Tiene sus manos una sobre otra; tapan su hebilla plateada. Tiene las piernas abiertas, como esperando órdenes. En el ambiente, se escucha una plácida melodía de Chopin). Este lugar sin sombras, es tierra de armonía. La luz, inmóvil, sin resuello, tá en todas partes. Entra, traspasa cuerpos, almas, pensamientos y nos encuera poniéndonos a todos, a la vista de todos. No hay rencor, ni actitudes embidiosas. Tampoco hay amor. O al menos, no el amor del que hablan las canciones o las telenovelas.Somos como pedazos de vidrio o de metal: sin vida, pero ahí tan existiendo. No hay sitio, pal dolor ni pal gozo. Muy sencio: no necitamos, ni de uno ni del otro.Así ha sido y así es, el mundo de la luz eterna: purifica y limpia todo y a todos los que dañan o han dañado, espíritus y corazones.Aquí, lo que rifa, es la paz.Conocemos el hoy, el ayer y el mañana. O sea: la eternidá. El universo de lo que no tiene fin, nos da la oportunidá de saber lo que fueron, lo que son y lo que han sido las cosas, las almas y las vidas de las personas.Por una razón: nadien escapa a esas expresiones de este mundo que jamás acaba.Guachámos, todo lo que pasa, lo que pasó y lo que pasará, con nuestros seres lejanos y cercanos, con interés, pero sin sensaciones. Todo lo vemos, pero nada sentimos.Aquí, el tiempo es como agua hecha hielo: no corre; lo único que lo mueve, es el pensamiento. El presente, el pasao y el futuro, tan paralizaos, como grabaos en el plástico de una película. Nada envejece: ni el espíritu, ni los cuerpos; menos, los recuerdos.Nomás llegando, encontré explicaciones a lo hecho y no hecho por mi Amá, mi Apá, Ligio y don Laco. Allá, seguramente hubiera llorao y disfrutao. En esta parcela de iluminación permanente, los miro a lo lejos, golpeados por esa luz sin rayos que tanta paz nos regala. Flotan en un cosmos, sin gravedá, sin tiempo, sin espacio.Sueño, con regresar –tengo mucha fe– pa abrazálos. Añoro, sentir la dicha de deciles de palabra y corazón, que los amé, los amo y los amaré como sólo allá se puede amar.Siempre.Hasta siempre de los siempres. (Oscuro) (Regresa la luz, envuelta en melodías de Chopin) (Mijito, vuelve a escena. Ha levantado su cabeza, dejando ver su rosto; tiene un orificio de bala en la frente. A su lado derecho, de pie, está su Amá, con un modesto vestido blanco; tiene una franja azulada en el cuello. Al lado izquierdo, está Ligio, vestido de policíagringo, con su camisola manchada de sangre por un balazo en el pecho. A espaldas de Mijito, está su Apá; tiene varios cortes de machete en el rostro y el cuello. Don Laco, tiene su mano izquierda sobre el hombro derecho de Mijito. Todos, muestran rostros exangües, pálidos.Sonríen –con ojos y rostros– como quienes han descubierto la felicidad total, la felicidad eterna). (Oscuro total) Ciudad Río Bravo, Tamaulipas. México. 20 de enero del 2020.