Columnas

¡Que no los queremos aquí!

CARLOS PUIG

La apuesta antimigrante del gobierno federal es una apuesta políticamente ganadora. No habría de extrañarnos, en estos tiempos, en casi todos los países, esa apuesta lo es. En la última encuesta nacional sobre discriminación quedaba bastante claro: 53 por ciento decía que a los centroamericanos había que meterlos en un refugio hasta que pudieran regresar a su país, 12 por ciento decía que había que regresarlos inmediatamente y 1 por ciento decía que había, de plano, que sellar la frontera.

La nueva crisis migratoria y las decisiones del gobierno que detiene en ciudades de Chiapas a los migrantes que logra “contener” —permítanme la palabra— hace que esa predisposición se vuelva discriminación abierta.

En otras ciudades la xenofobia se convierte en rejas, como sucedió el año pasado en Apizaco, donde los vecinos presionaron al alcalde para poner una reja que dividiera la ciudad del tren y el albergue migrante. O las escenas que protagonizó (y otras que alentó) el ex alcalde de Tijuana o lo que en las últimas semanas estamos viendo en Matamoros.

Por más que nos encante hablar de nuestra supuesta hospitalidad y de recibir a todos con los brazos abiertos, pues no. Somos un país de emigrantes, eso sí, y a esos también los olvidamos.

La proporción de extranjeros en el país apenas alcanza 1 por ciento de la población total, la enorme mayoría son estadunidenses. Y como la misma Enadis lo muestra, en asuntos migratorios repetimos las discriminaciones de nuestra vida cotidiana. Porque sí está muy bien recibir a unos españoles de izquierda, leídos y cultos a los que Franco quiso matar.

No digamos a chilenos y argentinos que las dictaduras militares buscaban desaparecer. Centroamericanos pobres, no. A esos, entiendan ya, ¡no los queremos aquí! En estos días, cuando surge el tema de migrantes el Presidente responde hablando de la ley. Hay que cumplir con nuestra ley, dice, el concepto no es diferente al que por años han utilizado los estadunidenses contra nuestros migrantes.

Y pues si eso significa ver a la Guardia Nacional persiguiendo —literalmente— migrantes para, dicen algunos, “protegerlos”, es decir detenerlos; pues bravo. Estemos seguros de algo, obtendrá hartos aplausos. Eso éramos y en algo peor nos vamos convirtiendo. Eso sí: ¡no hay aranceles! 

@puigcarlos

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