Columnas

Quiero desaparecer

CARLOS DOMÍNGUEZ

Durante muchos años he tenido la oportunidad de tratar con personas con severos problemas emocionales.

La filosofía me ha dado la oportunidad de ofrecer opciones y herramientas para buscar facilitar la existencia humana.

Una gran parte de las personas que actualmente buscan mis servicios son jóvenes. Personas que aparentemente pudiéramos pensar que no carecen de nada e incluso aquellos que como yo pasamos ya del medio siglo pudiéramos hasta envidiar.

¿Cuáles son las causas más frecuentes?

No tengo ganas de hacer nada.

Prefiero quedarme acostado.

De pronto y sin motivo alguno tengo muchas ganas de llorar.

Tengo mucho miedo, pero no sé de qué.

No me gusta la carrera que estoy estudiando, pero no tengo opción.

Me desespera no tener éxito, necesito triunfar en algo.

Me comparo con otros que tienen lo que yo no tengo.

No me gusta como me veo.

Me siento defectuoso.

No sirvo para nada.

No pude estudiar en la escuela que quería.

Me hacen bullying.

Me estresa mi familia.

Quiero desaparecer.

Estas respuestas son sólo algunas, de hecho las más frecuentes.

¿Pudiéramos imaginar que algún día ocurriría?

¿Que el proceso de evolución llevaría a las generaciones a quedarse sin sentido?

Estamos siendo víctimas de nuestra creación. Un sistema enfermo, voraz, organizado únicamente con una visión de consumo está acabando lentamente pero sin descanso con el grupo más poderoso de pobladores de la tierra, de hecho sus creadores.

Notas relacionadas

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba