Política

La texana Pilar Gómez

Por Oscar Díaz Salazar

Hace ya un buen tiempo me comentó el entonces Secretario del Ayuntamiento de la capital de Tamaulipas, Ricardo Gamundi Rosas, que su permanencia en el cargo estaba constantemente en juego, que vivía permanentemente con el temor de ser despedido, porque los victorenses eran muy localistas, rechazaban a los fuéreños y tenían mucho celo de quienes no formaban parte de las élites burocráticas originarias de Ciudad Victoria.Me decía Gamundi: paisano, el cargo de Secretario del Ayuntamiento del municipio de Victoria lo consideraban propiedad de una de las familias capitalinas que trienio tras trienio colocaban en la posición a uno de los suyos.Ese celo para exigir que los espacios administrativos sean para los locales, es perfectamente válido en el caso de la administración municipal, es decir en el gobierno y aparato administrativo de su municipio. Ese sentido de propiedad, no es correcto cuando lo quieren extender y aplicar al gobierno del estado y su muy amplia burocracia, porque se trata de administrar los recursos de todos los tamaulipecos… Pero ese es otro tema.A lo que me interesa volver es al comentario de lo muy localistas que solían ser los victorenses. Eran, fueron, en tiempo pasado, ya no lo son, eso ya no aplica y así es como lo vemos ahora que por designación del gobernador del estado, Francisco García Cabeza de Vaca, se «licenció» indefinidamente el presidente municipal electo por los capitalinos y se designó, por interpósito Congreso, a una fuéreña, texana como el gobernador, de McAllen, como presidente municipal sustituto.La llegada de Pilar Gómez al despacho principal del 17 Hidalgo o edificio sede del ayuntamiento capitalino, desmiente la versión de que los capitalinos son muy celosos y no permiten la intromisión de fuéreños en los asuntos de su municipio, o por lo menos marca la fecha en que esa situación dejo de tener validez, señala el día en el que los victorenses permitieron, – sin la mínima protesta-, que una advenediza se encaramara a la silla presidencial.El nombramiento de un reynosenses como gerente de la COMAPA de Ciudad Victoria, fue la punta de lanza que utilizó Cabeza de Vaca para probar a las élites políticas (solo políticas, no hay de otras) victorenses, que «sonaron bofo» y se doblaron, unos y se vendieron, otros, de tal forma que el gobernador texano puede hacer y deshacer sin encontrar la menor resistencia en la que se supone es la ciudad más politizada del estado.Las aspiraciones del subsecretario de Bienestar, Álvaro Barrientos, -también de Reynosa-, para ser alcalde de Ciudad Victoria o Diputado local o federal, son perfectamente posibles, válidas y creíbles, si consideramos la buena acogida que le han dispensado a la prima, a la sustituta, a la presidenta municipal por dedazo vacuno Pilar Gómez.

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