Los riesgos del optimismo
CARLOS PUIG
Las encuestas lo dicen claramente, la mayoría de los mexicanos tiene esperanza de que 2020 será mejor. Que el año que arranca será mejor para la economía personal y familiar y que mejorará la situación de inseguridad que vivimos todos los días.
El optimismo no es alimentado por la realidad de una economía estancada o por la inseguridad en malos niveles históricos, sino por un presidente que cada mañana y cada fin de semana en alguna ciudad, en algún pueblo, crea una narrativa que parte de pintar un pasado infernal para prometer un futuro paradisiaco.
Un año después, sin embargo, esas promesas cotidianas tendrán que empezar a ser realidad, porque el optimismo se cansa, se agota.
Los más ambiciosos programas del gobierno tendrán que estar operando y sus proyectos de infraestructura —en realidad algunos de ellos proyectos de empleo— tendrían que comenzar a existir, aunque sea dando empleo. Algunos ejemplos: el programa de jóvenes construyendo el futuro graduará su primera generación de beneficiarios, con lo que se podrán evaluar seriamente cómo funciona y si el boca a boca genera igual entusiasmo que el primer año entre empresas y aspirantes.
Los primeros meses del año tendrían que comprobar que la estabilización en números de terror respecto a homicidios y otros delitos fue realmente “un punto de inflexión” y la tendencia comienza a ir para abajo. Habrá que ver cómo lidia el gobierno con la oposición zapatista al Tren Maya y si el aeropuerto de Santa Lucía tiene algún futuro.
En salud, la promesa de que ahora “todos los ciudadanos tienen derecho a recibir atención médica y medicamentos gratuitos” y que “no hace falta estar inscrito para recibir la atención”, como dijo el Presidente en la primera mañanera del año, será exigencia cotidiana.
La presencia constante de López Obrador, la magnitud de sus promesas y compromisos, hacen que difícilmente la ciudadanía distinga si una carencia, si un problema, si un servicio no entregado es responsabilidad de un gobierno local o del federal. Arranca el segundo año y la narrativa dejará de ser suficiente.
Claro, sin oposición en el horizonte, todo es más sencillo.
@puigcarlos