Política

Cargar el venado

Por Oscar Díaz Salazar

En el circulo familiar del gobernador Cabeza de Vaca, parece que no han leído la reflexión titulada «Cargar el venado».

La historia, que puede encontrar con variantes en la narrativa, está disponible en múltiples «entradas» en un buscador de Internet, o para que mejor me entienda: aparece con facilidad al googlear la frase «Cargar el venado».

Básicamente es la historia de un campesino que para completar su miserable dieta, digamos tortillas con chile, salía a cazar venados. La búsqueda de su presa se demoraba varios días, con sus noches en vela, en las que sufría las inclemencias del tiempo y la vida a la intemperie, hasta que lograba dar caza a un venado. La historia continúa con la descripción de la jornada extenuante para trasladar el venado, en la espalda del cazador, por varios kilómetros. Cuando la silueta del cazador se observaba a la distancia, la mujer se preparaba con un cuchillo y tan pronto como arribaba al hogar, la presa era destazada y generosas porciones eran repartidas a la familia y amistades de la esposa.
La segunda parte de la historia es cuando el campesino, muy molesto por el despilfarro y generosidad, -con lo ajeno, con lo que no le costó-, de su esposa, decide invitarla a la cacería. La mujer parte al monte en compañía de su esposo, en ropa y calzado inadecuado, que desde el primero de los cuatro días que duró la cacería, se hace jirones, se rompe, se arruina. Al cuarto día de iniciar la muy penosa aventura, por fin logran atrapar a un venado de muy buen tamaño y peso. Con falsos, pero muy convincentes, argumentos sobre las tradiciones en la cacería, el campesino convence a la mujer para que sea ella quien traslade a la presa hasta la vivienda de la pareja. A punto de desmayarse y tras varias horas de caminar, la pareja llega a su humilde hogar, en donde ya los estaban esperando familiares, amigos y vecinos para recoger la porción acostumbrada. Con su último aliento del día, la mujer advierte: el que se atreva a tocar ese venado, lo mato.

La moraleja de la historia es más contundente cuando la cacería es una tarea colectiva, al estilo de las comunidades originarias del norte de México, que persiguen por horas, a veces días, a un animal que es atrapado luego de ser vencido por cansancio.

La política se parece más a la cacería colectiva, es un esfuerzo de grupos, más que de individuos.

En el círculo afectivo más cercano a Cabeza de Vaca, no han leído la historia que les compartí en los párrafos anteriores, y si la leyeron, no la comprenden, no como la entenderían si hubieran «Cargado el venado», como la mujer del campesino, o si hubieran perseguido por horas al venado, como los tarahumaras.

Esa generosidad para repartir, a familiares y amigos, lo que otros obtuvieron, o lo que consiguió el esposo o hermano, sin su ayuda, aunque sí con la ayuda de muchos otros, es similar al desprendimiento de la mujer, a la que le bastó una sola lección para deshacerse de los «gorrones», así sean familia.

El comparativo es oportuno y muy a propósito de la designación de la prima de oro Pilar Gómez como presidente municipal sustituto de Ciudad Victoria, y la difusión de los múltiples cargos, empleos, posiciones, espacios, contratos, negocios, etc., otorgados o concedidos a familiares y amigos, que no corretearon la liebre, que no aportaron, que no son panistas, que no trabajaron en las campañas, que incluso estaban en contra … Que no cargaron el venado.

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