LA OTRA KRYPTONITA PARA MORENA
SALVADOR CAMARENA
El partido en el poder decidió poner oídos sordos a una nueva marcha de víctimas de la violencia.
Movimiento Regeneración Nacional es un colectivo que obedece a una sola voz. Y esa voz decidió no encontrarse con las víctimas de la Caminata por la Verdad, Paz y Justicia que marcharon desde el jueves. Acto seguido, Morena también decidió faltar a la cita para recibir ayer en el Senado una propuesta de justicia transicional.
El Ejecutivo y el Legislativo morenistas han abierto de esta manera una brecha entre el poder y los deudos de la barbarie que abrasa al país hace quince años.
Esa distancia entre el poder y las víctimas ya le costó, en su respectivo momento, a los panistas y a los priistas perder gobierno federal.
Porque no fue sólo la corrupción la que hartó a la ciudadanía en los años de Calderón y Peña. El desasosiego por saberse inermes ante los delincuentes también vota.
En su momento, López Obrador supo utilizar políticamente el hartazgo de la sociedad por la violencia. Machacó a Calderón con aquello de que le pegó un garrotazo al avispero sin plan alguno, y endosó a Peña los costos de no haber corregido la estrategia, de no estar al día en el problema de la seguridad y de haber perpetuado la sangría.
El candidato López Obrador dijo que abordaría el problema cada mañana con su gabinete, que crearía un cuerpo policiaco nuevo y que se abandonaría el enfoque meramente punitivo, incorporando programas para tratar de disuadir a los jóvenes de integrarse a los grupos delictivos.
Catorce meses después tenemos más víctimas (en 2019 se registraron casi 36 mil asesinatos), muy poco cambio en la justicia y serias dudas de que la Guardia Nacional o los programas sociales estén siendo efectivos.
Si bien los expertos han destacado que la tasa de crecimiento de los homicidios registró el año pasado una desaceleración importante comparada con los tres años anteriores, el tema está muy lejos de lucir bajo control.
México tiene casi un centenar de asesinatos al día, y muchos de ellos se dan en racimos, en ataques que mueven al espanto por el salvajismo con que son perpetrados, el sinsentido de muertes de muchísimos inocentes (como los músicos de Chilapa de hace unos días), y por la capacidad de los delincuentes para multiplicar sus atentados en algunas regiones.
Esa contabilidad del terror erosionará al presidente López Obrador y a los legisladores de su partido.
Los números, y la actitud frente a esas cifras.
Los nuevos en el poder repiten hoy el rosario de frases hechas que ya escuchamos a los poderosos de ayer. Miguel Barbosa, gobernador (es un megadecir) de Puebla, ya se descaró y fue quien lo dijo con más cinismo: “se andaban portando mal”, declaró en referencia a unos asesinados.
El gobierno de AMLO tiene en la corrupción una promesa que le costará muy caro no cumplir. El caso del primer concubino de la nación dañó la credibilidad de la administración. Sería letal seguir por ese camino de simulación en el combate a la corrupción. Kryptonita pura.
Pero no sólo la corrupción es una asignatura sin margen para fallar. La otra es la inseguridad. Y maltratar a las víctimas, desdeñarlas, acusarlas de querer armar un show por la simple petición de audiencia es jugar con fuego. O con kryptonita.
La sociedad no es tonta. Ya vio a otros escudarse en formalidades para no encarar a las víctimas. Y ya vio a esos perder el poder por tan poco democrática actitud. Si no hay justicia para las víctimas, y ello incluye atenderlas debidamente, estos políticos también serán despedidos en las citas electorales programadas
Fuente: Expreso.press