Zona Centro Tamaulipas

Cuesta de Llera… historia con muchas cruces

TAMAULIPAS.- Parte de un contrabando de ropas para dama y piezas de telas finas, por valor de $4,000 pesos, fue capturado el 11 de septiembre de 1949, por el comandante del resguardo aduanal Raymundo Fuentes.

El contrabando fue sorprendido a bordo de un automóvil con placas particulares, en un retén en un paraje de la cuesta de Llera, y capturado después de una persecución que duro algunos minutos, no lográndose la captura del sujeto que conducía el carro, a pesar de que le hicieron algunos disparos para tratar de obligarle a detener el vehículo.

El sujeto antes de su fuga arrojó a la carretera parte del cargamento, que fue lo que capturaron; suponiendo el comandante Fuentes que el que se llevó el fugado era mucho más cuantioso.

En 1888, cuarenta y cinco años antes que se trazara la actual carretera México-Laredo, el pastor protestante Samuel A. Purdie, atravesó a caballo el antiguo camino real que hoy se conoce como la “cuesta de Llera”, dónde descubrió una región donde abundaban jaguares y pumas; este último, según sus propias palabras, muy destructivo para las manadas, pues eran aficionados a comerse los potros.

Sobre esta bella región tamaulipeca, el norteamericano también dijo:

“[…] Antes de llegar a la villa de Llera, comenzamos a ascender la Sierra Madre, cadena en medio de una región bien regada pero escarpada, la cual tuvimos que descender por caminos en zigzag, tan empinados, que no me atrevo a atravesarlos a caballo y de espalda. Después de dormir toda la noche entre las nubes, en una de las mesetas elevadas, bajamos a un valle fluvial donde cañas espinosas gigantes formaban nuestro camino peligroso. Poco después de cruzar el arroyo sobre un tosco lecho de piedras sueltas del tamaño de una bomba, entramos en un denso bosque tropical, donde árboles gigantes unidos con enredaderas y llenos con loros y otras aves tropicales, formaban un áspero y pintoresco paisaje”.

Sin duda alguna, ese bosque al que hizo referencia el reverendo Purdie al bajar la cuesta, que debió tratarse del tramo entre los actuales Felipe Ángeles y El Encino; pasando por el hermoso cañón de El Naranjo, hoy conocido popularmente como de Galeana.

La cuesta de

Llera y su

petrolización

A fines de junio de 1934, el ingeniero Díaz Morlet, jefe de la División de Caminos en el sector de Valles, S.L.P., proporcionó a la Asociación Mexicana Automovilística de Monterrey, muy importantes informes sobre el estado que tenía la carretera nacional a Laredo en esos días.

Dicho ingeniero, explicó que esa carretera estaba transitable en toda su extensión, pero que el tramo de la Huasteca era el más malo, motivo por el cual fue revestido con grava, para desaparecer las partes lodosas y susceptibles a inundarse. Aun así, recomendaba que los automovilistas no viajaran en familia, por las dificultades que se tropezaban en algunas partes.

En entrevista para El Porvenir de Monterrey, Díaz Morlet dijo que la “Compañía de Carreteras de México, S. A.” ya tenía en marcha la petrolización del tramo Monterrey-El Mante, el más importante de la vía, según sus propias palabras.

Para el 28 de junio de 1934, las cuadrillas de petrolización que iniciaron sus trabajos en Linares, rumbo al Sur, ya iban más allá de Hidalgo, y se esperaba que para septiembre la petrolización de la carretera llegara hasta la cuesta de Llera y con suerte, para fines de ese año llegase hasta Mante.

Uno de los primeros accidentes ocurrió en 1948

El 4 de noviembre de 1948 se registró en la cuesta de Llera un fuerte accidente que dejó como saldo una persona fallecida y tres heridos de más o menos gravedad y con golpes leves la señora Eugenia R. de Santoyo, esposa de don Domingo Arteaga y Santoyo, personaje muy conocido en ese entonces en la ciudad de Monterrey.

Según reportes de la época, un señor de apellido Mora, familiar de Arteaga y Santoyo, manejaba tranquilamente su automóvil procedente de la Ciudad de México para seguir a Estados Unidos, pero al llegar al cañón de Galeana, en el municipio de Llera, fueron alcanzados por un camión de volteo con trágico resultado.

El accidente tuvo lugar a las 0:30 y minutos después fueron atendidos los heridos por pasajeros de un autobús “Flecha Roja” que casualmente pasaron por el lugar.

El camión de volteo llevaba a bordo a cinco personas y al parecer el chofer iba en estado de ebriedad.

De esa tripulación saltó la persona fallecida.

Horas después, don Domingo Arteaga y Santoyo viajó a Ciudad Victoria para atender los trámites correspondientes por este lamentable suceso.

Un Frontera se quedó sin frenos

El 4 de abril de 1959, el exceso de velocidad y la falla de los frenos en un autobús de pasajeros de la línea Frontera, hizo que la unidad se precipitara al voladero en la temible cuesta de Llera; con saldo de nueve personas fallecidas e igual número de heridos, todos en estado de gravedad.

El autobús con número económico 7 de la línea citada , había salido de Monterrey a las seis de la mañana con destino a la Ciudad de México, y al llegar al kilómetro 645 cayó a un barranco profundo de las curvas de Galeana, pese a que su chofer Basilio García Torres trató de impedir la tragedia, al quitar apresuradamente el volante a su ayudante Francisco Alfaro Castilla, quien no podía controlar el vehículo debido a la falla de los frenos.

Entre las víctimas se encontraba una familia tampiqueña integrada por Adolfo Cruz, empleado de PEMEX; su esposa Eva Reyes y sus hijas Adelita y María del Rosario de 4 y 2 años respectivamente. También pereció el chofer Alfaro Castilla y el llerense Juan Zapata.

El Porvenir de Monterrey, escribió en sus páginas que el autobús había salido de la capital neoleonesa completamente repleto, incluso con personas paradas y en Llera, antes de bajar la cuesta de Galeana, subieron tres personas más.

Entre los heridos destacaba el operador Basilio García, don Félix Jiménez Quintero y doña Leocadia Zapata; estos últimos vecinos de Llera.

Dos ambulancias de Cruz Roja y el doctor Hugo Araujo, de Llera, auxiliaron a los heridos y recogieron los cadáveres.

La tragedia de

los petroleros

En la Semana Santa de 1983, un grupo de trabajadores petroleros de Ciudad Madero que estaban trabajando temporalmente en la planta PEMEX de Cadereyta, Nuevo León, rentaron un autobús especial de la extinta línea “Monterrey, Cadereyta, Reynosa” para que los trasladará a su lugar de origen.

Según cuenta don Sergio Serna, entre risas y alegría, los petroleros abordaron el DINA y emprendieron el viaje por la carretera México-Laredo, pasando por Allende, Linares, Villagrán, Tomaseño, Barretal y haciendo escala en Victoria; ciudad donde surtieron combustible, compraron comida y cerveza.

Testigos comentaron que venían consumiendo bebidas alcohólicas, algo que era y es muy común en ese tipo de viajes privados. Sin embargo, los pasajeros de vez en cuando invitaban una cerveza al operador del autobús, algo que resultó ser fatal.

Don Sergio Serna relata que al retornar a la carretera nacional todo parecía normal, hasta que empezaron a bajar la cuesta de Llera, pue los reflejos del operador ya no eran normales, ya que la bebida le hacía conducir de manera torpe, motivo por el cual, una curva antes de agarrar la conocida como La Papaya, se pasó derecho, cayendo a un barranco como de 80 metros, perdiendo la vida todos sus tripulantes

Por años, las cruces de los petroleros maderenses permanecieron en dicha curva, pero con el paso del tiempo se fueron perdiendo.

La tragedia que enlutó Llera

Según Vicente Martínez González, cronista de Auto Transportes Mante, el 9 de diciembre de 1989, a las siete de la mañana, salió de Xicoténcatl la unidad 328 de la línea de pasajeros ATM, para disponerse a cubrir la ruta intermedios a Ciudad Victoria.

El DINA melón de esa popular línea tamaulipeca, entró a recoger pasaje a la villa de Llera y fue abordado por varios pasajeros de esa localidad que se dirigían a Ciudad Victoria.

Cuentan que, en las primeras curvas de la cuesta de Llera, el Transportes Mante colisionó con un tráiler doble remolque de la línea “Transportes Martínez” que le invadió carril con la segunda caja; falleciendo un gran número de pasajeros.

Como dato adicional, Martínez González comenta que ese día el autobús pasó adelantado por Llera, motivo por el cual muchos pasajeros se quedaron sin abordar, y que al saber lo que aconteció minutos después en la sierra llerense, daban gracias a Dios por haber llegado tarde a la oficina del transporte.

Según palabras de dicho cronista, el operador del autobús se llamaba Rolando Peña Martínez, vecino de Xicoténcatl, pero nativo de la ranchería El Realito, municipio de Valle Hermoso, Tamaulipas; añadiendo que fue hermano de don Javier Peña Martínez “el abuelo”, también operador de esa línea foránea.

Ese accidente fue una de las mayores tragedias de la zona, pues casi todas las víctimas eran originarias de Llera y puntos intermedios. Cuentan que fue a raíz de esa tragedia, que las autoridades comenzaron a elaborar el proyecto de desviar el tráfico pesado, siendo hasta el sexenio de Manuel Cavazos Lerma que esto se cristalizó, pues se construyó una alternativa carretera, desviándose los tráileres y camiones al tramo Victoria-Zaragoza, y de esa forma evitar la temible cuesta de Llera.

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