Seguridad

Entre el miedo y el dolor, despiden a jóvenes ejecutados en Arandas, Irapuato

A temprana hora, ayer comenzó en Arandas, Irapuato, el adiós a los 27 jóvenes ejecutados el miércoles en el anexo para rehabilitación de adicciones. También se inició el reparto del gobierno de ayuda económica a familias de las víctimas para gastos funerarios.

El párroco de la iglesia del Señor de Esquipulas, Evaristo Rosales, confirmó que esos apoyos son por parte de autoridades y de la diócesis de Guanajuato, aunque no quiso revelar el monto. Hasta el momento han sido seis las familias beneficiadas.

A las 10 de la mañana ingresó un ataúd blanco al recinto religioso. Muchos familiares y vecinos se quedaron fuera y los que ingresaron guardaron la sana distancia por la contingencia sanitaria. Se oró por el reposo final de Jorge, un joven de 25 años, que estudió hasta secundaria y fue uno de los ejecutados.

El sacerdote recordó que los jóvenes solo buscaban una segunda oportunidad al estar en el anexo, donde encontraron la muerte. Afirmó que el pueblo está desecho. Sin embargo, aseguró que no van a doblegarse y dijo que en realidad Arandas es una comunidad segura, donde se camina de noche sin que suceda algo.

Luego de la oración que se le dedicó a Jorge, su cuerpo fue llevado a uno de los cuatro cementerios que hay en la jurisdicción. Otras ceremonias religiosas se efectuaron a lo largo del día en este pueblo, donde no hay elementos de seguridad. Los pobladores dicen que ser uniformado es un riesgo.

El día de los hechos, el miércoles por la tarde, llegaron elementos de la Guardia Nacional, Ejército y policías estatales y municipales, pero ahora simplemente no hay vigilancia. En cada casa de Arandas donde vivió alguno de los jóvenes ejecutados hay dolor. La última oración por Juan Carlos inició alrededor de las 11:30 de la mañana.

Vecinos y familiares se reunieron para acompañarlo en su partida. El sacerdote que ofició la misa en el domicilio del finado señaló que estos jóvenes “buscaban reivindicar la vida, tenían una oportunidad y lo estaban haciendo”.

Recordó la niñez de Carlos. “Él jugaba como los niños que veo ahora y hoy ya no está”. El ataúd de Juan Carlos salió de su domicilio en los hombros de sus amigos; en el recorrido uno de ellos puso música. El rap, su pasión. A la salida del pueblo lo subieron a la carroza y rumbo al cementerio se fueron en vehículos. Charly, otro de los ejecutados, fue llevado al panteón cobijado por una porra que le brindaron sus cuates, quienes acompañaron el cortejo a bordo de por lo menos diez motocicletas. La salida de su domicilio fue emotiva. Vecinos y familiares coinciden en que “era casi un niño…”.

El pasado 19 de junio, cumplió 18 años, y trabajaba en la construcción de lozas de granito. Tanto el sacerdote, como sus acompañantes lo recordaron en sus juegos de niño, en el futbol o bailando su música. Por la tarde, su primo Luis, muerto también por el ataque del comando, fue velado. Las mujeres que acompañaron a Charly fueron a comer y se trasladaron al otro velorio.

En Arandas hay silencio. El dolor se siente. Sus calles de tierra, cemento y pocas de adoquines están solas. Los moradores del pueblo están acompañando a los jóvenes muertos.

Durante la misa de despedida el párroco dijo: “Estamos unidos, no nos vamos a dejar y en particular no los voy a abandonar.

 Ante esos hechos yo creo que todos tenemos miedo y no solo aquí. Los ciudadanos tenemos miedo, temor más que a un covid, a esto”.

Es decir a la violencia. Pidió a las familias de los muertos estar unidos. En Facebook, un usuario subió una canción de rap para honrar a los caídos: “Primero de julio, a las 5 el reloj marcaba, nadie sabía lo que el destino deparaba, un acontecimiento que nadie se esperaba, sujetos en un auto a sangre fría disparaban”, se escucha en la canción.

El video, de un minuto 40 segundos, fue publicado por el usuario  Regaladoo Edu y hasta el cierre de esta edición había sido reproducido en más de 4 mil veces.

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