Columnas

La fuerza de las mujeres

CRISTINA GÓMEZ

Es un despertar. Un movimiento que crece y ya nada lo detiene. Es tomar conciencia de la fuerza de las mujeres para empezar a visibilizar la violencia de género que hoy en día aún hay quienes la viven como si fuera algo “normal”. El género se empodera. Adquiere una mayor seguridad para decir hasta aquí, se valora y eleva su autoestima, adquiriendo a la vez un compromiso con las demás, una sororidad o reciprocidad. Seis de cada 10 mujeres en Tamaulipas, según el Inegi, han enfrentado violencia de cualquier tipo alguna vez en su vida. Sin duda se queda corto en su estimación. Un 30% de aquellas que viven en zonas urbanas han sufrido acoso y/o violencia sexual incluso en lugares públicos. Esto significa que le dijeron piropos groseros y ofensivos; alguien intentó obligarla usando la fuerza física, engaños o chantajes a tener relaciones sexuales; le ofrecieron dinero o regalos a cambio de un favor sexual; le enviaron mensajes o publicaron comentarios con insinuaciones sexuales a través del celular o redes sociales. Asimismo, alguien le mostró sus partes íntimas o se tocó frente a ella, causándole molestia, ofendiéndola o atemorizándola; la manosearon, tocaron, besaron o se le arrimaron, recargaron o encimaron con fines sexuales sin su consentimiento o la obligaron a mirar escenas o actos sexuales. Lo anterior, en la calle, transporte público, parque, o algún lugar recreativo (cine, antro, etcétera) o en otro lugar público (iglesia, centro comercial, mercado, plaza pública). Pero aún más grave y que no se mide es el acoso y hostigamiento sexual en las aulas, y peor todavía, cuando se trata de víctimas que son menores de edad. ¿Cuánta impunidad contra jovencitas, contra niñas, en escuelas de todos niveles? Abuso sexual, hostigamiento sexual y acoso sexual son delitos que implican conductas no solo físicas sino también verbales. Es un delito el asediar, proponer con lenguaje lascivo cualquier acto de naturaleza sexual y ni se digan los tocamientos o manoseos corporales. El gobierno debe iniciar campañas de disuasión que comiencen por hacer ver a esos maestros los años de cárcel a los que se exponen: 42 con todas las agravantes. Lo que no se denuncia permanece invisible y, por lo tanto, impune.

Fuente: Milenio

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