Política sin dádivas.
Por Oscar Diaz Salazar
Las limitaciones para interactuar con otras personas, que la pandemia del Coronavirus nos ha impuesto en los últimos meses del año en curso, han acotado las acciones que pueden realizar quienes aspiran a un cargo de elección popular.
La tendencia a utilizar las dádivas como estrategia de “posicionamiento” de los políticos, empleada cada vez con mas frecuencia, ha sido adoptada como propuesta única de venta por actores de todo signo, filiación partidista, antecedentes, ideologías, convicciones y estrato socioeconómico de origen.
Es entendible que quienes manejan los recursos públicos utilicen esta estrategia de hacer política, pues no les cuesta, es dinero del pueblo que administran y del que disponen en abundancia, y su practica les garantiza gratitudes inmediatas de quienes reciben un beneficio, además de difundir su imagen como benefactores del pueblo a través de los medios contratados para difundir las acciones y obras del gobierno.
Es comprensible que también se apeguen a la política de la dádiva, a la estrategia despensera, los individuos que tienen solvencia económica, los sujetos que han sido exitosos en ganar dinero y que se interesan en los asuntos públicos, ya sea para ganar mas dinero o porque le quieren dar otro sentido a su vida, una vez que resolvieron su situación económica personal y familiar.
Es lógico que quienes tienen dinero en abundancia, público o privado, se valgan de esa fortaleza para buscar ganar el favor de los ciudadanos en una participación política, en concreto en una contienda electoral.
Lo que no es lógico, entendible ni práctico para quienes quieren hacer política desde la oposición o desde una concepción diferente, en la que no se entiende a la política, ni al gobierno, como un espacio para hacer negocios, lucrar y ganar dinero, ni se piensa que el gobierno debe limitarse a llevar a cabo acciones asistencialistas, es que también ellos recurran a las dádivas, al reparto de despensas, como actividad única para hacer promoción a su persona, partido o movimiento.
Los actores políticos de Tamaulipas no proponen, no denuncian, no critican, no reflexionan, no debaten, no señalan, no ofrecen alternativas, no discuten, no intercambian ideas, no contrastan, no establecen prioridades, no presentan proyectos, no comparten visiones o proyectos de futuro.
Puede haber excepciones a lo que afirmo en el párrafo anterior. Pueden mencionarme propuestas especificas o acciones aisladas. Pero serian mas bien excepciones que confirman la regla. Lo cierto es que la política se ha confundido con la tarea asistencial, propia de los clubes de servicio, y esto por supuesto favorece a quienes están en el gobierno y/o quienes se involucran en política como quien invierte en otro “bisnes”.
A los políticos políticos, a quienes quieren ser alguien (a los wanabis) y no disponen del erario, ni de fortuna personal, yo les sugiero que dejen de competir en una carrera que no pueden ganar, y que retomen las practicas de compartir palabras, ideas, sueños, proyectos, iniciativas, programas, discursos, frases, eslogan, arengas, etc.
Empiecen por entender a la sociedad que quieren representar, por comprender al pueblo que quieren gobernar.
Con el animo de provocar un debate o una reflexión les comento que históricamente los pueblos han nacido, se han estancado o desarrollado y finalmente han muerto en función de su mala o buena gestión del agua y considero que actualmente Reynosa padece y está en riesgo de involucionar por la mala gestión del agua; porque no hay agua potable en las tuberías de miles de hogares y porque cada año se inundan otras decenas de miles de viviendas en las que se pierden todos los bienes.
Los políticos a quienes dedico estas líneas pueden hacer la reflexión sobre el agua en Reynosa… o pueden regalar garrafones y botellitas de agua y publicar la foto con quienes la reciben, en sus redes sociales.