Análisis

Acontecer político | Ahí está la fórmula

Raúl Pazos Dávila

Ante la intensa campaña que algunos partidos y grupos ligados a la derecha y el neoliberalismo están desarrollando contra el Gobierno federal y en particular contra el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, este se las puso fácil a los opositores: adelantar el proceso de revocación de mandato para que sean los electores los que decidan el año entrante si se va a su casa o continúa al frente de los destinos de la Nación. Y ahí vino la derrapada.

De inmediato, representantes de partidos inconformes, tanto en la Cámara de Diputados como en la Cámara de Senadores, desecharon la propuesta por considerar que si el jefe del Ejecutivo federal apareciera en el proceso electoral del 2021 podría influir en el ánimo de los votantes y favorecer a los candidatos de Morena.

¿Quién los entiende? Si, según ellos, la popularidad de AMLO anda por los suelos, ¿por qué temen que se recurra a un procedimiento legal mediante el cual podrían conseguir su propósito de sacar de Palacio Nacional a la Cuarta Transformación?

Simplemente porque saben que no es lo mismo el panorama virtual que se pinta en muchos medios de comunicación y en las redes sociales, que el que realmente existe en la calle y que podría no ser tan ominoso para el Jefe de la Nación como se pretende hacer creer.

“El pueblo pone, el pueblo quita”, ha dicho LÓPEZ OBRADOR en repetidas ocasiones. Y ahí está la fórmula para la revocación o la confirmación de un mandato. “Quieren que me vaya, órale, vamos a una votación”, propuso.

Eso sería poner en manos del electorado y no en grupos de interés, la decisión sobre interrumpir una administración federal. La voluntad colectiva es, indiscutiblemente, el máximo juez para emitir una determinación política de esa dimensión con apego a la ley.

Y es que no es lo mismo propalar opiniones tendenciosas de figuras del mundo artístico o deportivo que viven en el extranjero y que evidentemente desconocen la realidad nacional, que evaluar a nivel de suelo las verdaderas preferencias de la ciudadanía. Hasta el periódico londinense “Financial Times” mete su cuchara en asuntos nacionales pronosticando una “catástrofe” para México y llama a una resistencia civil, en lugar de ocuparse de las tribulaciones de su propio país, que no son pocas.

Así, la oposición mide los riesgos de someter el futuro presidencial a una votación. Simplemente saben que si en las urnas se ratifica la confianza de manera mayoritaria hacia el actual gobierno, sus proclamas quedarían sin materia. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo, para emplear palabras coloquiales.

Nadie duda que México enfrenta serios problemas derivados de la pandemia del coronavirus y de las graves consecuencias que conlleva en materia económica. Este panorama, por lo demás, no es privativo de nuestro país sino que aflige a la mayoría de los países del orbe. Las Bolsas de Valores de todo el mundo se mantienen temblorosas en cada jornada y hasta el gigante norteamericano empieza a sentir calambres en su economía.

En los próximos meses, la crisis se agudizará, pues el obligado cierre de industrias y comercios tendrá repercusiones impredecibles en cuanto al empleo y la situación económica de millones de familias, lo que será incuestionablemente un caldo de cultivo para que las condenas hacia el Gobierno federal arrecien y se pida la cabeza presidencial.

Por eso, ¿por qué dar tantos brincos estando el suelo tan parejo? Que los partidos en su conjunto aprueben que el proceso de revocación de mandato se realice el año entrante y no en el 2022 como estaba previsto. Que las cosas se clarifiquen de una vez por todas. A menos, claro está, que los detractores piensen que no les alcanzaría para lograr su objetivo. Pero la propuesta allí está. La toman o la dejan.

Pasando a otro tema que debe interesarnos más a los mexicanos, el aislamiento familiar a lo largo y ancho del país es cada vez mayor ante el aumento de casos del Covid-19 y las advertencias oficiales de que la propagación se acentuará si no se siguen las reglas establecidas desde que se inició la emergencia.

De hecho no existe un toque de queda y no poca gente sigue saliendo a las calles a hacer compras de lo indispensable, pues los supermercados, con las medidas sanitarias apropiadas, funcionan en horarios casi normales. Pero se nota la marcada desolación en los municipios de Tampico, Ciudad Madero y Altamira, cuyos alcaldes JESÚS NADER NASRALLAH, ADRIÁN OSEGUERA y ALMA LAURA AMPARÁN, respectivemente, insisten en sus llamados a quedarse en casa.

No se sabe cuál será el saldo final de la pandemia, pero lo que sí es cierto es que el mundo ya no será igual. Se ha visto cuán vulnerable es la humanidad ante nuevas enfermedades que no conocen fronteras ni condición social o económica y la ironía de que estas pueden ser más desastrosas que las guerras armadas.

Tal vez se llegue al convencimiento de que gastar en materiales bélicos es menos importante que invertir en estudios científicos que prevengan y combatan los flagelos naturales que nos afectan a todos por igual. Ese es el reto.

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