RÍO REVUELTO

Los Redactores24 Junio, 2020

Se les frustró el business del WTC

Laredo llegó a los mil contagios de Covid-19 y Nuevo Laredo a los 500, claro que la primera ciudad ha hecho más de 7 mil pruebas y la segunda apenas mil; ahí está la diferencia, pues bajo este entendido cabe la posibilidad de que ambas ciudades estén a la par en cantidad de positivos, incluso no debe descartarse que en Nuevo Laredo existan más casos aún, pues al menos en fallecidos sí se supera al lado americano.

En este último tenor, Laredo tiene 23 decesos y Nuevo Laredo, 38, a diferencia de los contagios, éstos no se pueden ocultar tan fácilmente.

Si en algo coinciden la mayoría de los epidemiólogos en el mundo es en la necesidad de realizar cuantas pruebas sean posibles para detectar a la población infectada y poder aislarla, proporcionarle tratamiento y en general poder monitorear a este segmento para evitar que estén libremente esparciendo el virus.

Precisamente eso planteado en las líneas anteriores, pareciera no estarse aplicando a nivel local, al menos no de forma adecuada.

Para empezar, hemos escuchado de viva voz a algunos neolaredenses que han sentido que tienen síntomas de coronavirus y han buscado la forma responsable de realizarse la prueba, pero se han topado con una tremenda burocracia y en ocasiones con circunstancias tan inverosímiles como hacer que sospechosos y confirmados vayan a un mismo hospital a mezclarse.

Parece que apenas hace poco comenzaron a tomar la precaución de acudir a domicilio a realizar las pruebas y monitoreos, al menos de forma un poco más amplia, si es que se hacía antes.

El World Trade Center fue desde un principio un trinquete, un nido de corrupción, un proyecto diseñado para la transa, aunque algunos dirían que prácticamente toda la obra pública en la ciudad va encaminado a eso, tal parece que de éste en particular tenían expectativas de capitalizarlo de una forma extraordinaria.

Todo parecía indicar que en un principio había información privilegiada para realizar la compra de los terrenos y después venderlos -o autovenderlos- más caros al Municipio, para colmo, ubicados en un área de suelo inestable y de riesgo de inundación, que difícilmente soportaría el peso de lo que pretendían construir, como un centro de convenciones, hospital y hasta un hotel de varios pisos, básicamente un complejo pesado que podría haber colapsado.

No lo decimos nosotros, sino la propia CILA lo tiene demarcado como un sector de área de influencia del río Bravo sobre el cual no se solicitó permiso alguno. Al final la exhibida que se les dio de este descaro que pretendían ejecutar, los orilló a improvisar y buscar una salida, que en este caso fue argumentar que el golpeteo había obligado a la empresa a retirarse del trato, algo poco creíble, pero al final significa que se les frustró el negocio.