Política

Samuel M. Lozano: el cronista musical de la revolución mexicana

Por: Vicente Hernández

“Tampico hermoso, oh puerto tropical, tu eres la dicha de todo mi país, y por doquiera de ti me he de acordar por tus tesoros al pobre haces feliz”

‹Samuel M. Lozano›

Con esta primera estrofa da inicio a una canción que con el paso de los años se ha convertido en el himno, o carta de naturalización de los tampiqueños, con una bella letra y música compuesta durante la década (supongo) de 1920-1930 ya que en la letra de esta canción se habla de la época del petrolero, y menciona compañías petroleras que se instalaran en la zona antes de la expropiación petrolera de 1938 que decreto el entonces Presidente de la Republica Lázaro Cárdenas del Rio.

El autor de esta canción que ya forma parte de nuestra riqueza musical, contenida en el cancionero popular mexicano, fue compuesta no, por un aborigen del puerto jaibo, sino por un ilustre morelense nacido en Cuernavaca Morelos un 10 de junio de 1891, cuyo nombre completo fue Samuel Margarito Lozano Blancas.

Don Samuel empezó su carrera de compositor a muy temprana edad, ya que a la edad de catorce años tenía en su haber varias canciones de corte romántico, y es precisamente a esa edad cuando tropas del ejercito federal se lo llevan de “leva” para el norte donde vistiendo el uniforme de “pelón”: chaco, cartucheras de cuero crudo, y chaqueta federal azul, cabalgo con el ejercito que literalmente lo había hecho prisionero, con tan mala (o buena) suerte que al poco tiempo cae nuevamente prisionero pero esta vez por las fuerzas de Francisco Villa.

En esta segunda aventura revolucionaria, Samuel de pronto se vio portando el uniforme caqui de los dorados de Villa, y es precisamente cabalgando junto a los villistas cuando empieza la verdadera “Leyenda del corrido” convirtiéndose en el juglar de cabecera de Pancho Villa, en la época en que los corridos volaban de boca en boca.

Con el correr del tiempo se convirtió en un cronista de hechos revolucionarios que convulsionaron al País los cuales narro y musicalizo como el “Corrido antirreeleccionista” que le gano el respeto del mismísimo general Francisco Villa, quien le regalo unos pesos oro con los cuales Samuel compro su primera guitarra valenciana, la cual se volvería su compañera inseparable lo mismo entre batalla y batalla que en medio de las balaceras en tiempos revolucionarios, o después de estos, de feria en feria, con su guitarra al hombro en donde personalmente vendía las letras de sus canciones impresas en hojas volantes, acompañadas de un breve acorde en su guitarra para que pudieran acompañarse melódicamente al cantar las canciones.

Entre sus canciones podemos citar: “Una noche serena y oscura”, “Zenaida ingrata”, “Alta y delgadita”, “Mi gusto es”, “Tampico hermoso”, pero las que lo convierten en el “Padre del corrido mexicano” son: “Marieta”, “La rielera”, pero uno de los corridos mas representativos de la época revolucionaria lo es sin duda “La persecución de Villa” que en una parte dice: “Que pensarían los bolillos tan patones, que con aviones nos iban a espantar, ja, ja, si ellos tienen aviones de a montones, aquí tenemos… lo mero principal”.

Pero como los grandes genios del arte no son eternos don Samuel fallece un 21 de mayo de 1977 en la ciudad de Puebla de Zaragoza un poco ante de cumplir 86 años de edad, dejándonos una extensa herencia musical que ha sido interpretada por cientos de voces, entre las que destacan: Antonio Aguilar, Las jilguerillas, Francisco “Charro” Avitia, Ignacio López Tarso por citar solo algunos. La letra de Tampico Hermoso que a continuación transcribo es la más conocida y completa:

Tampico Hermoso

Tampico hermoso ¡oh puerto tropical!

tu eres la dicha de todo mi país

y por doquiera de ti me he de acordar,

por tus tesoros al pobre haces feliz.

Son tus campiñas petroleras un primor,

miles de obreros ahí encuentran protección,

por las riquezas que tienes en derredor

Eres orgullo de todita la nación.

Mata Redonda, Chinampa y Amatlán,

con Zacamixtle, Potrero y Cerro Azul

están rodeados de pozos sin contar,

siendo un conjunto de gran excelsitud.

Todo el tesoro petrolero del país,

está situado en tierras de Veracruz,

pues desde Tuxpan hasta Panuco también

miles de antorchas petroleras dan su luz.

Como en un sueño, por medio de esta rima

al gran Tampico les voy a dibujar,

desde Altamira, El Águila y Pensil,

hasta Árbol Grande, La Unión y Miramar.

Adiós la aduana con el muelle y la estación,

mi vieja fuente del antiguo Tamesí,

adiós mis ninfas de ese barrio de La Unión,

donde las horas me pasaba tan feliz.

Ya me despido de este puerto sin igual,

solo Dios sabe si algún día yo volveré

y de Tampico por siempre me he de acordar

y mientras viva mis recuerdos le enviare.

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