Réquiem por el priismo tamaulipeco
El Fogón
José Ángel Solorio Martínez
El PRI de Tamaulipas, en su larga historia, ha vivido etapas de gloria y de oprobio. Contra lo que pudiera pensarse, el tricolor no llegó a la región con la fundación de Partido Nacional Revolucionario (PNR) de Plutarco Elías Calles; apareció, en el escenario de la comarca en mayo de 1924 con la articulación del Partido Socialista Fronterizo (PSF).
En efecto: Emilio Portes Gil, delineó una organización política “de estado” –así lo dicen los estatutos– cuya responsabilidad era la de dar cauce a las inquietudes de la sociedad política de la época. El victorense –algunos pueden probar que era de república dominicana– cinco años antes visualizaría la idea que algunos estudiosos dicen es propiedad de Calles: un partido político para atemperar las pugnas por el poder de la autoridad tamaulipeca sin el uso de la violencia.
Un dato interesante:
(Hay que recordar las rebeliones de Luis Caballero y César López de Lara que intentaron cambiar los escenarios de la negociación y el diálogo por el uso del lenguaje de la bala).
Portes Gil tomaría protesta como gobernador en 1925. E inventaría una fórmula novedosa para dar equilibrio y armonía al naciente sistema político de Tamaulipas –ya con el PSF en operación–: la disputa al interior del partido de los cargos de representación popular –el plebiscito como fórmula de elección– y la rotación de la gubernatura y las senadurías para las regiones –norte, centro y sur– con la alternancia como factor armonizador.
Al nacer el Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, Portes empezó a ser devorado por “esa máquina tragahombres” –se refería al Estado posrevolucionarios, y a sus políticas. Los partidos regionales, fueron engullidos por el partido del Presidente de la república.
Portes, resistió –conocía tan bien el sistema político mexicano que aguantó desde 1925 a 1947 con el PSF como herramienta regional– como nadie la centralización de la organización política de Calles.
(Sólo es posible ponderar la influencia de Portes Gil en la articulación del PNR, haciendo un análisis comparativo de los programas de acción y estatutos del partido de Calles y el de Portes Gil).
Incluso, con el ascenso al firmamento político del Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938, Portes Gil continuó siendo el hombre fuerte en Tamaulipas, por sobre ese partido. El PSF, había sido liquidado en 1932 con la derrota del victorense en su afán de reelegirse en la gubernatura, pero el Presidente Lázaro Cárdenas lo sumaría a su proyecto y le daría de nueva cuenta mano ancha en su estado para poner y proponer gobernadores.
Finalmente en 1947, el Presidente Miguel Alemán Valdez, terminó con el portesgilismo y todo su poder en Tamaulipas.
Es decir: se ha hecho una leyenda urbana que el PRI gobernó en Tamaulipas por más 80 años. Falso: estuvo en el poder 91 años, de 1925 al 2016. Inició con Portes Gil y concluyó con Egidio Torre.
En suma: gobernó por más de 90 años.
(Es igual: pero no es lo mismo).
El PRI del Presidente Miguel Alemán, fue el primer partido nacional que ejerció como mandón absoluto en Tamaulipas y sus gubernaturas.
Desde Alemán hasta Ernesto Zedillo, el Presidente puso candidatos y gobernadores en la entidad. Nadie les levantó un dedo para oponerse con posibilidades; ni al interior, ni al exterior del PRI.
Fue la época del invencible en la mayoría de los cargos de elección popular en México.
Con la pérdida de la Presidencia de la república, el PRI se desangró. Dejó en manos de los gobernadores, sus propias sucesiones. Esa fue la puntilla: el momento de los virreyes, dio paso a la corrupción como no se había visto en un sistema político –¡en el mundo!– y se pudrió la estructura política priista.
(Claro que la corrupción no es el único elemento de aniquilación del PRI, pero es lo que mejor la ilustra).
Realmente, el PRI de Tamaulipas, fue aniquilado con la inmolación de Rodolfo Torre Cantú.
El victorense Emilio Portes Gil, abrió ese círculo de poder, y otro victorense lo cerró con su desaparición: Rodolfo Torre Cantú.
Si esas historias fueran asimiladas por el priismo tamaulipeco, no reñirían –con todo respeto: estúpidamente– por despojos.
Fundarían, –es lo sensato e inteligente– otra agrupación política que tome lo mejor de todas esas organizaciones que gobernaron por más de nueve décadas Tamaulipas.
Penoso atavismo del PRI local: creer que los muertos, pueden seguir votando…