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AVA y sociedad deben pasar de las palabras a los hechos en el caso del agua.

Por:Mauricio Fernández Díaz

Imperdonable: 4T inmola a Tamaulipas por Nuevo León en el tema del agua

Ciudad Victoria.- Nuevo León utiliza su poder económico para obtener ventajas ante la Federación y los mismos presidentes en temas fundamentales. Es difícil resistirse a ese tipo de presión cuando se trata de alentar o disuadir la inversión privada en el país. Y a pesar de eso, ningún presidente priista o panista se dobló a las amenazas de los regios en el tema del trasvase a Tamaulipas, ni siquiera los neoliberales, tan afines a ellos. Pero, ¡qué sorpresas da la vida! Ahora que gobierna la izquierda, por primera vez en 26 años se ha suspendido el envío de agua a suelo tamaulipeco, en una decisión que viola el convenio federal.

De los varios momentos de tensión entre ambos estados por el tema, hay uno que merece recordarse. Corría 1995 y Sócrates Rizzo García gobernaba Nuevo León. La prensa regiomontana y los sectores más reaccionarios armaron una campaña contra el trasvase de agua al distrito de riego 026, afectado por la sequía y la construcción, precisamente, de la presa El Cuchillo. Hubo protestas frente a las mismas compuertas del embalse, organizadas por un Frente Común para la Defensa del Agua, de supuestos ciudadanos. Chocaban Nuevo León y Tamaulipas, Sócrates Rizzo contra Manuel Cavazos, y todo hacía pensar en la victoria de la “fuerza regia”. Súbitamente, el Gobierno Federal ordenó abrir las compuertas, y las quejas nuevoleoneses se ahogaron en las frescas corrientes que llegaron a Tamaulipas.

El presidente de aquel entonces era Ernesto Zedillo Ponce de León, economista, colaborador de Salinas en una primera etapa y después su rival. El doctor Zedillo, como le decían, reprivatizó la banca mexicana y urdió el Fobaproa. Es decir, un neoliberal más.

Hoy, a México lo preside Andrés Manuel López Obrador, un hombre de izquierda que abandera incluso la lucha contra el neoliberalismo, y lo acompaña también, por decisión del electorado, un gobernador de su mismo movimiento, Américo Villarreal Anaya, al frente de Tamaulipas. Es decir, ahora que por primera vez coinciden dos políticos de izquierda a nivel local y nacional, ahora es cuando suspenden el envío de agua.

Aunque no sea santo de nuestra devoción, por decirlo sutilmente, debemos reconocer que Manuel Cavazos Lerma nunca bajó la voz para exigir el trasvase a Nuevo León, a pesar del fuerte rechazo y de los peores insultos que lanzaban desde allá. Probablemente por esa locura que a menudo lo dominaba, y que lo hacía insoportable, le sirvió favorablemente a los productores tamaulipecos, pues Cavazos nunca destacó como reformador social o protector de las causas populares. Había cursado un posgrado en el London School of Economics como buen priista. Sin embargo, sabía que gobernar también implicaba pelear y no rehuía los roces.

Este es el contexto histórico, debidamente documentado en publicaciones y diarios, del conflicto del agua entre ambos estados. Por eso resulta incomprensible que las autoridades defrauden hoy a los tamaulipecos. Técnicamente, se cumplen las condiciones del convenio para trasvasar el agua de la presa al distrito 026 de Tamaulipas, pero las compuertas (y las mentes de algunos funcionarios) siguen cerradas.

De acuerdo con el convenio referido, en los meses de noviembre de cada año la presa El Cuchillo deberá derivar agua a Tamaulipas cuando se cumplan las siguientes condiciones: que la presa de Nuevo León tenga más de 315 millones de metros cúbicos, y la presa de Tamaulipas (la Marte R. Gómez), menos de 700 millones. En la actualidad, El Cuchillo tiene un nivel de 762.3 millones de metros cúbicos (el doble de lo establecido), y la Marte, 380.6 millones de metros cúbicos. El pasado martes 1 de noviembre debió comenzar el trasvase, pero el secretario Adán Augusto López dijo que eso deberá esperar “por lo menos” tres semanas más. El convenio y el tema en sí son competencia de la Comisión Nacional del Agua, como siempre desde 1995. ¿Qué tiene qué hacer Gobernación ahí? Mientras se molestan en responder, están en riesgo 70 mil hectáreas de cultivos en Mier, Miguel Alemán, Camargo, Díaz Ordaz, Reynosa y Río Bravo.

“Es un robo a Tamaulipas”, dijo Edgar Melhem , diputado local del PRI y representante de Río Bravo. Tiene, por lo tanto, incumbencia en el asunto, ya que se lo exigen sus productores. El lunes 7 acudieron 150 campesinos a las oficinas de la CONAGUA para informarse de la fecha del trasvase, incluso del volumen del líquido, pero no les respondieron. “Los productores pueden tener la certeza de que contaremos con suficiencia necesaria”, dijo el gobernador Américo Villarreal, en una conferencia de prensa. Eso es lo malo de la política, que debe recurrir a las palabras, a los mensajes, para solucionar conflictos materiales. Con derivar el agua a los necesitados es suficiente.

Como cualquier problema social, comienzan a sumarse organismos y activistas de toda índole, y esto ha disgustado al doctor Villarreal Anaya: “No es momento de intentar politizar ni dividir con un acuerdo que durante décadas ha hermanado a dos estados vecinos”. Sentimos decirlo, pero es justamente lo contrario: Nuevo León y Tamaulipas han chocado por el tema, como hemos reseñado aquí, y sería preferible sacar la discusión fuera del estado a tragarse el asunto y generar conflictos internos, con productores y vecinos molestos en Tamaulipas, mientras Nuevo León disfruta la paz con los suyos.

Se cantó demasiado que la transformación había llegado a Tamaulipas después de la elección del 5 de junio, que la corrupción y la impunidad serían eliminadas junto con el cabecismo que las provocó. Ya está aquí, de nuevo, el conflicto el agua, pero ahora hay dos gobiernos de izquierda unidos en el tiempo. Que se note ya esa transformación.

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