Guadalupe Escobedo Conde.
La vida no vale nada, canta aguardentoso José Alfredo Jiménez; de algo nos hemos de morir, nos reafirma Pedro Infante en las películas que ayudaron a la construcción del modelo machista que aún persiste. Sin embargo en cuarentena debemos dejar los “romanticismos” de lado, porque la vida si importa y sí, de algo nos vamos a morir, pero lo mejor sería que no fuéramos todos juntos. Estamos en emergencia sanitara.
El “quédate en tu casa” ha evidenciado la brecha social de la clase privilegiada y la de la media baja, gracias a la tecnología nos hemos metido a la casa de los famosos, los políticos, los vecinos, compañeros de trabajo, amigos y familiares, conociendo los rincones insospechados de cada quien, muchos con el apuro del “home office” no tienen la precaución de checar lo que van a retratar en su transmisión, otros como los artistas y políticos presumen las grandes y espaciosas mansiones, jardines, gimnasios y albercas para desde su confort pedir al resto de los mortales “no salgas de tu castillo” ponte a hacer ejercicio o hacer pasteles.
Los privilegiados abusan de su exposición en redes y nos muestran como sin oficio político, ni estudio y hasta sin talento, se puede llegar muy lejos en este país, mandando el mensaje equivocado de cómo la ambición los hace millonarios, los consumidores de esta comunicación viral podrían ver afectados sus parámetros éticos.
En este encierro involuntario, vemos pasar los días atípicos para todos, pero muy diferentes, porque mientras unos gozan de un sueldo sin hacer nada y guardados en casa, otros ponen en riesgo su vida, porque si no salen a trabajar no comerán al día; los desempleados también sufren en confinamiento, el tiempo pasa y no hay ni dónde buscar, con medio país detenido.
Sufren las mujeres que están atrapadas con su agresor y las madres que buscan a sus desaparecidos, que debieron detener el activismo por mantener la salud. Y las ausencias en cuarentena calan más.
Niños y jóvenes en edad escolar verán afectado muy seriamente su curso actual, aunque la SEP se empeña en sacar avante el ciclo, éste ha sido mutilado, se piden clases en línea pero la brecha tecnológica evidencia que ni los maestros ni lo educandos están preparados para las clases virtuales, en las casas tampoco se tienen las herramientas para darle seguimiento al aprendizaje. Ahora mismo los docentes hacen comunidades virtuales, solo para la foto y subir evidencias de su incipiente trabajo a distancia.
Y en asuntos del espectáculo político, la revista Quién que en el mes de mayo dedicará la portada al médico Hugo López-Gatell, anuncia que el “rockstar” que combate el coronavirus está soltero, o al menos separado, que ha sido la investigadora Arantxa Colchero, la que en un correo a un medio nacional, dio la pertinente aclaración, esto sumará más fans al galeno que ya tiene su club de admiradoras, pero es políticamente incorrecto en un país acostumbrado a las parejas en el poder, como en la monarquía, y este hombre traía vuelo para una candidatura. Así es como todo lo que no se puede tapar con un dedo, o un click, lo evidencia la cuarentena.