Columnas

SE APAGAN LOS CANDILES DE LA CALLE.

Por: Guadalupe Escobedo Conde.
“Muchos en el ámbito público son bien educados, amables y condescendientes, “candiles de la calle” pero en lo privado sacan lo peor de sí mismos”
Como en un tobogán de emociones, el virus nos ha puesto en jaque, afectándonos en el ámbito profesional y el personal, el reto ahora es desarrollar mejores aptitudes para trabajar en estrecha relación con la tecnología, además debemos ser más empáticos y armoniosos con los seres de casa, porque muchos son buenos de candiles para andar de amables en la calle, pero en el hogar pasamos de largo la socialización armoniosa.
Hoy como nunca antes, registramos las historias de vida que nos suceden en el confinamiento, hoy por fin conocemos cada centímetro de la casa y el entorno ya se nos hace familiar, al principio gozosos, innovamos, arreglamos el closet, acomodamos lo mal puesto, pintamos por aquí y por allá, aprendimos a cocinar y un poco de repostería, pero se nos está agotando la paciencia y la imaginación.
Sin embargo, debemos seguir en casa y lidiar con el estado de ánimo propio y el de las demás personas que habitan con nosotros, porque cada ser humano tiene su propia interpretación de esta crisis, cada cual la vive de manera diferente, por ello es importante ejercitar la mente, para esto los especialistas nos sugieren hacer ejercicio físico y mental, expresar lo que sentimos y apartarnos un poco de las noticias, ya que éstas pueden resultar un detonante del caos.
Al tiempo del avance de la enfermedad, crecen las bromas y surgen algunas verdades, resulta que muchos maridos ya no aguantan a sus esposas, los manifiestan en la redes sociales y se hacen virales los memes que narran la desesperación del hombre, por la “incesante carga doméstica” que la instruye la mujer. Se quejan del “abuso” en las tareas de casa y se “rebelan” haciéndose los chistositos, esto también es violencia. No son nada empáticos, ni simpáticos.
Muchos en el ámbito público son bien educados, amables y condescendientes, “candiles de la calle” pero en lo privado sacan lo peor de sí mismos.
Está muy bien el buen humor para superar el tedioso encierro, pero Señores bájenle dos rayitas a sus argumentos. El violentómetro, que mide la intensidad de violencia hacia la mujer, indica que los primeros pasos de una agresión, inician en forma de broma, con lenguaje hiriente y subestimando a la mujer. Si se desesperan mucho, mejor pónganse a leer un libro.
En medio de la cuarentena reapareció Joaquín Sabina en las redes para invitar a todos los confinados a leer un libro, nos invita a despertar la imaginación, viajar, conocer más historias y reconocer las propias. No hay mejor remedio para el confinamiento que un libro, “puede uno viajar por tantos países sin salir de su casa, a los que estén confinados y no tienen un libro a mano, les recomiendo que consigan uno”.
Cada 23 de abril nos recuerdan que los mexicanos no leen, ya lo demostró el ex presidente Peña, el INEGI documentó el año pasado que la población lectora declaró haber leído tres libros en el último año, también indican que cada vez el mexicano lee menos, hay estudios que refieren que de la población que sabe leer y escribir, el 60 por ciento no lee ni un solo libro en un año. La justificación es la falta de tiempo. Y ahora ¿Cuántos libros han leído en esta cuarentena?

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