Nuevo LaredoZona Norte Tamaulipas

Aumenta 37% el tráfico de indocumentados por Laredo a EU durante la pandemia.

Redacción.

Nuevo Laredo, Tamaulipas.-A pesar de la pandemia y de la implementación de restricciones de viajes para prevenir la proliferación de esta enfermedad, traficantes de personas continúan poniendo a migrantes en peligro a través de  tráileres y tractocamiones comerciales, por ser el medio más utilizado para el tráfico de personas  a Estados Unidos.

Los traficantes exponen a los migrantes a estos peligros a pesar de que el viaje será en la mayoría de los casos en vano, debido al aumento en la vigilancia fronteriza y la colaboración con otros gobiernos de la región.

En plena propagación del COVID-19 los traficantes continúan exponiendo a migrantes a este virus al forzarlos a viajar confinados en cajas de tráileres, sin ventilación, sin agua y sin comida por muchas horas, por lo que estos vehículos se convierten en la trampa final de una peligrosa travesía superior a los dos mil 500 kilómetros desde Centroamérica a Estados Unidos.

La Patrulla Fronteriza en Texas, en especial los sectores Valle del Rio Grande (RGV) y Laredo (LRT) han sido una zona conflictiva para tráileres y tractocamiones cargados de migrantes.

Durante el año fiscal 2020 que terminó en agosto, en dichos sectores han ocurrido más de 226 casos de tracto camiones con esta carga ilegal, y se ha descubierto a 3 mil 740 personas ocultas en condiciones peligrosamente mortales; tan solo en el sector Laredo esto representa un aumento del 37 por ciento comparado al mismo periodo del año anterior.

“Los traficantes de personas, son criminales inescrupulosos a quienes enriquecen sus bolsillos a costa de encerrar a seres humanos en tráileres diseñados para transportar animales,” aseguró el comisionado interino de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), Mark A. Morgan.

“Ellos tratan a los migrantes como mercancía, manteniéndolos cautivos inhumanamente en casas de seguridad atestadas de gente y con acceso limitado a comida y agua”, señaló.

En un testimonio en video previamente publicado, una joven madre centroamericana, cuya identidad  es protegida, describió su aterradora experiencia: “se sufre bastante…te encuentras personas que a veces quieren abusar de ti. Algunas veces viaja uno en tráileres sin poder respirar. Al final no nos fue como decían”.

Es la voz anónima de miles de migrantes centroamericanos, incluyendo menores no acompañados, quienes en años recientes han sufrido una cadena de atrocidades, abuso sexual, extorsión, asaltos, secuestros y explotación en manos de los coyotes.

Los traficantes cobran a sus víctimas entre 6 mil y 12 mil dólares por persona por cruzarlas ilegalmente a Estados Unidos en ese tipo de vehículos, pero más allá de las pérdidas financieras que los migrantes no recuperarán, el confiar en traficantes también podría costarles la vida, y esto nunca ha sido más real y frecuente durante la pandemia.

Los traficantes llenan con su carga humana tráileres peligrosamente calientes y sin posibilidades de poder escapar, pero los agentes de la Patrulla Fronteriza regularmente encuentran restos humanos y migrantes perdidos, enfermos, lesionados y abandonados por los traficantes apoyados por los carteles de la droga y otras organizaciones criminales. Dichas tácticas aumentan el riesgo de contagio del COVID-19 entre los migrantes.

El mensaje es claro. No confiar en traficantes de personas, y no arriesgar la vida y ni la de sus seres queridos por una aventura en vano rumbo a Estados Unidos.

El tráfico de personas es una industria multimillonaria que solo enriquece a organizaciones criminales, las que después de extraer cada dólar que pueden, son indiferentes a su inevitable remoción de Estados Unidos, pero esperan que se regrese con otro pago.

“Los migrantes nunca deberían arriesgar sus vidas y desperdiciar sus ahorros de toda la vida al pagar su dinero ganado duramente, a traficantes que no respetan la vida humana en esa larga y peligrosa travesía rumbo a Estados Unidos”,  aseguró el jefe nacional de la Patrulla Fronteriza, Rodney S. Scott.

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