Política

Se sale del corral

El gobernador de Tamaulipas perdió la cabeza. Y no la de Vaca, que es la que porta en su apellido.

Francisco Javier García Cabeza de Vaca cometió un craso error al querer convertir una investigación judicial en contra de él y de su familia en un acoso político del gobierno de la Cuarta Transformación contra su gobierno.

Y el primer gran acto criminal que cometió el mandatario tamaulipeco fue el de alentar -acarreados de por medio- una marcha de apoyo de miles de ciudadanos en plena pandemia, sin mediar ni respetar la sana distancia. Al diablo con el semáforo rojo.

Con esa actitud infame e insensata, el mensaje que envió Cabeza de Vaca fue “primero está mi salvación política, y después, la vida de cualquier ciudadano”.

Eso califica como un acto criminal, cuando las exigencias sanitarias obligan al quedarse en casa y a la sana distancia. Basta ver las imágenes de la multitud en la manifestación para entender el despropósito.

Cabeza de Vaca se equivocó al convertir la investigación para él y los suyos en un acoso de la Cuarta Transformación al gobierno de Tamaulipas.

Los hechos no pasan la prueba del ácido. Qué hijo puede justificar que su madre tenga 11 cuentas de cheques, que le fueron ya congeladas por la Unidad de Inteligencia Financiera, que preside Santiago Nieto.

Una cuenta para pagar la luz, otra para el agua, otra más para pagar el mandado, otra chequera para los teléfonos y una más para pagar tarjetas de crédito. ¿Y las otras siete cuentas, para qué?

Qué pariente puede explicar las casi 80 cuentas bancarias de hermanos y parientes consanguíneos en primera línea, si no se entiende como un complejo enjambre financiero para el   lavado de dinero.

Tamaulipas es tierra hipotecada desde hace tres décadas al narcotráfico. Fue el enclave en donde en los 80’s nació el alguna vez poderoso Cártel del Golfo.

Tiene en su récord a dos gobernadores en la cárcel, acusados de lavado de dinero y presuntos vínculos con el crimen organizado: Tomás Yarrington y Eugenio Hernández.

Y nadie puede olvidar la ejecución de Rodolfo Torre Cantú, el candidato priista que fue acribillado días antes de la elección del 2010, que acabó ganando como candidato emergente su hermano Egidio.

Con su presunta denuncia, algunos mandatarios buscaron crearle un blindaje político a su colega tamaulipeco, y de paso, acabar blindándose ellos mismos.

Pero el deslinde del gobernador jalisciense Enrique Alfaro y del chihuahuense Javier Corral, quienes tampoco asistieron al cónclave para evitar la foto con Cabeza de Vaca, desarticuló lo que fue al final un desencuentro entre los gobernadores contestatarios de la Cuarta Transformación.

Ante el descuadre de la defensa, el gobernador de Tamaulipas terminó por refugiarse el sábado y el domingo en su tierra, con los suyos, con su clan político, que le agenció la irresponsable manifestación en tiempos de pandemia.

Para hacer de un proceso judicial, un encontronazo político con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien para evitar forcejeos ya le pidió a la Cámara de Diputados que abrieran los detalles de la denuncia.

“Ojalá que la Cámara de Diputados, si no tiene impedimento, si no está limitada, dé a conocer el expediente del gobernador de Tamaulipas, que se transparente”.

Por eso, Cabeza de Vaca hizo de su discurso ante los manifestantes un himno de guerra contra el gobierno de la Cuarta Transformación.

“Sé que no estoy solo. Cuento con los mejores hombres y mujeres. Empresarios distinguidos, ganaderos, agricultores, senadores, nuestros diputados, alcaldes, alcaldesas y sobre todo los hombres y mujeres que jamás se van a rendir”.

La pregunta definitiva será si ¿esos hombres y mujeres tamaulipecos le sostendrán el supuesto apoyo a su gobernador, cuando se conozcan los detalles de sus propiedades, de sus negocios y de su fortuna?

Cabeza de Vaca se salió del corral y pagará sus consecuencias, en el herradero político nacional, con destino a junio 6 del 2021.

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