EL PROBLEMA QUE VIENE…
Por Francisco Cuéllar Carmona.
Un empresario restaurantero que da empleo a más de 40 trabajadores, lo dijo de forma desesperada: «pues yo voy a abrir mi negocio el 1 de mayo, porque ya no puedo sostener
esta situación. Si el gobierno me clausura, que lo haga. Ya hablé con otros colegas de otros negocios y están en la misma posición y también van a abrir. Estamos pagando salarios y servicios, y no recibimos apoyo del gobierno; lo que están ofreciendo no nos sirve de nada».
Un ingeniero de obra, que emplea a 80 albañiles y electricistas, sostuvo este diálogo con sus trabajadores:
-«Muchachos, se me hace vamos a parar la obra, el gobierno nos está presionando mucho y no nos está dejando otra opción».
Los obreros de la construcción, a una sola voz, le respondieron:
-«Aguante ingeniero, necesitamos el trabajo. Esta es nuestra única chamba. Si dejamos de jalar, ¿con qué vamos a mantener a nuestras familias?. Este virus no nos puede detener, aquí nos cuidamos con tapabocas, gel, y guardamos nuestras distancias. ¡Por favor, no pare!. Mire, vamos aguantar hasta que venga la policía, si se ponen difíciles, pues nos vamos, pero no nos deja sin jale. Usted aguante, hágalo por nuestras familias».
Un vendedor ambulante de frituras y elotes, frente a una tienda Soriana, mientras mensajea en su teléfono, responde coloquialmente cuando se le pregunta cómo va su venta.
-«¡De la chingada!. Este coronavirus nos jodió a todos, apenas he vendido 60 pesos y ya casi las 7 de la noche. Ayer vendí 80, y así ha estado desde que empezó a no salir la gente a la calle. Mi venta en días normales, es de mil pesos todo el día».
-¿Y no tienes temor de contagiarte?.
-«Claro, pero qué hago. Si me quedo en la casa, qué le doy de comer a los huercos: tengo tres. Ya me dijeron los de la patrulla que me fuera a la casa, pero les dije que si me iban a dar de tragar a mi familia, sí me iba».
Estas son tres realidades que está viviendo la gente frente la crisis de salud. Así como ellos, están cientos de miles, incluso muchos más, en condiciones peores. Saben de los riesgos que enfrentan pero no tienen otra opción. La necesidad los obliga a salir y exponer su vida y las de sus familias. Para el gobierno y la autoridad, es muy fácil desde atrás del escritorio tomar y ordenar medidas: ¡Quédense en casa!…¿y Luego?. La ayuda que dan y ofrecen llegan apenas al 5 por ciento de la población; dicen que son las familias más vulnerables y les llevan un mini despensa que dura dos o tres días; pero la ayuda la necesitan todos; además, lo que están dando, son miserias.
Estudiosos de las crisis sociales como esta, pronostican escenarios complejos si la cuarentena o las prohibiciones de salir a trabajar se mantienen y se prolongan. Afirman que los conflictos intrafamiliares de depresión se van agudizar; eso no lo está viendo el gobierno. Y lo más delicado y riesgoso de todo, es un estallido social. Si no hay empleo ni dinero en los hogares, el hambre aprieta y los ánimos sociales se desbordan. Mientras los gobiernos de todos los niveles se pelean, el enojo social, la falta de dinero, y el encierro están incubando una escalada de violencia. La gente va a salir a la calle a buscar comida. Ya en la ciudad de México y en los Estados del sur el país ya se presentó este fenómeno. La población salió a saquear las tiendas.
El gobierno está preocupado por combatir una pandemia con cubre bocas, guantes y geles, y esta asfixiando a las familias en sus hogares, sin garantizarles lo más elemental: el alimento.
Se está incubando un conflicto social grave, y eso los gobiernos no lo están percibiendo.¡cuidado!